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Entradas publicadas por carlosfernandez
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//22 de Abril, 2011

LOS JÓVENES MILITANTES NO ESTÁN EN OFERTA

por carlosfernandez a las 18:28, en Politica Nacional

Más de la mitad de los jóvenes apoya al Gobierno - 53% dicen las encuestas de opinión. Y eso se percibe aún sin encuestas. El fenómeno del peronismo K o Frente para la Victoria es la matriz original de no pocos intentos de emulación o de copia. Lo que ahora se le quiere copiar es su llegada a los jóvenes. Y su cada vez más intenso apoyo militante. La plaza del funeral de Néstor Kirchner fue el simbolismo de ese fenómeno ascendente. Y a un funeral no puede copiárselo. Tampoco intentar copiar sus marchas de muchedumbre de los últimos tiempos. Solo pueden copiarse los carteles o incluso superarlos en tamaño. Ese es el límite. En ese sentido también la viudez es incopiable. Y un gran muerto encendido es exclusivo y no se replica. ¡Pero los jóvenes son tan tentadores..! Y no solamente para ciertos pastores libidinosos, para ciertos traficantes y para ciertas bandas musicales de marketing. Son en si mismos, intrínsecamente atractivos. Por eso ya amanecen candidatos/as presidenciales algo precoces- y bastante imprudentes si se miden los pronósticos eleccionarios- que aspiran a ser la voz de las nuevas generaciones. Es fácil imaginarlos luciendo o impostando un cierto espíritu revolucionario o decontractée, adecuándose al gusto de los destinatarios. Hay aspirantes adultos, y también algo mayores, con tatuajes, con guiños cancheros de ojo, con utopías legendarias en el discurso o con voluntarismo sin consecuencias. A los cuales, de pronto, les viene el antojo de la militancia por contagio oficialista. Lo cierto es que la tendencia de ganarse a los jóvenes predomina. Aunque como siempre el que detonó la tendencia es el peronismo K y desde hace bastante tiempo. También fue el detonador del poder político vaciado, del sentido nacional que fuera malvendido y de la soberanía antes desoberanizada. Porque el Gobierno, por su naturaleza creativa, obliga a la oposición a tratar de imitar sus mensajes exitosos. Hay opositores inconscientemente embarazados de envidia K que tienen antojos involuntarios con esa letra. Cuando más se vio esa intención fue en el proyecto de imponer con forceps el 82 % en las jubilaciones. Fue el Gobierno el primero que respetó los derechos de los jubilados, entonces los opositores- plagiarios tardíos- inflan la oferta aunque no tengan fondos ni sepan de dónde sacarlos sin ajuste. En buena hora que los candidatos quieran arañar alguna porción de tantos millones de jóvenes. Y que quieran beneficiarse de la pasión política que el Frente para la Victoria ha generado. Copiar el deseo es fácil, pero no es fácil copiar la pasión que lo despierta. La juventud sabe mucho de fotocopias. Las usa y las tira. El original es otra cosa. Lo cierto es que la matriz de la militancia joven la tiene patentada el Gobierno.

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//23 de Marzo, 2011

HURACAN: HISTORIA Y FUTURO

por carlosfernandez a las 00:04, en Politica Nacional

Cada época tiene la facultad de resignificar el pasado. Nada de lo que quedó atrás permanece intocado cuando, bajo las circunstancias propias del presente, es puesto nuevamente en el centro de la escena. Acaso la más cabal y reciente muestra de ello pudimos verla durante los festejos del Bicentenario, no sólo porque una multitud rompió en mil pedazos los augurios mediáticos de una conmemoración atravesada por la indiferencia, sino también porque de esa inédita fiesta popular emergió un nuevo  relato de la historia nacional, un relato que obligó, a los distintos actores de la vida contemporánea, a debatir lo que parecía ser un expediente ya cerrado.

   Algo semejante, aunque bajo otras condiciones y características, sucedió el 11 de marzo pasado en la cancha de Huracán, cuando decenas de miles de hombres y mujeres de distintas edades y condición social se reunieron para enlazar, en un giro no menos interesante y sorprendente, lo acontecido hace 38 años, en otra Argentina, con una realidad que hoy se manifiesta y nos interpela de manera apasionante sin que nada ni nadie pueda permanecer indiferente.

   En ambos casos, por esos misterios que conforman la intimidad de las sociedades, lo que dejaron esos acontecimientos fue no sólo la posibilidad de conocer otra memoria, poniendo en evidencia que la historia siempre es un territorio de disputas y querellas que estallan en el presente, sino también que la participación popular en el debate político es lo único que puede quebrar la hegemonía de los sectores dominantes, sus voceros mediáticos y sus aliados “democráticos”.

   Lo que muchos quizá no sepan o no reconocen es que las jornadas de mayo de 2010, en las que una verdadera multitud se derramó sobre el centro de  Buenos Aires y de muchas otras ciudades del interior redescubriendo una escritura  hasta ese momento ya casi olvidada, o en el mejor de los casos tenuemente mencionada por muy pocos, fueron posibles porque algo insólito se inauguró en otro mayo, de 2003, cuando inesperadamente  se quebró la inercia de un país degradado y una sociedad a la que se le había privado de lo mejor de su propia historia.

   Puede que aquel 11 de marzo de 1973, cuando triunfó la fórmula Cámpora-Solano Lima luego de 18 años de proscripción del peronismo, no tenga mucho en común con el acto realizado el pasado 11 de marzo en la cancha de Huracán. Aquellos jóvenes de los setenta, portadores de sueños y banderas revolucionarios, núcleo militante que junto a la clase trabajadora logró traer a Perón de su exilio madrileño, evidentemente no son los mismos jóvenes del siglo XXI, amanecidos a la política ya hartos de la falta de participación y el predominio del hiperindividualismo que infectó nuestras sociedades en las últimas décadas. Dos experiencias históricas muy distintas, ya que entre aquella Argentina de 1973 y esta del 2011 no sólo nos separan los años cruentos, vergonzosos y miserables dominados por los perros de la noche dictatorial, sino que además es otra la relación que mantienen las actuales generaciones con la democracia, invirtiendo los términos de aquella época en la que poco y nada del espíritu democrático parecía vivir en el interior de una sociedad que sólo  había conocido la malsana reiteración de proscripciones, golpes militares, gobiernos civiles débiles y finalmente una dictadura criminal como nunca antes se había conocido.  Sin embargo ambas confluyeron masivamente a esa cita con el presente argentino que representó el acto de Huracán.

