Creo recordar que fue Marcel Prous quien dijo que “El odio
es dañino desde su origen y al contrario del amor, que alguna vez cesa,
continúa y no sana nunca”.
En la película “El padrino III”, protagonizada por Al Pacino
haciendo el papelDon Corleone, éste le
aconsejaba a su ahijado y potencial sucesor, Andy García, que “nunca hay odiar
al enemigo”. La escena está enmarcada en un momento en el que era imperioso
eliminar a los otros capos, pero el Padrino insistía en que “No hay que odiar
al enemigo, porque el odio enceguece y conspira contra la eficacia; por lo
tanto, si quieres vencer no debes odiar”.
Si eso ocurría en medio de una guerra entre mafiosos, sin límites
en cuanto a los fines ni a los medios a utilizar, un consejo de tal naturaleza
debería ser tenido muy en cuenta por los protagonistas de la competencia
democrática que está, o debería estar, encuadrada en ciertas reglas éticas y
limitaciones metodológicas.
No deja de inspirar cierta pena verse obligado a escribir
sobre cuestiones tan primarias en una sociedad que lleva 27 años
ininterrumpidos de democracia.Pero los
protagonistas lo imponen al desnudar su ambición y su falta de sensibilidad.
Muchos creíamos que aquel “viva el cáncer”, de cuando Eva
Perón agonizaba en su lecho de enferma,habia quedado en el pasado como un exabrupto de los gorilas de aquella
época. Sin embargo, cuando días pasados Néstor Kirchner fue operado de una
obstrucción en la carótida, la edición on line del diario La Nación fue inundada por
mensajes de intolerancia y salvajismo. Por su parte, la dirección del diario
confió esa tarea a sus columnistas, quienes no se privaron de nada al deslizar
surtidos tópicos de derecha.Y no de la
centro-derecha democrática, esa quimera difícil de hallar en la Argentina, sino de la
derecha más rancia, esa que supera al gorilismo vernáculo para vincularse
ideológicamente al pensamiento nazi. Incluso uno de ellos, que en su momento
admiróel “espíritu espartano” de los
represores durante la última dictadura, hizo una rebuscada analogía entre la
clínica donde estaba internado Kirchner y el Monte Taigeto, lugar desde donde
se arrojaba a los indeseables por débiles o enfermos para deshacerse de ellos.
La dirigencia
opositora tampoco guardó estilo. No fueron pocos los que, de una u otra manera,
dejaron ver su deseo de que se hiciera realidad aquella no muy lejana
afirmación de Lilita Carrió en cuanto a que “lo mejor que le puede pasar a la Presidenta es
enviudar”.
Cuanlejos quedó
aquel 2008, en que el antikirchnerismo se arrogaba el monopolio de la bonhomía,
la calma, el afán de diálogo y la búsqueda de consensos. Quien esto escribe no
duda que entre sus votantes hay un buen número de energúmenos que desean lo
peor para quienes no piensan como ellos. Pero sería estimable que los
dirigentes trataran de subir ese piso, que predicaran con el ejemplo, que no
comulgarancon las peores pulsiones de
sus representados y que, al menos en ocasiones como éstas, mostraran un poco de
buenos modales, de protocolo, o en todo caso de una calculadora
hipocresía.
Si cuando hay elecciones es edificante y deseable que el
vencido felicite al vencedor porque es una señal de templanza, un piso de
respeto y una señal de admisión de los límites de la contienda, ¿Qué no decir
entonces cuando de la vida misma se trata, aun cuando esa vida sea la vida del
peor adversario democrático?
Desde que Néstor Kirchner se internó de apuro el sábado a la
noche, el odio ha sido mencionado muchas veces. Diputados, senadores y
formadores de opinión, puestos en el lugar de médicos oficiosos, diagnostican
que la causa psicosomática del problema cardiovascular de Kirchner es el odio
que circula por sus venas. Así, sus adversarios políticos y mediáticos, cuyo
odio inútil no parece tener fin,su
cargan en la mochila del ex presidente. Se ignora, hasta nueva orden, si
extienden el perspicaz diagnóstico a todas las personas que padecen afecciones
semejantes, como tampoco se sabecuántos
son los opositores que sufren problemas de igual tenor y si, en estos casos,
también la monocausa es el odio.
El odio induce a errores o a desmesuras,y en política siempre va emparentado a la
impotencia. Quienes por estos días especulan con la muerte de Kirchner ya antes
habían dado por muerto al kirchnerismo. Sus impacientes profecías fallaron y su
desasosiego aumenta. El kirchnerismo no es un pato rengo desde el “voto no
positivo” de Julio Cobos ni desde la derrota electoral del año pasado, ni el
Grupo A lo pasó por arriba en elCongreso tal como muchos creyeron que iba a suceder. Para colmo, los
principales presidenciables opositoreshan ido diluyéndose a causa de su inoperancia para interpelar a la
sociedad sin mostrar un proyecto alternativo y ni siquiera han logrado
trascender las internas dentro de su propio partido o superar las rencillas por
cuestiones de cartel con sus asociados, con lo cual si bien nada le asegura al
oficialismo la victoria el año que viene, sí es dable pensar que mantendrá la gobernabilidad
y la firmeza en el ejercicio del poder político y con ello señalar el rumbo y
marcar la agenda. El escenario electoral es hoy abierto; muy abierto y sobre
todo más difícil de predecir de lo que parecía ser hace un año. Y son esas
circunstancias inesperadas, no deseadas y en algunos casos negadas, lo que
inspira en sus adversarios la furia, el descontrol verbal y la falta de
sensibilidad humana. Y es también la causa de de sus desvaríos torpezas.
