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//31 de Enero, 2010 |
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carlosfernandez a las 16:27, en
Politica Nacional |
 A quién se le ocurre meterse con la ley de Medios para cambiarla. Si en lugar de querer dejar sin trabajo a Mirta Legrand, Bonelli, Silvestre y Nelson Castro, y si en lugar de querer empobrecer a Magneto y a la señora de Noble, y a Vila y a Manzano; y si en lugar de hacer enojar al rabino Bergman y obligarlo a tener que cambiarse los kipás caros por otros mas baratos para ir a los programas de Grondona, este Gobierno tendría una hinchada vip y no la hinchada de pobres gatos que ahora tiene. Y si en lugar de haber permitido esta Corte Suprema, con jueces y juezas libertinos, que además de aprobar al aborto en cualquier momento aprueban que la novia con bigotes se vista de blanco. Y si no se metiera en revoluciones ajenas, de tipos con sombreros caribeños o trajes estrafalarios que para lo único que sirven es para retobar a los pueblos originarios, tan mansitos que ellos se mantuvieron durante tantos siglos. Y si no insistiera en cobrarle impuestos al Campo y devolviera Aerolíneas Argentinas, y se retractara de haber estatizado las jubilaciones privadas. Para qué insiste este Gobierno en querer regular la economía, que si se la dejara en libertad haría una Argentina rica llena de inversores y de sojeros patrióticos. Este gobierno no deja de meter la pata. ¿No le bastaba con los jubilados que ya para qué triplicó la incorporación de nuevos jubilados y encima les aumenta los haberes? Macri tiene razón cuando dice que este Gobierno se pasa las 24 horas del día pensando como hacer algo perverso. No me digan que no se la busca. Cómo no va a haber quienes quieran voltearlo. Ah, si este gobierno se dejara de molestar a la Iglesia con el aborto, la prevención de enfermedades venéreas mediante el uso del condón y el juzgamiento de los curas cómplices de la dictadura. Y si no se hubiera metido con los nietos de desaparecidos, hoy cientos de chicas y muchachos seguirían felices con sus apoderadores de bebes, en lugar de vivir como el culo con su familia biológica. Qué bien que le iría a este Gobierno si no metiera tanto la pata haciendo las cosas que hace. Y mejor aún le iría si se dejara de joder con esa idea del garantismo y los derechos humanos. Si no se hubiera encaprichado con las retenciones, hoy Cobos sería un vicepresidente tranquilo y resolvería sus fantasías sanamente, dedicado a correr maratones en lugar de andar pensando en emular a De la Rua. Y no habría tanto afán destituyente; y la oposición podría agregar a su lenguaje la partícula “sí”, o mejor aun hubiera podido decir “estamos de acuerdo” aunque sea de vez en cuando. Pero no. Este gobierno se empeña en seguir metiendo la pata. Y si nó miren ahora lo que quiere hacer con las reservas del Banco Central. ¿A quien se le ocurre usar esa plata, que aunque está sobrando estaba muy bien guardada por Redrado, quien a lo sumo se gastó unos cuantos miles de dólares en un curso de teatro y aprender a bailar el tango? En lugar de manotear esa plata y malgastarla en pagar parte de la deuda externa, mejor sería que se mandara un buen ajuste, pero un buen ajuste, eh; al estilo Cavallo y López Murphy, y anulara los subsidios al transporte y al gasoil, por ejemplo, y que además cerrara unas cuantas universidades y le disminuyera el presupuesto al INTA, el INTI y el CONICET , y le recortara los haberes a los jubilados, rebajara los sueldos a todo el mundo y eliminara la asignación universal por hijos, de ese modo bajaría el gasto público y así podría ahorrar y pagarle al FMI dejando a todo el mundo muy felices, especialmente a La Nación, Clarín, la Sociedad Rural, la Fundación Mediterránea y el Cema. Pero no. Este gobierno prefiere seguir metiendo la pata. Y es por eso que tiene los enemigos que tiene. Porque son sus enemigos quienes en definitiva más lo mejoran.