   Una generación, la del setenta, ilusionada con transformar el mundo y sacudida por las irradiaciones de la Revolución Cubana, el Mayo Francés, la epopeya del Che y los grandes movimientos de liberación nacional que venían convulsionando al Tercer Mundo, que creyó que podía tocar el cielo con las manos y sin embargo no pudo torcer el rumbo de una tragedia anunciada,  y otra generación que ha crecido al cobijo de una democracia cuya inédita permanencia y más allá de crisis y dificultades parece haber alcanzado una madurez que ya nadie discute: una generación que ha debido construir su experiencia de retazos y de novedades pero que sabe que son herederos de otros jóvenes, que llevan en sus mochilas sueños y mandatos, utopías y derrotas y busca reconstruir los hilos que los unen con las antiguas experiencias

   Algo de eso viene sucediendo desde hace un par de años en la sociedad argentina, provocando sorpresa y alarma en el poder corporativo, que, como siempre, se desespera cuando estos “milagros” se hacen presentes en la vida de los pueblos. Porque allí, con miles de voces cantando lo propio de esta época, nuevamente se dieron cita las multitudes que hacen la historia.

En Huracán se reescribió, bajo las demandas y las condiciones de nuestra actualidad, la significación del 11 de marzo de 1973. Se hizo de esa fecha-acontecimiento ya no un recuerdo de un pasado mítico, añorado por quienes se sienten huérfanos de sus irradiaciones, sino que se abrió paso una reapropiación inesperada, y con nuevo estilo, de un pasado que vuelve a cobrar un sentido que parecía extraviado en la noche de la historia. Allí se recogió la herencia de un acontecimiento que marcó a fuego a la política argentina y que sin embargo no es festejado ni recordado por el pejotismo, que ha preferido otros rituales y otras fechas a aquella que le recuerda el triunfo de “los infiltrados”. 

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//26 de Enero, 2011

La calentura del campo

por carlosfernandez a las 01:41, en Politica Nacional

“Las Lomitas” es un pueblito de Formosa casi desconocido para la mayoría. Algunos recordarán que allí estuvo desterrado un tiempo Carlos Menem durante la última dictadura, y también que aunque en ese entonces no contaba con la complicidad de Cavallo, María Julia, Duhalde, De la Sota, Francisco Macri y la Rural, también por esos lares y ya en ese tiempo el riojano hacía de las suyas, esta vez manteniendo relaciones carnales no con los EE:UU sino con una bella jovencita formoseña que todavía anda reclamándole hacerse cargo de la paternidad de un hijo que tuvo con él.
Pero en estos días Las Lomitas fue noticia porque, si bien allá siempre hace mucho calor, esta vez fue el colmo: 48 grados a la sombra y 57 de sensación térmica.
Enterarse de la noticia en el ámbito aliviador de una oficina climatizada, en la pileta, la playa o en una 4X4 con el aire acondicionado a media máquina porque si no te despeina, no resulta más que una curiosidad.
Pero para los pobladores de Las Lomitas es distinto: allí el agua de la canilla y la ducha - si por milagro gotean- sale caliente. Dejar un alimento un ratito fuera de la cadena de frío para comerlo más tarde puede ser suicida y tener fiebre allí sería una redundancia.
De todos modos estoy seguro de que muchos estarán de acuerdo conmigo si digo que es mejor el calor que el frío porque es más democrático: En verano cualquiera puede andar en pelotas, si quiere, pero en invierno no todos pueden abrigarse.
Cada cual tiene calor o frío según el ventilador o el poncho que tenga. El albañil que levanta una pared o hace la mezcla al rayo del sol, a las once de la mañana, no sueña con que al llegar a su casita lo espera un jacuzzi de agua fría con chorros surgentes. El empleado que vuelve a casa a las 12.30 en un colectivo cuyas ventanillas no pueden abrirse, tampoco. No obstante muchos que estamos a salvo de las peripecias del clima con solo apretar un botón o cambiar de escenografía, podemos tratar de imaginar el calor que sienten tantos trabajadores esclavizados por empresas agropecuarias obligados a vivir bajo una lona arrebatada por el sol en medio del campo.
Lo que sí asombra son los mendigos en la plaza, que duermen con frazada y uno o dos perros cubriéndoles los pies. Y con la misma frazada cubrirse tanto en verano como en invierno. Deben ser atérmicos por la autodefensa y evolución natural de la especie.
Los que no hay forma de que se aclimaten son los de la Mesa de Enlace. Es que este Gobierno no les sienta con ningún clima. Ahora vuelven a acalorarse y no hay modo de que recuperen temperaturas normales.
Aunque no es lo mismo estar caliente por la calentura que provocan 48 grados a la sombra que porque el Gobierno no les da bola, los del campo vuelven a calentarse.
 Y más allá de la opinión que objetivamente nos merezca este asunto a los que no conocemos demasiado acerca de cuestiones relacionadas con los récord de cosecha, el aumento de las exportaciones y del precio de los granos y los subsidios al gasoil, sería bueno preguntarse qué estarán pensando los dirigentes agrarios en general, llámense Roulet, Echenique o Maldonado, y los integrantes de la Mesa de Enlace en particular. No es fácil ponerse en la cabeza de ellos. ¿Pensarán que luego de resentir la economía y el consumo popular con cortes de ruta y conseguir con fórceps el rechazo a las retenciones móviles, aquí no pasó nada? ¿Creerán que pueden seguir doblando la apuesta para conseguir más ventajas? ¿Supondrán que el apriete con escraches a legisladores, intendentes y funcionarios llegó para quedarse como metodología de acción directa? ¿Considerarán que el Gobierno debe correr a rendirles pleitesía en el picadero donde se vitorearon dictadores y silbaron a presidentes constitucionales? 
¿Y qué pensarán ahora los medianos y pequeños productores que se quedaron sin segmentación de las retenciones y en vez del 30% deben pagar el 35 y sin subsidios al transporte? ¿Se acordarán que durante la administración de Néstor Kirchner se salvaron de que les remataran los campos? ¿Tendrán presente que en los últimos años se triplicó el presupuesto del INTA, y esto supone una enorme transferencia de recursos económicos hacia el sector agropecuario que bien podría haber ido a Educación Pública, Salud o seguridad, por ejemplo? Vaya uno a saber.
  De lo que se puede estar seguro es que ahora, apenas iniciado el año electoral, en la Casa de Gobierno ya hay un nuevo petitorio presentado por las corporaciones de propietarios de campos. Y uno se pregunta qué pasaría si también enviaran petitorios los millones de ciudadanos más necesitados que ellos. ¡Montones de petitorios desbordarían la Casa Rosada! Un alud de petitorios bloquearía el despacho de la Presidenta y los de sus ministros y secretarios. Porque desatada la furia petitoria estarían los de los campesinos del NOA, el de los del litoral y el de los sin Tierra y de los sin nada, que ven crecer la soja desde un lugar cada vez más reducido del desierto. Y el de los que no usan botas de carpincho sino alpargatas desflecadas y el de los que usan sólo los pies descalzos. Y los petitorios de los cientos de gremios que exigen respuestas a sus demandas; los de los distintos municipios y gobernaciones; los de los changarines que tienen que usar carretillas destartaladas en vez de carritos eléctricos como los de Golf. Tendrían que elevar petitorios también los sepultureros, que todavía cavan a pala y tienen que acomodar los esqueletos sin guantes. Y las auxiliares escolares, que limpian las letrinas de los colegios sin guantes ni escafandras ni lavandina. Y hasta podría haber petitorios de vedetes que les pagan menos por tener la boca grande o el culo chico… 
En fin; estallaría la moda del petitorio. Y su lectura exigiría muchos años y gestiones presidenciales, kirchneristas o no. Y sería necesaria la creación de una dirección de petitorios, tal vez dirigida por algún ex peticionante que acabó próspero. Y entonces habría que estudiar entre todos ellos cuál es el más necesitado y el más urgente; cuál es el que requiere la respuesta más rápida y a cuál privilegiar porque el que lo envía está al borde de perder el último vínculo con la vida; decidir si atender primero a los que ya no pueden esperar más porque están con el último mendrugo en la boca o a quienes tienen todavía reservas en los silos bolsa, en el banco, en la alcancía o enterradas en un tacho de helados o en una caja de zapatos arriba del ropero.
El problema del petitorio no es quien lo envía sino el destinatario, porque a este Gobierno hay remitentes que les resultan más confiables que otros y se niega responder a todos por igual y al mismo tiempo.
Por eso lo sensato es que antes de enviar su petitorio cada uno constatara si es el más perjudicado como para merecer el primer auxilio. Y si en la tabla de carencias es el más vulnerable o si aún tiene resto. Y asegurase si antes que él no hay otros tan necesitados que ni siquiera tienen tinta para escribir la palabra socorro.