De momento, quienes dieron por difunto al kirchnerismo se
desesperan al no hallar el modo de derrotarlo democráticamente. Es por eso que
quienes se ofendieron cuando los tildaron de “destituyentes”, ahora se dedican
a desear la muerte de Néstor Kirchner.
En los últimos diez días, lo que era un secreto a voces salió a la luz con la potencia de lo innegable: la agenda y las candidaturas de gran parte de la oposición política se resuelven en las sedes de las grandes corporaciones e, incluso, en la intimidad de las casas de sus hombres más poderosos. La reunión que convocó a Eduardo Duhalde, Carlos Reutemann, Felipe Solá, Francisco De Narváez y Mauricio Macri en uno de los departamentos de Héctor Magnetto no llegó a la obscenidad de la foto que, una semana antes, había mostrado a los 12 variopintos apóstoles en el predio de la Rural, pero reveló sin medias tintas quién maneja los hilos de la pelea contra el kirchnerismo con vistas a las elecciones del año próximo. No era la primera vez que estos cuatro dirigentes del peronismo disidente y el jefe de Gobierno porteño se reunían –hasta entonces en secreto– convocados por el CEO de Clarín, y que el tema central del encuentro del martes fue comenzar a definir la candidatura del sector. Al día siguiente, Magnetto volvió a asumir el papel de líder opositor durante el almuerzo realizado en la Unión Industrial Argentina, donde compartió la mesa con los principales dirigentes de esa entidad y de la poderosa Asociación Empresaria Argentina, que le responde. Allí, el jefe del multimedios trató de mostrar un frente empresario parado en la vereda de enfrente del Gobierno para reclamar una “seguridad jurídica” que, para los grupos económicos más concentrados, significa lo mismo que las “retenciones cero” que reclaman el presidente de la Sociedad Rural, Hugo Biolcati, y su comparsa campestre: todo para mí, nada para vos.
Una noche en la Recoleta. La filtración a la prensa de la comida del martes a la noche en el departamento que Magnetto tiene en Alvear y Cerrito, lindero con la Embajada de Brasil, fue deliberada. No se debió a un descuido de los participantes, sino que tuvo una clara intención: mostrar al CEO de Clarín por encima de las principales cabezas de la oposición política, oficiando de estratega y, también, de mediador entre ellos. “Esas reuniones son una rutina, sólo que ahora las quieren mostrar. Estos mismos dirigentes también se han reunido con José Aranda (miembro del directorio del monopolio). Son socios políticos de Clarín. Y Macri, aunque no pertenece al peronismo federal, es parte de las reuniones desde siempre”, dijo a Miradas al Sur un dirigente de ese espacio que pidió reserva de su nombre. “El problema es que no tienen candidato y están preocupados por eso. Se les cayó Reutemann; Solá es imposible que llegue y lo mismo pasa con Duhalde. En las cuentas que hacen, hoy ven que la disputa está entre alguno de los Kirchner y Alfonsín. Y piensan que con la economía en crecimiento las posibilidades de que ganen los Kirchner son muy grandes”, agregó. “La reunión del martes tuvo una agenda bien definida –confirmó a Miradas al Sur un hombre de confianza de Felipe Solá–”. Primero que nada querían definir de una vez por todas si Reutemann, que era el candidato que todos querían, iba a ir o no. Eso ya está, no va a ser. El otro tema que se discutió fue si les convenía dar la pelea en una interna del PJ o por afuera, y la opinión que predominó fue la de competir por afuera. Macri, por ahora, quedó afuera de todo. No va a participar de una interna dentro del peronismo federal”. Avanzada la noche, Eduardo Duhalde llegó a tirar un esbozo de equipo de gobierno en caso de ser candidato: “(Roberto) Lavagna sería jefe de gabinete y Jorge Sarghini (diputado duhaldista), ministro de Economía. El nombre de Lavagna sería una garantía para la UIA, donde es muy respetado”, dijo a Miradas al Sur una fuente del duhaldismo.