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//14 de Diciembre, 2010

A propósito de Villa Soldati: Zonceras y realidades

por carlosfernandez a las 06:04, en Politica Nacional

Según el informe elaborado en 2008 por The Economist Intelligence Unit*, desde hace 120 años, por lo menos el 2,5 por ciento de los habitantes de la Argentina son extranjeros provenientes de países limítrofes. 
La Argentina tenía en 2008 un millón y medio de inmigrantes, de los que la mitad eran irregulares frente a la ley dictada en 1980 por Rafael Videla. El 77,5 por ciento de los varones inmigrantes trabaja, contra el 51,6 por ciento de los varones argentinos. La diferencia expresa el porcentaje de argentinos que estudian y no trabajan. Del mismo modo, la tasa de desocupación del total de la población inmigrante limítrofe y peruana, supera en por lo menos un 10 por ciento a la del conjunto de la población. La tasa de desocupación de los paraguayos llega al 27 por ciento y sólo los uruguayos y peruanos registran tasas de desocupación menores a la de los argentinos. En el caso de la más reciente inmigración peruana se debe a su menor exigencia a la hora de buscar un empleo y a su mayor docilidad frente a las condiciones laborales que les imponen sus empleadores. Mientras la población nativa prevalece en las actividades industriales, comerciales y de servicios, los inmigrantes procedentes de los países limítrofes y del Perú concentran a casi la mitad de su población en el servicio doméstico y la construcción. Entre los inmigrantes llegados en los últimos años, casi dos tercios se dedica a las actividades domésticas (44,4 %) y de la construcción (16,2 % ), en las que se acercan al 15 % del total de la mano de obra ocupada.
Los bolivianos chilenos y paraguayos se concentran en cuatro ramas de actividad: construcción, comercio, restaurantes y hoteles, industria y servicios; los peruanos en servicios y comercio, restaurantes y hoteles. Según el citado informe de The Economist Intelligence Unit agrega que la población migrante es del 4,2 % del total de habitantes del país. Esto supera el porcentaje sudamericano (3,34 %) y mundial (3 %) Pero es casi cuatro veces menor que el 15 % durante casi todo el siglo pasado. Además, ha cambiado su origen. Hasta la Segunda Guerra Mundial prevaleció la inmigración europea; desde entonces creció la de los países limítrofes y el Perú, con excepción de los primeros cuatro años de la posguerra, cuando se produjo una nueva oleada de obreros industriales y agricultores italianos y españoles. A partir de entonces, los paraguayos desplazaron del primer lugar a los italianos, y los bolivianos a los españoles del segundo. La cantidad de inmigrantes peruanos casi se duplicó entre 1980 y 1991 y se quintuplicó en la década siguiente. Esto obedece a los desniveles del PIB per cápita en cada país. En las últimas seis décadas el PIB per cápita argentino triplicó tanto al paraguayo cuanto al boliviano, lo cual a su vez atrae a inmigrantes de esos países, reforzando un círculo virtuoso: a mayor inmigración, mayor riqueza, a mayor riqueza, mayor inmigración. En cambio es menor el flujo de chilenos, porque el PIB de su país es el único de la región que creció sin interrupciones en el último cuarto de siglo y llegó a superar al argentino. Pese a ello la Argentina sigue resultando más atractiva para los inmigrantes, tal vez por su mejor posición en el Índice de Desarrollo Humano del PNUD.
Sin la inmigración producida desde 1950 a la fecha, la Argentina tendría hoy 8,7 % menos de habitantes, su producto interno bruto sería por lo menos 36 % más chico mientras el producto bruto per cápita 25% más reducido. Esto demuestra que la inmigración ha resultado benéfica para los argentinos nativos, incluyendo por supuesto a quienes se indignan contra lo que sienten como una invasión amenazante y, sin duda, para el ingeniero Macri, cuya empresa constructora hizo fortuna con la plusvalía del trabajo de albañiles bolivianos y paraguayos.
Por otra parte, los datos de 2009 establecen que en los establecimientos del Servicio Penitenciario Bonaerense (SPB) había, sobre un total de 26.092 internos y unos 4040 detenidos alojados en comisarías, sólo 902 , es decir el 3% de la población carcelaria, eran de origen extranjero, o sea muy por debajo de la proporción de inmigrantes respecto al total de habitantes del país.
Esto ya está indicando que no es como dice Macri, sus funcionarios y no pocos ciudadanos comunes, acerca de que es “altísima” la proporción de delincuentes extranjeros.
Otro dato que lo contradice es que, del número presos mencionado más arriba, los bolivianos son apenas 58. Las cárceles bonaerenses contienen, por ejemplo, más uruguayos que bolivianos: En el 2009, el SPB alojaba 341 paraguayos, 219 uruguayos, 132 chilenos, 62 peruanos, 58 bolivianos, 21 brasileños y 69 ciudadanos de otros países.
El SPB tiene la mitad de la población carcelaria del país. Mucho más chico es el Servicio Penitenciario Federal (SPF), que aloja a algo más de 9000 internos. Allí, la proporción de extranjeros detenidos trepa al 25 por ciento, pero sucede que buena parte de ese 25% no son residentes en ningún barrio de la Capital ni localidades del interior, sino personas que fueron detenidas en las fronteras al intentar ingresar al país con distintas cantidades de drogas. Pero además, curiosamente los datos muestran que la gran mayoría de esos detenidos son sudafricanos, holandeses, italianos y españoles, y no ciudadanos provenientes de países limítrofes.


*The Economist Intelligence Unit es la unidad de información empresarial de The Economist Group, que cuenta con una red global de 500 analistas que analiza continuamente las condiciones políticas, económicas y de negocio en más de 200 países.
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//19 de Noviembre, 2010

¿Gallinocracia???

por carlosfernandez a las 01:31, en Politica Nacional

Según los acontecimientos más recientes lo indican, hoy por hoy parece ingenuo esperar que, a la hora de confrontar sus ideas, los diversos actores de la política nacional se sientan inclinados a observar ciertas reglas éticas y apegarse a las normas que rigen la democracia. Y todo hace suponer que esto se verá más lejano en tanto se acerquen las elecciones y se profundice la campaña electoral del año próximo. Sin embargo, sería importante que esa tendencia se revirtiera, porque el sano debate de ideas contrapuestas es siempre enriquecedor tanto para los más directamente involucrados como para la ciudadanía en general. Lo otro (léase chicanas, agresiones, insultos y acusaciones) sólo aporta al empobrecimiento del colectivo.
Y es bueno señalar que las chicanas y las agresiones no se verifican sólo en el terreno de lo verbal, sino también cuando se utilizan mecanismos pseudo legales y no del todo legítimos para entorpecer o bastardear aquello que los mandantes, sean estos los ciudadanos a través del voto o los legisladores al sancionar las leyes, dejan claramente formulado al expresar su voluntad. Un claro ejemplo de esto es el hecho de que un ignoto juez de primera instancia impida o al menos postergue, legalmente, la plena vigencia de la Ley de Servicios de Comunicación Audiovisual, por ejemplo, siendo que fue aprobada por amplia mayoría en ambas cámaras legislativas. Reconociendo mi supina ignorancia en cuestiones de derecho, basado apenas en el sentido común, no creo equivocarme demasiado al firmar que aquí la legalidad se opone a legitimidad, constituyéndose en una vil chicana que obstruye el normal desenvolvimiento de la más fundamental institución de la democracia como es el Parlamento.  
De similares características, aunque de diferente origen y distintas consecuencias, es el caso de Julio Cleto Cobos. Más allá de los calificativos que su persona merezca, nadie puede poner en duda que él ostenta legalmente el cargo de Vicepresidente de la Nación. Pero no menos cierto es que está ocupando ese lugar de manera ilegítima, por cuanto lo que la voluntad popular le confirió a Cobos no es la facultad de “controlar”, “ponerle límites” o “fiscalizar” la labor del Ejecutivo, sino la responsabilidad de secundar a la Presidenta colaborando con ella en la compleja tarea de comandar los destinos del País. Es por ello que, siendo legal que ejerza la Presidencia del Senado, no es legítimo que se valga de ese lugar de privilegio para actuar como uno de los jefes de la oposición. Y tanto o más ilegítimo e injustificable es que dirigentes que se llenan la boca de “institucionalidad” y “republicanismo”, respalden política y moralmente a Cobos basándose en la presunta legitimidad de los actos que realiza desde su función, algo que, además, sostienen de manera obviamente circunstancial y oportunista, porque ¿sostendrían los mismos argumentos si la historia los enfrentara a la situación contraria: es decir, tener un presidente propio y un vice actuando desembozadamente como opositor? 
La situación planteada en torno de la constatación de la identidad de los hijos adoptivos de Ernestina Herrera de Noble, corre más o menos por el mismo andarivel: Las argucias legales para impedir que los análisis de ADN se realicen tal y como como corresponde, no son otra cosa que actos que atentan contra el legítimo derecho que todos, incluso las dos jóvenes victimas, tenemos a conocer verdad, aun cuando los condicionamientos históricos y culturales de sus vidas les impidan a Marcela y Felipe verlo de ese modo.
Los ejemplos de esta y otra clase son tantos y conocidos que amen de ocioso sería un poco tonto intentar mencionarlos a todos. Vale sí decir que la tensión legalidad versus legitimidad no es un descubrimiento de los argentinos ni producto de la circunstancia histórica que vivimos. Pero cuando esta contradicción comienza a volverse cotidiana, habitual, hasta convertirse en rutinaria, es sin duda un signo de deterioro en la calidad del sistema y, sobre todo, de las relaciones y los vínculos humanos que lo sustentan. Es este un mal síntoma al que hay que prestarle atención para remediarlo cuanto antes y de la mejor manera, porque como bien dice Estela de Carlotto, “a esta democracia nuestra hay que cuidarla y hasta donde nos sea posible mejorarla”.
Pero no es lo que hacen algunos Diputados y Senadores en el Congreso de la Nación. Avisados quizá por el pueblo, por las encuestas, por la marcha de la economía o por el reconocimiento de su propia inoperancia, que su futuro eleccionario se encamina a la derrota, un puñado de ellos no vacila en el juego para que el escándalo salpique otra vez a la política. Impotentes, desprovistos de la posibilidad de generar entusiasmo, apuestan al desentusiasmo del pueblo entusiasmado y en su clara conciencia del fracaso, afanosamente se empeñan en querer que fracase todo. Vaciados de futuro retroceden con nostalgia a la época del que “que se vayan todos”, simulando ignorar que era a ellos a quienes el pueblo les pedía que se fueran y de puro contumaces no se fueron.
Todavía caliente el duelo popular, la oposición en general se siente aterrada al verse enterrados por el “gran muerto” y, desesperados, se rejuntan sin deseos de estar juntos. Y siembran el Congreso de sospechas; embarran las bancas y envilecen sus mandatos democráticos rebajándose a sí mismos con tal de arrastrar con ellos a quienes los superan no en número pero sí en tamaño. Un extraño fenómeno de amasijo los compacta. Y aún asqueados sus miembros entre sí, a sabiendas de su ya probado fatalismo secundario, empequeñecen aun más su diminuto papel opositor intentando gobernar, con artimañas legislativas y argucias legales, un país que eligió democráticamente a su gobierno. 
La previsible aprobación del presupuesto los “saca”: no sea cosa que el reparto y la distribución social que allí se planea siga alentando aprobaciones que ninguno de ellos consigue. Carrió los desborda a todos. Como una suerte de Moby Dick enfurecida sueña con un naufragio colectivo y secundada por un puñado de hipócritas, augures y odiadores, reinstala en el Congreso la ponzoña de la coima y el soborno y todos, o casi, con tal de medrar con el escándalo hacen canibalismo con la política que generosa e inmerecidamente los contiene. Hay diputadas trémulas que se agitan virginales fantaseando con que quieren corromperlas. Y hay radicales, ex peronistas y otras tendencias fútiles que ansiosos de vedettismo aprovechan la batahola para que las cámaras de TN los haga conocer y entre todos, unos más otros menos, alborotan el gallinero del Congreso como si hubiera entrado una serpiente y cacarean una Banelco trucha. Pero cómo creerles a gallinas infértiles que nunca han puesto huevos.