Cuestión de números. Los comensales del martes a la noche no dejaron de repasar las encuestas, que en los últimos tiempos vienen mostrando un escenario bastante complicado para la oposición en general y, particularmente, para el peronismo disidente. El último sondeo de Enrique Zuleta Puceiro señala que el 47 por ciento de los consultados opina que en 2011 ganará el oficialismo, en tanto que sólo el 31 por ciento piensa que podría ganar un candidato opositor. Pero el dato más relevante es otro: el 57 por ciento cree que a la oposición le falta capacidad para gobernar. El diagnóstico de Ipsos Mora y Araujo va en el mismo sentido: “La consolidación de la recuperación oficialista parece impulsada por la mejora en las expectativas económicas y el vacío de liderazgo de la oposición. El sostenido aumento de la aprobación pública del desempeño presidencial es concomitante con la caída en las expectativa negativas sobre el país y sobre la situación económica. Asimismo, el fortalecimiento del posicionamiento oficialista coincide con la persistente falta de liderazgo en la oposición”, dice. Y agrega: “Un tercio de la opinión pública no identifica a ningún dirigente como líder de la oposición y los dos tercios restantes dividen sus adhesiones de manera extremadamente pareja”. En otras palabras, cualquier candidato del oficialismo –Cristina o Néstor Kirchner– podría ganar en primera vuelta y, en caso de no lograrlo, podría hacerlo en el ballottage. Esta falta de liderazgos claros en la oposición habría sido una de las razones por las cuales Magnetto decidió salir de las sombras y mostrarse como el gran armador. Y la razón última de la filtración de la reunión a la prensa, una jugada que no cayó bien entre los otros participantes del encuentro. Quien más mostró su desagrado fue Felipe Solá: “Resulta que ahora tengo que explicar por qué voy a cenar con Magnetto. No voy a pisar el palito de la inquisición que divide entre buenos y malos. Es ofensivo que piensen que recibo instrucciones porque insultan mi inteligencia. A mí no me mandonea nadie”, se defendió y después –como si se tratara de señalar a algún compañerito de escuela ante la maestra– dijo que Magnetto no sólo se había reunido con ellos, sino también con Ricardo Alfonsín.
El gran dinosaurio. La jugada de Magnetto tuvo como efecto secundario desplazar del centro de la escena opositora a Hugo Biolcati, un lugar que había ganado a caballo de la exposición de la Rural. El armado de la foto de los 12 apóstoles tuvo, para algunos ojos complacientes, el efecto de mostrarlo en una posición de liderazgo, que quedó rápidamente desdibujada después de la precariedad del discurso inaugural. La falta de autocrítica y las reiteradas alusiones al país del Centenario – granero del mundo– como si se tratara del paraíso perdido, no cayeron bien entre los industriales y provocaron preocupación en muchos de los dirigentes políticos que lo acompañaron en la movida ruralista. Además de ignorar que las desigualdades sociales y la distribución de la riqueza del país del Centenario eran abismalmente mayores que las actuales, a la hora de repartir culpas por los graves problemas de desarrollo de la Argentina negó lo evidente: que fue la institución que él comanda –con sus socios políticos y militares– la responsable principal de haber aplicado un modelo destinado al fracaso. Fue más lejos aún, en la tergiversación de la historia, cuando comparó a la Argentina con otros países que estaban en la misma posición agroexportadora a comienzos del siglo pasado. Omitió decir que el modelo argentino no pudo desarrollarse hacia la modernidad por la resistencia de la Sociedad Rural a distribuir parte de la tierra entre los inmigrantes, como sí lo hicieron Australia y Canadá y eso fue la base de su desarrollo. Así las cosas, si algo hay que agradecerle a Magnetto –y también a Biolcati– es haber contribuido, en estos últimos días, a clarificar el tablero político de la Argentina: ya se sabe quiénes manejan los hilos de gran parte de eso que hoy los grandes medios llaman “la oposición”.
Entre el olor a bosta bobina y otras especies agrarias,
y la humana bosta pueblerina y campestre que se hallaba en las gradas y en al palco, se
resumió el olor a bosta ideológica expresada
por Biolcati al hacer retroceder la historia a la prehistoria: “Los gobiernos
pasan pero la tierra permanece.” Exclamó el heredero de Martinez de Hoz,
beneficiario de la Campaña
del Desierto y actual líder opositor más consolidado y visible, como riéndosele
en la cara a un ex presidente y varios que aspiran a serlo si él así lo
dispusiera. Es que cada cual se entrega a la pasión que más le sienta y sin
andarse con vueltas. El pasado domingo, en la Rural, el mentiroso campo desenmascaró su verdad
apropiadora y golpista. Allí no cundió el matrimonio igualitario, sino el
matrimonio entre el poder y los lameponchos; entre los dueños de la mesa y los
convidaditos. Los apóstoles de una variada gama de partidos y coaliciones, se
prestaron a lucir su impotencia disfuncional ante la matriz gaucha maleva, y ya
no hay Viagra ni soja que logre algún efecto eréctil que los consuele y
dignifique. Allí estaban, obviamente, De Narvaez y Macri. Y aunque no tan obviamente
tambien estaba ahora Dualde, quien a la vera de Biolcati parecía hincado. O
peor aún: lucía privado hasta de su tamaño petiso, empeñado en conseguir un no
tamaño. Qué necesidad había de esa autoenanización de un ex presidente
argentino, que aunque no fue elegido por nadie ni nadie lo recordará por bueno,
no deja de ser un ex presidente.