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//07 de Noviembre, 2010

Cristina no es como Perón, es mejor

por carlosfernandez a las 23:22, en Politica Nacional

Leída por el autor en su micro “Puntos de vista” del programa “La minka”, que se emite los domingos de 9 a 12 por FM Gospel (102,9) y www.gospel1029.com.ar en diferido: www.laminkaradio.blogspot.com

Casi ayer mismo, hace apenas ocho o nueve años, los argentinos salíamos a la calle  enardecidos y vociferando aquella clamorosa exigencia de que se vayan todos. Todos. Que no quedara ni uno solo. Hoy, mucha de esa misma sociedad volvió a las calles a llorar porque se fue un político en plena actividad.

“Estoy azorada”, decía el viernes una oyente de las tantas que llaman a las radios porteñas para hacer comentarios. “Hasta el miércoles estábamos todos convencidos de que la inflación es un desastre, que ya no se puede vivir con tanta inseguridad y en que había que cuidarse hasta en el censo. Y resulta que ahora sale esta multitud y todos estos pibes a defender al Gobierno.” Esas palabras y otras parecidas hoy están en boca de mucha gente que acaba de descubrir que este país no es el que nos describían el Grupo Clarín, la Mesa  de enlace, Carrió, Duhalde, Cobos y De la Sota.

Se piense como se piense acerca de este Gobierno, nadie puede rebatir seriamente que el salto entre una y otra situación supone una mejora general en las expectativas populares.

La muerte de un líder político como Néstor Kirchner pone en evidencia las grandezas y las mezquindades de la sociedad argentina, particularmente de la intelectualidad y de la mal llamada clase política, por lo que no debe sorprendernos la manía de muchos en intentar comparar a Kirchner y Perón.

Con la mala leche de los que miran la historia argentina desde la óptica de los poderosos, se dice que así como Perón dejó a Isabel y a López Rega, Kirchner dejaría a Cristina, Aníbal y Moyano. Tal comparación nos lleva inmediatamente a quienes mal que mal tendemos a ver el momento histórico sin maliciosas imposturas o intereses políticos bastardos, a  responderles enfáticamente que Néstor Kirchner no es aquel Perón y que la coyuntura política de la argentina de los ’70 es incomparablemente distinta de la actual. Más allá de esta verdad irrefutable, también es cierto que Perón ejercía en aquel momento la presidencia y que su mujer era la vicepresidenta, cuestión ésta también significativamente distinta de la actual, donde quien posee la primera magistratura es la mujer de Néstor y su vicepresidente un apóstata que avergüenza incluso a los radicales.

En todo caso, dejándonos llevar por esa manía de las comparaciones y a fuerza de no ser del todo justos con la historia, deberíamos  decir que Cristina es Perón. Pero el Perón del ’52, cuando pierde a Evita, a su compañera de militancia, su compinche de patriotismo, su ladera en la causa nacional y popular. En este sentido, Cristina es Perón y Néstor su ladero incondicional.

Vistas las cosas de ese modo, y erróneamente analizadas desde una circularidad histórica improbable y alejada de todo materialismo, se podría afirmar que de la misma manera que el peronismo emergió de la primera Década Infame, el kirchnerismo lo hace desde la segunda, la del menemato, y que si en aquel momento el Estado fue el impulsor del desarrollo lo mismo ocurre ahora, y que si Perón y Evita se lanzaron decididamente a las reivindicaciones de los que menos tienen, Néstor Kirchner lo hizo y Cristina continuará haciéndolo, etc. etc.etc. Vale decir que lo que estamos viendo es igual o muy similar a lo que se vivió en aquella época,  lo cual podrían inducirnos a pensar que consecuentemente con ello el movimiento nacional está condenado a repetir lo  ocurrido en el ’55. Pero ello es imposible desde muchos puntos de vista, siendo las razones más obvias las de carácter sociológico. La sociedad argentina es hoy muy distinta de la de los ’50: su estima por la democracia ha crecido en simultaneidad con el respeto a los derechos humanos, identifica mejor a sus enemigos y rescata a la política como herramienta para defenderse de ellos, y la Unidad Latinoamericana ha dejado de ser una aspiración intelectual para convertirse en una consigna con fuerte raigambre popular.

Pero hay, también, una cuestión que es esencial: Cristina es más que Perón. Y lo es, justamente, porque existió Perón. Cristina es hoy depositaria de una tradición política que arranca con Perón y Evita en el ’55, que se continúa a lo largo de más de medio siglo y acumula una rica experiencia de luchas y militancia cuyo mejor fruto es, sin duda alguna,  Cristina Fernández de Kirchner.Solamente nuestro siempre latente machismo nos lleva a comparar a Perón con Néstor y no con Cristina. 

Pero ha llegado la hora de las mujeres. Y tal como cantaban los muchachos y las chicas en los 70, Mujeres son las nuestras/ las otras están de muestra”  y Cristina es de las nuestras. La mejor.

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//02 de Noviembre, 2010

Néstor Kirchner no era Perón

por carlosfernandez a las 15:03, en Politica Nacional

Leída por el autor en su micro “Puntos de Vista” del programa “La Minka”, que se emite los domingos de 9 a  12 por FM Gospel (102.9), www.gospel1029.com.ar y diferido por: www.laminkaradio.blogspot.com

Perón dejó como sucesores a una Presidenta inepta y a un criminal paranoico que dedicó sus mayores afanes a perseguir y aniquilar a los jóvenes del peronismo, armados o no. En cambio Néstor Kirchner compartió su vida y deslizó la presidencia en manos de una mujer de excepcional inteligencia, un valioso cuadro político fogueada y hecha en la militancia. Perón muere enemistado con la  juventud y lo mejor del peronismo y elige, o lo obligan a elegir, quedar pegado a la más execrable burocracia sindical y a la partidocracia pejotista, pusilánime y conservadora, mientras que Néstor es sorprendido por la muerte en pleno diálogo con la juventud, con las organizaciones sociales de base, con los organismos  defensores de los derechos humanos y en plena construcción del Frente Para La Victoria como sustituto de un PJ aburguesado y socio minoritario de las corporaciones,  y además acompañado por un Movimiento Obrero Organizado que, aun sin haber podido todavía desembarazarse de ciertas prácticas liberales, aparece como la trinchera más confiable que tiene el pueblo para enfrentar los avances del Impero.

El vicepresidente de Perón era su esposa, huérfana de carácter, sin experiencia ni militancia política y moralmente sometida al monje umbandista Daniel, quien se sirvió de ella para alcanzar sus maléficos designios. La compañera de toda la vida y sucesora  de Kirchner es Cristina Fernández, de cuya inteligencia, fortaleza moral y extendida  militancia política nadie puede poner en duda. Su vicepresidente es un traidor ética y políticamente despreciable, pero ella lo sabe muy bien.

Cristina Fernández es de esos seres humanos que se agrandan ante la adversidad. Se la vio llorar, claro, ¿Cómo no va a llorar al compañero de toda una vida? Quién, con un cierto grado de sensibilidad, no lloraría en una circunstancia semejante. Pero Cristina es notoriamente fuerte. La desdicha le dará aun más fuerza y la hará todavía más dura en la lucha. Muchos acaso ni sospechen lo que tendrán que enfrentar de aquí en más. Por otra parte, si, como dicen, Cristina carece de carisma para “enamorar a las masas” por falta de simpatía, de feminidad o  de lo que sea, su inteligencia, coraje y capacidad de gestión despierta admiración y cosecha adhesiones en el mundo entero.

 “Pobre –dirán algunos-  qué mala suerte tiene; quedar tan repentinamente sola, perder a su marido al que tanto quería y  necesitaba”. Y es cierto. Nadie puede poner en duda que amaba y necesitaba a su marido. Pero Cristina no es (en realidad nunca fue) simplemente “la esposa de”. No por nada el pueblo ve en ella a la mujer que se quedó sin su hombre pero sigue siendo Cristina, una mujer que,  además de tener y querer, puede  y sabe arreglárselas sola. Pero además no está ni estará sola. En estos días apareció en Plaza de Mayo un cartel que decía: “Néstor está con Perón y el pueblo con Cristina”. Una simple frase nacida tal vez de un corazón y un espíritu simple: sin duda alguien del pueblo. Alguien quizá muy humilde que formaba parte de ese pueblo agradecido que esperó largas horas, incluso bajo una lluvia y pertinaz, para ofrendarle su muy sincero homenaje a Néstor Kirchner y el más incondicional apoyo y solidaridad a su esposa, mostrándose además decididamente dispuesto a respaldarla para que el país conserve el rumbo iniciado en 2003.

Abundaron las flores, las adhesiones y saludos protocolares. Algunos sinceros otros no tanto y otros del todo mentirosos, como el de Cleto Cobos, la Mesa de Enlace, Macri, Bergoglio  Macri, Duhalde y De la Sota. Pero estuvieron y estarán también y sobre todo los otros, los verdaderos, los miles y miles de ciudadano anónimos que durante horas y horas desfilaron junto al cuerpo sin vida del hombre que les devolvió las ganas de vivir.  Y la militancia, eso que hoy más necesita el Peronismo para la construcción política territorial que como una suerte de trinchera popular esté preparada por las dudas, no vaya a ser cosa que el gorilismo apátrida, aunque de manera equivocada, crea llegada la hora de quebrar el orden institucional para desde allí tomar nuevamente revancha contra los avances del pueblo. Hoy, quizá más que nunca, la militancia juvenil, especialmente la peronista, tiene un papel esencial: Recuperada la dignidad, el orgullo de ser Argentino, la confianza en la democracia y la certeza de que la política es la única herramienta válida que tiene el pueblo para forjarse un futuro mejor, tomará en sus manos el “bastón de mariscal que cada joven lleva en su mochila” y llevará las banderas de Evita hasta la victoria. 

Que el PJ siga en lo suyo: roscas, candidaturas, negocios y ambiciones bastardas: politiquería barata siempre nos costó caro. Que los Duhalde, los Macri, los Rodriguez Saa y los De la Sota se vayan a la mierda. Basta de emponcharse con la bandera de Perón y utilizar a la democracia como instrumento sólo útil para llegar al gobierno con la mira puesta en los negocios y desde allí traicionar al Pueblo. Lo esencial del proyecto sigue siendo la unidad de América Latina, el fortalecimiento del Estado, la promoción y desarrollo de la industria nacional, la irrestricta defensa  de los derechos humanos y el incondicional avance y resguardo de las conquistas sociales. Habrá a quienes esto les guste mucho, poco o nada, pero no es otra cosa lo que hizo Néstor Kirchner y sin dudas continuará haciendo Cristina.

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//10 de Octubre, 2010

Lo categórico, lo relativo y los malos deseos

por carlosfernandez a las 22:40, en Politica Nacional

Se sabe que aparte del blanco y el negro hay grises; y también que en esos grises los opuestos pueden aproximarse. Pero el abuso del matiz puede terminar en algo indefinible, ambiguo, incierto, confuso. Si se pretende aclarar un azul profundo, éste puede convertirse en un celeste blancuzco o en un blanco acelestado, es decir, en un tono chirle, impreciso, relativo. Lo mismo ocurre cuando uno pregunta ¿Te gusta tal cosa?, y le responden con un “relativamente”, ¿qué significado tiene esa respuesta? 
Vivimos una época de contrastes, de oposiciones, de antítesis, y nos toca sobrellevarla estando en alguno de los lados porque la corriente te lleva o te deja atrás. Ya no sirve estar en el medio ni mucho menos en los dos, y como no se puede estar un “no lugar”… El caso de Julio Cobos es un buen ejemplo: por más que quiso relativizar su voto “no positivo”, terminó siendo un voto negativo absoluto, porque lo relativo no tiene ningún valor. Se está a favor, o se está en contra.
Tanta tensión antagónica es incómoda: desplaza la idea de la neutralidad, de la asepsia, del “yo, argentino”; fatiga al ciudadano y lo construye más frontal, lo pone al descubierto, lo impele a situarse en un lado o en otro. En el medio, nada. Así como calentar o enfriar la economía no es una cosa relativa, así se está a favor de los Derechos Humanos reivindicando la memoria o se pretende echar todo al olvido; se está de acuerdo con potenciar el Estado o se prefiere estrujarlo hasta desvanecerlo.
Los dilemas que plantea la encrucijada social, económica y política, se incluyen en ese proceso binario de lo blanco y lo negro. El mal llamado “conflicto con el campo” es un ejemplo de ello. Lo mismo ocurre con la nueva Ley de Medios, con las jubilaciones recobradas por el Estado, con averiguar o no la dudosa identidad de los hijos de Ernestina Herrera de Noble, con apoyar o boicotear la nueva ley de entidades financieras o la investigación de Papel Prensa. No son cuestiones relativas. Tampoco es relativo Hector Magnetto ni Lidia Papaleo, como no lo son un torturado y su torturador.
Es la sociedad quien lo ha decidido; así lo han determinado los votos y el Congreso es su caja de resonancia. Con casi tres décadas de democracia, a esta altura ya sabemos que las próximas elecciones no tendrán un valor relativo.
El odio tampoco es relativo. Luis Buñuel decía, y su cine lo demostraba, que “no hay odios ni deseos inocentes”. En la Argentina sobran los deseadores de esa clase. La pulsión tóxica expresa sus deseos a través de los medios y de sus representantes políticos. Se los ve, se los lee y se los escucha allí, agazapados, amenazantes, haciendo méritos para probar que sus deseos son odios estancados y no tienen nada de relativo. Entre otros deseos está el que desea que se descubra que Lidia Papaleo ha recibido millones de dólares para estar contra Clarín y la Nación. Y que se descubran cientos de millones de dólares escondidos bajo el parqué del antiguo despacho de Kirchner, y que el Gobernador Scioli se de vuelta y pase a ser opositor poniéndose a las órdenes de Dualde. Fontevechia, el famoso editor de Clarín, escribió como si nada que Kirchner, “cuanto más se esfuerce en disimular su enfermedad, más se enfermará”, mientras Mariano Grondona se inquieta porque aún no se creó el “antídoto” para acabar con el kirchnerismo. 
Más fresco está el deseo de que Hugo Yasky sea culpable de fraude en las elecciones de la CTA y que su cómplice en el fraude sea Hugo Moyano, y el de quienes desean que la hija de los Kirchner, que estudia en Nueva York, sea denunciada por sus vecinos de Manhattan por causar ruidos molestos a la noche. Y están los deseos internacionales: por ejemplo que Obama desmienta haber felicitado a las Madres de Plaza de Mayo, o que Nestor Kirchner fracase al frente de la UNASUR y que Cristina deje de ser invitada a inaugurar cuanto evento internacional de importancia haya en el mundo. Y el último, aparecido hace poco, que consiste en el deseo de que una vez que los chilenos logren salvar a los mineros enterrados a 700 metros de profundidad, aquí, en una mina a cielo abierto de Cuyo, un minero de pueblo originario quede apretado por una piedra chiquita y no haya tecnología que lo salve. 
Hay argentinos que desean que la inflación aumente hasta hacer colapsar la economía, y no faltan quienes desean que cuando llegue el verano y se enciendan los aire acondicionados, justo las represas se queden sin agua y haya un apagón catastrófico salvo en la casa del ministro De Vido. Y ni hablar de los que se mueren de ganas para que un matón K, con remera negra y logotipo K, le pegue un pellizco en las nalgas a un periodista delicado para que la SIP lo considere un ataque a la libertad de prensa y pida la intervención de la ONU. También flota en el aire un deseo que hasta me da pudor incluirlo: Es el deseo de que una de las parejas gay cometa alguna perversión en la crianza de un hijo, para que así Bergoglio y Mirtha Legrand salgan a decir que ellos auguraron que el casamiento igualitario era peligroso… Sólo por una cuestión de buen gusto no incluyo aquí los numerosos deseos explícitos de muertes varias y esperanzados deseos de golpes de estado. 
Esta es una lucha entre deseos no inocentes. Por fortuna también son muchos los que tienen buenos deseos. Y me atrevo a decir que últimamente son cada vez menos los que tienen deseos indeseables.