Lo obvio y previsible del mensaje del
continuador de Roca y Martinez de Hoz no amengua su influencia regresiva. Entre
los gases bovinos y otras etcéteras, que causan daño ambiental en la atmósfera,
y las emanaciones de un discurso gaseosamente ingrato, dañino, patronal y
cínico, la pobreza fue nuevamente ultrajada por los ricos. No deberían osar
mencionar su nombre quienes la generan y tratan de hacerla crecer por los
siglos de los siglos, si no fuera que cada tanto algun gobierno democrático les
sale al cruce.
Y la corrupción. También la
corrupción fue intensificada allí, precisamente por los más corruptos. Vociferan
la corrupción como penitentes falsamente despojados de ilimitada codicia y
angurrientas evasiones. ¿Habrá sido eso lo que inspiró a un periodista de alta
gama, a comparar a estos sátrapas telúricos con los jóvenes revolucionarios del
Mayo francés del 68?. Ya no hay más bailes de máscaras en la política argentina.
Porque a esta altura el que lleva máscara delata su afán de ocultamiento y aún
sin sacársela descubre su identidad. Y ya no hay periodistas neutrales, porque
cuanto más posen de neutrales más se transparentan oscuros. La cosa es frontal.
Y aunque el acto de los multimillonarios estancieros sucedió en democracia, fue
como si hubiera sucedido en dictadura. Como si el uniforme sin carne de Juan
Carlos Onganía se paseara en un carruaje monárquico, vivado por ese espíritu de
cuerpo que huele a pesebre pero no santo. Pobres Martín Fierro, el Sargento
Cruz, Atahualpa Yupanqui; pobres los campesinos sin silos bolsa niCardón, sin siquiera trabajo registrado;
pobre incluso el Himno Nacional y Aurora, que tienen que resistir escenarios
que los traicionan a cada rato
Aunque pensándolo, no sé si no
deberíamos darles las gracias, agradecerles tanto sinceramiento; tanta
obscenidad golpista en la punta de la lengua; tanta hipocresía moral solo
comparable a la Alta
Iglesia Argentina y a los grandes medios. Y agradecerles a
sus grandes periodistas por las crónicas alusivas a la épica sojera, indignas
de cualquier manual deontológico; y también a los grandes políticos opositores,
que han confirmado que el consenso que desean es con las corporaciones, porque
con la política a solas ni siquiera pueden practicar onanismo. Algunos, quizá
en un rapto de vergüenza, no se sentaron en el palco para no salir en la foto,
pero en La Rural
saben que igual cuentan con ellos. Otros que no fueron esta vez, cargan con la
culpa de haberse aliado a la derecha gaucha no positiva desde la izquierda que
si realmente lo fuera quizá podría resultar útil. Sí, pensándolo bien, hay que
ser agradecidos. Porque en La
Rural, y a la vista de todos, cada cual se mostró tal como es.
Los gobiernos pasan, la tierra queda,
dijo Biolcati. Y ellos creen que son la tierra. Ellos son los que han tenido el
poder durante casi toda nuestra historia. Los dueños de las tierras se
identifican con su propiedad privada, y es así en todo. Las luchas populares de estos doscientos años
se libraron contra los intereses que representan Biolcati y la Mesa de Enlace. ¿Qué luchas
libró la Sociedad Rural
Argentina? Todas. Todas y cada una de ellas. Todas para sí. Contra el pueblo. Por eso el discurso
de Biolcati lo consagra también para eso: es el que tiene la estancia más larga
y el que representa el sujeto histórico antipolítico por excelencia. Lo único
que florece a su alrededor es servilismo y entrega. Y soja, claro.
¿Cómo llegamos entonces a esta
escena, en la que prominentes políticos se arrastran a los pies de la corporación
agraria y sumisamente receptaron los más groseros insultos a la política? Qué
hacían ahí Eduardo Duhalde y su esposa, junto a otros dirigentes políticos del
arco opositor, escuchando decir que los pobres son la basura que generan los
políticos para rejuntar votos. ¿Es que,
impotentes y desesperados, han decidido aliarse, o cínicamente han estado
siempre aliados a quienes embrionaron a los financistas de la Campaña del Desierto?
Según parece,el país del que habla la Mesa de Enlace no tiene pasado: lo fundaron ellos, cuando Roca
les entregó las tierras ya liberadas de indios de los que ni hace falta
acordarse, puesto que tal como lo confirmó el otro día Biolcati, la simiente de
ese país fue un pacto entre militares y ricos con la anuente colaboración de un
par de viles intrigantes. Porque fue el
Roca militar el primer político que aceptaron. Y están acostumbrados a que los militares
les hagan esa clase de favores y que los políticos sean venales y jueguen para ellos en un territorio inmenso del
cual se sienten dueños.