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//05 de Octubre, 2010

Hebe no es una “señora gorda”, por lo que tampoco es “fina”.

por carlosfernandez a las 13:26, en General

Voz original que surge del pliegue interior de una catástrofe nacional, Hebe Pastor de Bonafini no puede ser fácilmente interpretada con categorías políticas usuales. Desata el verbo sin la continencia habitual del orador público. Su estilo, valor y planteo es la imprecación y, quizás con más frecuencia que la necesaria, también la blasfemia. Pero ¿Se hubiera podido forjar un espíritu de lucha, un núcleo de resistencia a la dictadura sin esa sensibilidad tan particular? Toda su figura trasunta un rasgo de autoridad que no surge sólo de una actuación amasada lentamente, con el tiempo, o de un aprendizaje en las esferas de lo político. Su autoridad proviene de una doble fuente que tiene otra índole: primero, la de su propia tragedia familiar, luego el componente quizás más esencial: el posicionamiento matriarcal de las familiares populares, o sea desenfado, voluntarismo e ingenio emprendedor que caracteriza a los sectores plebeyos con fuerte capacidad de iniciativa en el ámbito doméstico.
Su pasaje a la esfera pública fue súbito e impensado. Así ocurrió con la mayoría de las Madres y Abuelas de Plaza de Mayo, que en su vía crucis se desempeñaron y se desempeñan en su condición de tales, apelando a su vínculo filial, a los lazos genealógicos, impulsadas por el dolor. El lenguaje que de allí surgiera no podía ser sino de una asombrosa llaneza, basada en el reclamo absoluto frente al Estado y a los símbolos de los patronatos más antiguos: los jueces, los militares y la iglesia.
Todo lo que los primeros grupos de Madres hacían era un peregrinaje al interior de los símbolos oscuros de dominio, lo que por cierto entrañaba un riesgo absoluto pues en esas demandas a la esfinge represiva iba también la vida. Era necesaria cierta inconciencia para enfrentar al poder con tal desenvoltura, y por lo tanto, el lenguaje utilizado fue y es el de la irreverencia directa y también de la execración.
Se aguzó así un modo de interpelación sin mediaciones ni cálculos de conveniencia. No eran, no son palabras bonitas. Brotaban y brotan del estrato profundo de donde provienen las palabras que parecen palabrotas pero son las más colectivas y desnudas: las usa el pueblo, y por lo tanto las más comunes y fundantes.
Ese estrato idiomático es costumbre manejarlo con prudencia y selectividad. No tanto en los medios masivos de comunicación, donde los tabiques de diferenciación se han levantado ya con la hipótesis de que un lenguaje soez atrae a las masas y con ella al rating, que supuestamente indica popularidad y éxito. Pero en las conversaciones habituales todavía se eligen tonos, sabores, vocablos. Por lo general cada palabra reclama de nosotros un breve destello de meditación antes de ser asestada, pero Hebe no proviene de esas cautelas. Sus mayores actuaciones fueron frente a los templos de poder habituales, sean ministerios, cuarteles o sacristías. No es que antes y ahora no distinga alianzas o preferencias, pero su voz esencial es un grito apenado que surge de un antiguo sentimiento, la corriente subterránea sin trabas que pronuncia frases que suenan atrevidas para los habitantes de lugares ceremoniales o despachos canonizados.
No me fue difícil pensar en estas cosas cuando, por televisión, la vi producir su gesta discursiva, el martes pasado, en la Plaza Lavalle. Ya la había visto hacerlo antes frente a los edificios de los que emanaron decisiones y órdenes atroces. Pero no era el caso. Quizá esta vez no haya sido lo que el momento reclamaba. Y estoy seguro que a muchos nos recorrió un cierto sentimiento de vergüenza ajena y angustia, aunque fuera una angustia fraternal, que nada tiene que ver con el pacato disgusto de los que profesan la hipócrita moralina burguesa.
Y aparecieron los medios. Se encendieron las cámaras y se aumentó el volumen de los micrófonos para potenciar las voces condenatorias. Porque la maquinaria mediática sabe que refutar no es sólo esforzarse en el argumento propio, sino potenciar los pequeños errores y la palabra desnuda de aquellos a los que no quieren. Y la drástica partición conceptual a la que está sometido el juego político del país, de inmediato nos mostró al coro de los hipócritamente indignados, dispuestos a destilar toda la hipocresía y rabia necesarias para igualar la “innecesariedad” del lenguaje empleado por Hebe. Es probable que la palabra desnuda de Hebe no haya sido la que debía ser, por la situación en la plaza, por ella misma y por lo que se está debatiendo en esta Corte. Pero, bueno es decirlo, su lenguaje, acaso un tanto excedido en la forma, estuvo en muy estrecha relación con la justa causa que allí se defendía y con la explícita historia que había llevado a miles de personas a manifestase frente Tribunales. Se defendía una ley. Y se quiera o no, el uso de la palabra pública es otra ley, ley profunda, que mucho tiene que ver con la ley que en momento se estaba respaldando.
El hablar puede ser político e impolítico. Con este último, también se habla de política. Hebe importa por que ella es y no por el modo en que esgrime sus atributos discursivos. Encarna memoria y desgarramientos; sus anatemas surgen de su impulso profanador. El que profana quiere inventar un mundo y para eso no hay manuales… tal vez sea esa la causa por la que Hebe Bonafini larga sus flechas con un poco de torpeza. Pero no hay dudas de que lo hace con mucha, mucha puntería.