Si la política tiene sentido para
millones de argentinos, es precisamente para que la Sociedad Rural y
sus amanuenses tengan menos poder. Ellos rechazan la política y descreen de la
democracia porque no quieren ser un sector de la sociedad que pugne con los
otros, como sucede en cualquier democracia. Quieren ser solo ellos los dueños
del poder con todo lo que eso significa. Lo que en definitiva ha sido casi
siempre, salvo durante los gobiernos populares que procuran tutelar lo mejor
para todos. No saben o no quieren ser una parte. Quieren ser todo. Y todo para
ellos, por supuesto. Como cuando vivaron
a Ongania y a Videla o cuando eran amigos de Menem. Y por eso es la bronca.
Porque mal que mal hoy tenemos un gobierno popular que si bien les quita muy
poco se niega a darles todo. Por eso aquello de que los gobiernos pasan y la
tierra queda. Y así, desde 2003, no quieren bajarse del caballo del dueño y
persisten en la gran pelea, una pelea que por ahora, y a falta de mayores
contundencias, es Biolcati el comandante porque tiene el carácter, la gula y el
impudor que suelen enamorar a la derecha golpista argentina.
Excelente canción de Carlos Barragán ayer en 678. Para el que se la perdió, para el que la quiere volver a ver, para disfrutar en el viaje o llevar de regalo.Gran participación además del Luis Livolti, que nos recuerda a la verdadera Federación Agraria, y no a la desilachada actuacion de Eduardo Buzzi en la Mesa de Desenlace.
Cierto estado de desconcierto y de impaciencia recorre el
mundo de la oposición mediática-política. Los cálculos
veraniegos auguraban que a esta altura del año
el Gobierno habría entrado
en su definitivo colapso, abrumado por las derrotas parlamentarias, desfinanciado
y privado de herramientas esenciales para pilotear la economía. No era Mercedes Marco del Pont la presidente del
Banco Central que se preveía
para esta altura del año.
En la mesa de arena de la derecha no figuraba la decisión de la refinanciación
de las deudas de las provincias ni el avance del desendeudamiento, obturado por
la descontada anulación de
los DNU que disponían el
uso a esos efectos de una parte reducida de las reservas acumuladas en el Banco
Central. La imagen de la presidenta argentina representando a America latina en el encuentro con la Unión
Europea, ante la presencia de Néstor
Kirchner como autoridad principal de la Unasur, no entraba ni en las peores pesadillas de
quienes pasean por el mundo predicando el aislamiento argentino.
Esta derivación
de la situación influye en
cada uno de los acontecimientos. Los asesores publicitarios de Mauricio Macri,
por ejemplo, hacen bien en recomendarle al jefe de Gobierno que instale su
respuesta mediática a la
crisis político-judicial en
la que esta envuelto en términos de ataque furioso al
gobierno nacional. Si el tema deja de ser la supuesta conspiración kirchnerista y el espacio es
ocupado por la sucesión de
hechos políticos que
desembocaron en su procesamiento, el panorama se oscurece inevitablemente para
el político-empresario. La
tarea de demostrar que no tiene nada que ver con un operativo de espionaje telefónico en el que esta involucrado el comisario que el designo para encabezar la Policía Metropolitana y también su padre (de Mauricio), quien
reconoce haber contratado los servicios de espionaje para perjudicar a su
yerno, parece bastante complicada. Lo mejor, entonces, es politizar el caso,
colocarse en el lugar del acusador y especular con el antikirchnerismo en el
que esta seguro de ser
acompañado por los
principales medios de comunicación.
Pero, claro, el cambio de la situación no lo ayuda. Una cosa es sentar en el banquillo
de los acusados a un gobierno en el pico de su desgaste y aislamiento y otra es
hacerlo en tiempos que hasta sus adversarios mas
enconados reconocen como de un grado importante de recuperación. Macri esta posicionalmente obligado a
asumir el papel de halcón,
cuando buena parte de la oposición
política parece advertir
que el juego del rechazo sistemático
al Gobierno alcanzo su limite y es necesario abandonarlo,
por lo menos provisoriamente. En tiempos de Bicentenario, mundial de fútbol en ciernes y economía creciendo a más del 5 por ciento anual, los
llamados a la desobediencia civil no prosperan fácilmente.
Macri cuenta con tres elementos principales a su favor. Los
medios de comunicación
dominantes lo apoyan; su expectativa electoral sigue siendo relativamente
importante y cuenta con un bloque legislativo que lo ampara de la posibilidad
de un juicio político. Pero
ninguno de esos factores será
inmune a la eventual complicación
que pueda surgir de los elementos probatorios de la causa. Si se produjera esa complicación, no tardara en debilitar su
imagen publica y, en esas
condiciones, ni la fidelidad de las empresas mediáticas
ni la de su tropa parlamentaria podrían
considerarse datos duros e inmodificables. En esa hipótesis, la suerte de Macri pasaría a depender del curso de la
lucha política general:
concretamente de la posibilidad de la oposición
de someter al Gobierno a un vendaval político
de las proporciones que tuvo la disputa en torno de las retenciones móviles. Por eso, Macri no puede
volver a su inocente discurso consensualista y tecnocratico, esta
estructuralmente obligado a ocupar un rol de contestación antigubernamental extremo. Hasta ahora el
Gobierno no le ha facilitado la tarea de autovictimizacion.
La dura situación
de Macri, en el contexto de la estabilización
política del Gobierno, acentúa el interrogante por el futuro
de la oposición. Si el juego
del rechazo sistemático
comporta el riesgo de la perdida
de credibilidad publica, el
terreno de la construcción
de algún grado de unidad orgánica de la oposición se vuelve resbaladizo. ¿Por que la oposición luce tan débil y desorientada después de un resultado electoral genéricamente tan favorable como el
de junio de 2009? Hay una respuesta fácil
que no por eso deja de ser plausible: no les conviene la unidad porque cada uno
de los lideres esta pensando en su propia
candidatura para las presidenciales del año
que viene. Es así. Pero hay
una cuestión un poco mas profunda que condiciona la
debilidad de la oposición. Podríamos llamarla la imposibilidad
de pasar de la contestación
puntual y episódica a un
planteo consistente sobre el país
al que se aspira. De un modo un poco mas
sofisticado, podría
hablarse de los problemas para construir una hegemonía alternativa. Es decir, la posibilidad de
identificar los intereses de un sector social y político con el bien del conjunto. El punto más alto alcanzado en ese sentido
fue el conflicto con las cámaras
de productores agrarios. En medio de un gigantesco alboroto mediático, surgieron voces que
insinuaron un proyecto político:
el de abrir paso a un modelo económico
estrictamente centrado en la producción
sojera y en el valor agregado que pudiera estructurarse a su alrededor. De modo
que había que dejar de castigar
al campo y a las provincias mas
prosperas, abandonar el
asistencialismo social y apostar al derrame social hacia abajo de la
prosperidad agraria.
No es imposible el triunfo de un proyecto de esa naturaleza.
Después de todo, fue ese el
ambiente de época en el que
el país celebro su primer centenario hoy tan añorado por algunos ante tanta división y crispación social. Pero el avance de ese
proyecto demanda una precondición:
una crisis devastadora que derrumbe al viejo régimen.
De hecho ese es el sueño de los que profetizan tiempos
de hiperinflación. Nadie
puede olvidar que el mas
ambicioso y exitoso programa de reestructuración
neoliberal en la Argentina
necesita del prologo del incendio
hiperinflacionario de 1989. Ahora bien, predicar ese escenario para el futuro próximo no es lo que se dice simpático en términos de opinión
pública. Mucho menos lo es
aparecer fogoneando las condiciones de una crisis. Y peor aun frente a las imágenes de una crisis europea que
tiene mucho parecido de familia con la descomposición de nuestro mundo feliz neoliberal acaecida a
comienzos de este siglo. Hacer causa común
con los fondos buitres en momentos en que el país
renegocia la deuda remanente, apostar a la desfinanciacion del Estado nacional, fomentar el clima
inflacionario con ocultamientos y mentiras es una estrategia políticamente riesgosa. No tanto
para ciertos columnistas y sus patrones, aunque hay que reconocer que ponen en
juego y pierden parte de su alicaída
credibilidad. Pero lo es mucho mas
para políticos que aspiran
al voto popular. Por eso asistimos a una curiosa saga: los comunicadores del
establishment piden más energía a los políticos de la oposición y estos se niegan a inmolarse en el altar del interés de los grandes grupos
concentrados.
El panorama muestra, entonces, a un Gobierno con muchas
dificultades para recuperar una masa crítica
de apoyos que le permita luchar por su continuidad después de 2011 y una oposición que no conforma un proyecto orgánico alternativo. En caso de
persistir esta situación,
el tipo de régimen
electoral argentino deja lugar a dos hipótesis:
un gobierno triunfante ante una oposición
mayoritaria pero fragmentada o una juntura circunstancial de esos fragmentos
que logra imponerse en la segunda vuelta. Pero la política argentina es cualquier cosa menos una imagen
congelada.
La oposición no tiene suerte. Es mayoría en ambas cámaras,
tiene casi todos los medios a su favor, patrocinadoresmuy poderosos y buenos jugadores, y sin
embargo,cuando de casualidad mete un
gol, enseguida le empatan y después le meten otro.
¡Qué mala suerte tiene la oposición! Si le hubiera tocado
otro oficialismo le estaría yendo mucho mejor, podría lucirse y sería todo un
éxito; pero no, justo le vino a tocar lidiar con este oficialismo, que aunque
tiene algunos jugadores de menos son todos de alta competencia, que saben lo
que hay saber y ponen lo que hay poner para lograr lo que pretende; que cuando
todo el mundo cree que está derrotado, reduce, una y otra vez, las aspiraciones
de derechas e izquierdas de postergarlo. Y por más que lo ataquen desde ambos
flancos no sólo sabe defenderse sino que además contraataca y hasta parece que
a veces les moja la oreja. Y los opositores, pobres, cuanto más se obstinan
menos pueden, más se defraudan,y
entonces se debaten en la impotencia. ¡Qué mala suerte tiene esta oposición! El
oficialismo que le ha venido a tocar.