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//19 de Septiembre, 2010

EL ODIO INUTIL

por carlosfernandez a las 23:20, en General

Creo recordar que fue Marcel Prous quien dijo que “El odio es dañino desde su origen y al contrario del amor, que alguna vez cesa, continúa y no sana nunca”. 

En la película “El padrino III”, protagonizada por Al Pacino haciendo el papel  Don Corleone, éste le aconsejaba a su ahijado y potencial sucesor, Andy García, que “nunca hay odiar al enemigo”. La escena está enmarcada en un momento en el que era imperioso eliminar a los otros capos, pero el Padrino insistía en que “No hay que odiar al enemigo, porque el odio enceguece y conspira contra la eficacia; por lo tanto, si quieres vencer no debes odiar”.

Si eso ocurría en medio de una guerra entre mafiosos, sin límites en cuanto a los fines ni a los medios a utilizar, un consejo de tal naturaleza debería ser tenido muy en cuenta por los protagonistas de la competencia democrática que está, o debería estar, encuadrada en ciertas reglas éticas y limitaciones metodológicas.

No deja de inspirar cierta pena verse obligado a escribir sobre cuestiones tan primarias en una sociedad que lleva 27 años ininterrumpidos de democracia.  Pero los protagonistas lo imponen al desnudar su ambición y su falta de sensibilidad.

Muchos creíamos que aquel “viva el cáncer”, de cuando Eva Perón agonizaba en su lecho de enferma,  habia quedado en el pasado como un exabrupto de los gorilas de aquella época. Sin embargo, cuando días pasados Néstor Kirchner fue operado de una obstrucción en la carótida, la edición on line del diario La Nación fue inundada por mensajes de intolerancia y salvajismo. Por su parte, la dirección del diario confió esa tarea a sus columnistas, quienes no se privaron de nada al deslizar surtidos tópicos de derecha.  Y no de la centro-derecha democrática, esa quimera difícil de hallar en la Argentina, sino de la derecha más rancia, esa que supera al gorilismo vernáculo para vincularse ideológicamente al pensamiento nazi. Incluso uno de ellos, que en su momento admiró  el “espíritu espartano” de los represores durante la última dictadura, hizo una rebuscada analogía entre la clínica donde estaba internado Kirchner y el Monte Taigeto, lugar desde donde se arrojaba a los indeseables por débiles o enfermos para deshacerse de ellos.

 La dirigencia opositora tampoco guardó estilo. No fueron pocos los que, de una u otra manera, dejaron ver su deseo de que se hiciera realidad aquella no muy lejana afirmación de Lilita Carrió en cuanto a que “lo mejor que le puede pasar a la Presidenta es enviudar”.

Cuan  lejos quedó aquel 2008, en que el antikirchnerismo se arrogaba el monopolio de la bonhomía, la calma, el afán de diálogo y la búsqueda de consensos. Quien esto escribe no duda que entre sus votantes hay un buen número de energúmenos que desean lo peor para quienes no piensan como ellos. Pero sería estimable que los dirigentes trataran de subir ese piso, que predicaran con el ejemplo, que no comulgaran  con las peores pulsiones de sus representados y que, al menos en ocasiones como éstas, mostraran un poco de buenos modales, de protocolo, o en todo caso de una calculadora hipocresía. 

Si cuando hay elecciones es edificante y deseable que el vencido felicite al vencedor porque es una señal de templanza, un piso de respeto y una señal de admisión de los límites de la contienda, ¿Qué no decir entonces cuando de la vida misma se trata, aun cuando esa vida sea la vida del peor adversario democrático?

Desde que Néstor Kirchner se internó de apuro el sábado a la noche, el odio ha sido mencionado muchas veces. Diputados, senadores y formadores de opinión, puestos en el lugar de médicos oficiosos, diagnostican que la causa psicosomática del problema cardiovascular de Kirchner es el odio que circula por sus venas. Así, sus adversarios políticos y mediáticos, cuyo odio inútil no parece tener fin,  su cargan en la mochila del ex presidente. Se ignora, hasta nueva orden, si extienden el perspicaz diagnóstico a todas las personas que padecen afecciones semejantes, como tampoco se sabe  cuántos son los opositores que sufren problemas de igual tenor y si, en estos casos, también la monocausa es el odio.

El odio induce a errores o a desmesuras,  y en política siempre va emparentado a la impotencia. Quienes por estos días especulan con la muerte de Kirchner ya antes habían dado por muerto al kirchnerismo. Sus impacientes profecías fallaron y su desasosiego aumenta. El kirchnerismo no es un pato rengo desde el “voto no positivo” de Julio Cobos ni desde la derrota electoral del año pasado, ni el Grupo A lo pasó por arriba en el    Congreso tal como muchos creyeron que iba a suceder. Para colmo, los principales presidenciables opositores  han ido diluyéndose a causa de su inoperancia para interpelar a la sociedad sin mostrar un proyecto alternativo y ni siquiera han logrado trascender las internas dentro de su propio partido o superar las rencillas por cuestiones de cartel con sus asociados, con lo cual si bien nada le asegura al oficialismo la victoria el año que viene, sí es dable pensar que mantendrá la gobernabilidad y la firmeza en el ejercicio del poder político y con ello señalar el rumbo y marcar la agenda. El escenario electoral es hoy abierto; muy abierto y sobre todo más difícil de predecir de lo que parecía ser hace un año. Y son esas circunstancias inesperadas, no deseadas y en algunos casos negadas, lo que inspira en sus adversarios la furia, el descontrol verbal y la falta de sensibilidad humana. Y es también la causa de de sus desvaríos torpezas.

De momento, quienes dieron por difunto al kirchnerismo se desesperan al no hallar el modo de derrotarlo democráticamente. Es por eso que quienes se ofendieron cuando los tildaron de “destituyentes”, ahora se dedican a desear la muerte de Néstor Kirchner. 

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