Hay quienes creen o quieren hacernos creer que el fracaso es
producto de la división existente entre los opositores, que este gobierno tiene
la suerte de que la oposición es una bolsa de gatos. Y de ese modo, desde los
interesados análisis políticos, se pretende demostrar que únicamente opositores
sin méritos permiten que el oficialismo no pague el precio de la rápida derrota
que se merece. Es la vieja excusa de menoscabar el triunfo o el éxito del otro
con el falso argumento de la inferioridad propia. Pero no es cierto. Porque aun
cuando provengan de diversos sectores y a veces parecen estar en desacuerdo en
minucias,no es que la oposición no
exista, sea débil o esté dividida porque son tontos. No hay que olvidar que
allí está la flor y nata del neoliberalismo liberal, que muchos de ellos han
sido altos funcionarios de gobiernos anteriores y hasta cuentan en su equipo
con dos ex presidentes. Jamás en la historia hubo una oposición más férrea y
tenazmente unida contra un gobierno como la actual. El único antecedente más o
menos parecido fue aquella Unión Democrática del 45, en la que también desde la
extrema izquierda a la extrema derecha se unieron contra un gobierno popular.
Así que no vengan con que son bobos, enclenques o apáticos. Simplemente no
pueden porque no pueden, porque tienen enfrente un gobierno que se impone, que
los confunde y los somete a pura convicción y política.
La mejor metáfora
fueron los dos nocáuts técnicos sufridos uno tras otro en el Congreso. Uno por
parte de la excelencia técnica de Marcó del Pont, su intachable curriculum y la
impecable tarea de los senadores oficialistas. Otro a manos de la memoria
histórica y destreza política del ministro de economía, que con argumentos tan
simples como irrefutables los dejo mudos cuando fue citado al Congreso. En
ambos casos el noqueado fue el jefe radical Gerardo Morales, pero pudo haber
sido cualquier otro. En todo caso, hay que reconocerle su resignación a tener
que poner la cara casi siempre.
¡Pobre oposición! Por más que reciban ayuda corporativa y
mediática, los opositores no consiguen anular la firme convicción ideológica y
energía política del gobierno. Y miren que tienen de aliados a jueces y juezas
de fanatismo cautelar. Y que gozan de atención personalizada en los grandes
medios de prensa. Y también cuentan con el apoyo de algunos sectores
izquierdosos, de los cuales cabe sospechar que han sido capturados por la
derecha. Y Hasta presentan denuncias penales contra el gobierno con más
ferocidad que la que demuestran contra los que violaron los Derechos Humanos.
Pero aun así no logran que el oficialismo se doblegue. Y no es que la oposición
sea un fracaso. Si no se enfrentara a este Gobierno mejorarían sus chances.
Pero tienen mala suerte, porque si en lugar de este peronismo heterodoxo,
indócil, insufrible y desprolijo, en la Casa Rosada hubiera otro gobierno más estándar,
más formal, máscorrecto y sobre todo
más dubitativo, la oposición se haría una fiesta. Pero no. Justo le vino a
tocar este oficialismo ¡Qué mala suerte tiene la oposición!
Permitanme, antes que nada, hacer una aclaración, ya que descubrí que cometí un error a titular esta nota. Y deseo aclarar que el error es solo mío y no me explico cómo pudo habérseme escapado. Porque decir que esta carta aunque sea hipotéticamente, va dirigida a la oposición, es un error. ¿A qué oposición? ¿A esa multitud de partidos, partiditos, grupos, grupúsculos y personas que andan por ahí criticando al gobierno? ¿A Clarín, La Nación, Ambito Financiero, Los Principios, La Nueva Provincia, Perfil y La Capital, por nombrar sólo algunos de los diarios que publican, amplificado, todo lo malo y nada de lo poco de bueno que hace el gobierno? ¿ A los cientos de radios AM y FM, con Cadena Tres a la cabeza, que parecen solazarse poniendo al aire presuntos llamados de presuntos oyentes que putean a los Kirchner? ¿A la longeva Mirtha Legrand, que por más cirugía estética que se haga no puede cambiar su cara de gorila recalcitrante y estúpida? ¿A Nelson Castro, tan fino él, que tanto le repugnan los Kirchner que para no llamarlos por su nombre inventó un neologismo y les llama “matrimonio presidencial”? ¿A TN, que durante el último fin de semana puso en el aire 63 veces la noticia de que Néstor Kirchner había comprado dos millones de dólares, pero nunca, jamás dijo una sola palabra acerca de los quinientos, sí, ¡Quinientos millones! que compró y envió al exterior el grupo Clarín durante el año pasado? En fin, ¿Se podría también incluir como oposición a los taxistas y remiseros, que de tanto escuchar a Rony Vargas critican al gobierno con el mismo énfasis y las mismas palabras que él, agregando adjetivos tales como “yegua”, “ladrones” , “zurdos de mierda” y otras lindeces por el estilo? ¿Esa es la “oposición” a la que me voy a dirigir hoy? ¿Eso es oposición? No. A lo sumo a “eso” puede llamárseles opositores, por eso esta nota no debería llevar el titulo que tiene sino “Carta abierta a los opositores” . Y quizá otro día explicaré, según mi punto de vista, cual la diferencia que existe entre ser Oposición y ser sólo opositores. Aclarado el punto y si el director me lo permite, leo: ¿Cuál es el modelo de país que proponen los que se oponen al modelo del Gobierno? ¿Qué modelo imaginan, planean y especulan? Si el actual modelo no les gusta, los perturba, los damnifica y los ofende, qué otro modelo los atrae, los satisface y beneficia? La oposición debería sacarse la careta y mostrarnos el presunto modelo que mantienen en reserva y no escamotear esa información al pueblo. Se agotó el tiempo de la crítica por la crítica misma, basada en el insulto y la diatriba. Desaprobar y objetar es facil. Como es fácil proponer fantasías amorosas cuando la cama está lejos. ¿Hasta cuando piensan oponerse a este modelo sin desembuchar cuál es el que ustedes tienen, si es que tienen uno alternativo? Los indicios más reveladores y más nítidos aparecieron recientemente con el caso Redrado y la fundamentalista defensa del Banco Central. Y también se amplifican con la alegría que les deparó el triunfo de Piñera en Chile, o la idea retrospectiva de reubicar a los Derechos Humanos en la valija del desván, y a los actores inhumanos en el limbo del olvido. Pero eso no es un modelo. Apenas si se parece a una alegría pueril, bastante tonta ¿No?, y a una mera expresión de deseos, ¿Sí? Hasta ahora lo que se sabe es que este modelo, el modelo que los kirchneristas y algunos que no lo son tanto llaman “Nacional y Popular”, a ustedes no les sienta. ¿Pero cuál es el que les calza de medida?. Y si lo tienen y les calza, por qué no lo muestran de una vez para que nos calce a todos, o en todo caso a la mayoría o en última instancia a unos pocos, pero que calce. ¿Por qué no lo muestra de una buena vez? ¿Por qué demorar su sinceramiento? Porque con la soja sola y el tambo ad hoc no basta. Tampoco con la iniciativa privada privadísima y el achicamiento del Estado. Eso ya pasó en los `90, cuando el modelo Menemista se sacó la careta y el “no los voy a defraudar” se convirtió en “los voy a despojar”. A nadie puede ocurrírsele que haya muchos compatriotas que sientan nostalgia de ese modelo. Porque claro, nadie en su sano juicio tiene añoranzas de placeres propios a costa del dolor ajeno. ¿O si? Todo modelo de gobierno es ideológico. Se sabe ya empíricamente cuál es el del actual y qué cosas no incluye este diseño: No incluye el ajuste a la inversión pública, no incluye la exclusión ni la opción del desempleo, tampoco la vocación por esterilizar al Estado o esterilizar la producción alentando los malabares financieros. Este modelo puede o no gustarnos pero es transparente. No es todo lo liberal que algunos quisieran pero tampoco es revolucionario en el sentido de “combatir al capital” poniendo todo patas para arriba. No se sienta a la diestra de Dios padre el Fondo Monetario pero no fantasea con actores sociales que no abundan y no plantea espejismos amateurs ni corazonadas adolescentes. Está muy lejos de ser perfecto y hasta tengo dudas de que sea tan bueno como algunos dicen que es. Sí creo que es pura carpintería, con algunas dosis de imperfección artesanal y cierta cuota de impureza en el estilo. Pero este modelo es éste. Hay quienes les gusta y lo llaman “Peronismo Básico”. Y a quienes no les gusta: ¿Cuál es el modelo les gusta, tiene ya un nombre pero les da vergüenza decirlo? Según parece y por el rechazo que les produce el que esta en vigencia, deben de estar imaginando un modelo totalmente opuesto. Bueno, deschávense, confiesen, digan dónde está y quien lo tiene guardado. ¡Hasta cuándo piensan esperar para mostrarlo! Alfonsín al menos recitaba el preámbulo. ¿Qué no alcanzó? Y bueno, pero era algo, y por ese algo fue que lo voltearon. Por democrático y sobre todo porque era ideológicamente socialdemócrata. Pero ustedes, que dicen ser republicanos y afirman defender a ultranza las instituciones, si ustedes el que no ha sido protagonista fue impulsor o cómplice de cuanto golpe de estado ha habido en este país, así que no jodan más con esas cuestiones. Les quedan muy grandes. Son cosas demasiado serias e importantes como andar usándolas como excusa. Sáquense la careta. Desnúdenle la cara al modelo que planean… Si es que lo tienen, claro, anímense a mostrarlo. Porque la verdad, lo que hasta ahora han venido mostrando son rostros crispados y una larga, larguísima lista de palabras soeces y falsas denuncias...!Por favor! Aunque más no sea, de vez en cuando alguna promesa. Y con eso les digo todo.