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//17 de Enero, 2010 |
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carlosfernandez a las 12:35, en
Politica Nacional |
 Al señorito Hernán Pérez, conocido en el mundo bancario y social como Martín Redrado, que son su segundo nombre y el apellido materno, alguien debió avisarle que los Reyes Magos son los padres.Así, tal vez, hubieran evitado que este 6 de enero se quedara esperando que Melchor, Gaspar o Baltazar lo declarasen autoridad suprema, única, intocable,del Banco Central. El espíritu práctico de su abogado, Gregorio Badeni, logró que una jueza le otorgue un recurso de amparo para seguir hasta que alguna otra instancia decida sobre la cuestión de fondo que sigue intacta. Mientras tanto, en lugar de los Reyes aparecieron Lilita Carrió, Morales y algunos otros radicales, que se constituyeron en el lugar dispuestos a todo para que nadie le meta mano a la reserva, como si fuera de ellos, olvidando que cuando el correligionario De la Rúa se hundió en sus ineptitudes, las reservas en el Central apenas rondaban los 8000 millones dedolares y ahora pasan los 48.000 mil. A esta especie de nueva guardia pretoriana, obviamente el señorito Pérez Redrado les importa un pito, pero sí les interesa algún rédito electoral que puedan sacar de la situación. Lo mismo sucede con el resto de los opositores empeñados en llevarle la contraria al gobierno nacional, desde Castells a la Mesa de Enlace, pasando por Clarín y Mirtha Legrand, quienes que en lugar de iniciarle juicio político al Poder Ejecutivo, gustosamente se lo hubiera iniciado Redrado de haber éste obedecido al Gobierno. Es que esta confrontación abierta tardó más de la cuenta en manifestarse, porque desde el primer día, cuando Pérez Redrado fue propuesto al Senado por Néstor Kirchner, estaba claro que el “golden boy”, apodo social del despedido, hacía juego con una institución cuyas bases y principios fueron modeladas por los conservadores. Para no ir un siglo atrás, la Carta Orgánica del Banco Central fue elaborada por Domingo Cavallo y la Ley de Entidades Financieras reconoce la mano de José Alfredo Martínez de Hoz. Este, además de ministro delos primeros años de la Dictadura, fue asesor del presidente Menem y de Domingo Cavallo, quien a su vez, como todo el mundo sabe, fue convocado por el gobierno de la Alianza como respuesta a todas las plegarias del actual arco político opositor. Ahora bien, ¿Por qué ni peronistas ni radicales tuvieron la decisión, en la reforma constitucional de 1994, de regar con valores democráticos al Banco Federal,como lo llama el Carta Magna. De haberlo hecho, a esta hora el debate sería muy distinto. El Banco Central de la República Argentina (BCRA) es una institución remanente, entre tantas otras, de lo que los Kirchner gustan en llamar “el otro modelo”, o sea el neoliberal conservador. Los formalistas que invocan a la Carta Orgánica del banco redactada por Martínez de Hoz y Cavallo o a determinados procedimientos protocolares, usan las apariencias como un biombo para ocultar los contenidos reales que ilustran al BCRA. Obsesionados por la aparente facilidad con que la presidenta Cristina se lleva por delante algunos de los tótems del pensamiento conservador y, también,acosados por la incertidumbre acerca de futuros electoralistas, la oposición se aferran a las ideas formalistas: “El presidente del BCRA es intocable si nadie lo encuentra orinando sobre el busto de Pellegrini”, “las reservas no se tocan”, “estos Kirchner operan como una monarquía”, etc. etc. A todo esto, hay una mitad, por lo menos, de juristas dispuestos a encontrarle razonabilidad al os decretos presidenciales y, por supuesto, otra mitad adherida a los valores implícitos de la institución cuestionada. En la semana que pasó ya hubo prueba de ello y en estos días se conocerán fallos en uno u otro sentido, y en unas cuantas semanas más tendremos a los legisladores abandonando (no del todo ni para siempre, claro) los sets televisivos para ir a sentarse en las poltronas del Congreso, logrando un rating no equivalente al de la tele, por cierto, pero ejerciendo su derecho ¡y obligación! de debatir y votar según crean más conveniente, que en definitiva es la forma y el fondo de la democracia republicana. Porque es imposible pensar que cuestiones políticas e ideológicas puedan resolverse con un expediente judicial, porque lo que subyace en el fondo de todo este embrollo, son disidencias ideológicas y no interpretaciones legales o formalismos accesorios. Al respecto, sería auspicioso que los que se reconocen como independientes o de centro izquierda, tomen conciencia de ello asumiendo una posición más lógica para los inminentes debates, en lugar de sumarse alegremente al carnaval de esa murga llamada “oposición” como si se tratara de un género, una raza o una religión. Como este caso no trata de sectas aunque sí de dogmas, habrá que tener encuenta que no sólo la Cara Magna sino además hasta el sentido común, indican que el Estado está organizado en tres poderes, y no en cuatro, y que el BCRA no puede desoír las instrucciones del Ejecutivo como si fuesen una mera opinión, ni necesita fundamentos especiales para usar divisas que no respaldan moneda en circulación ni desatienden ninguna de las obligaciones del Estado ni del mismo banco. Aquí no está en discusión la virginidad del Doctor Hernán Martín Redrado Pérez ni otra grosería semejante, sino simplemente una estrategia económico-financiera relacionada con acreedores y prestamistas internacionales, además de la calificación argentina en las mesas de crédito oficial y privado. ¿No era que el país estaba tan aislado que sólo le prestaba Chávez a tasas abusivas? Pues bien, ahora que se trata de abrir otras puertas en el mundo resulta que se llega a decir, a falta de mejores argumentos, que el Gobierno quiere “usar las reservas para pagar el gasto corriente porque está poco menos que fundido!” ¿Por qué no decir también que la Presidenta quiere, con esos 6500 y pico de millones de dólares, comprarse un par de docenitas más de carteras Vuittón? Total… Pero queda el asunto de “la defensa de las instituciones”. En ese sentido, ¿No llama un poco la atención que esa “defensa” parece estar ahora exclusivamente en manos de la derecha, que siempre promovió y apoyó todos los golpes de estado, y por otra parte la izquierda a ultranza, cuyo principal propósito es “abolir las instituciones quedan fundamento a la “democracia burguesa”? ¿Rarito, no? |
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//14 de Enero, 2010 |
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carlosfernandez a las 10:57, en
Politica Nacional |
 El año político cerró con una buena noticia para cualquier argentino con vocación democrática. Y el hecho es una punta atractiva para intentar un balance (uno de los tantos que pueden hacerse) acerca de cierta enseñanza que deja el 2009. Al margen de lo que en sí mismo significó el blooper de Macri al nombrar ministro de educación a Abel Posse, la caída de éste ratifica, por si alguien no había tomado nota, que hay límites infranqueables en este país donde es tan habitual creer que todo vale, que algunas opiniones, nombres propios y actitudes pueden aparecer en el escenario sociopolítico sin atravesar una fortaleza con capacidad de cuestionamiento y movilización. Fue esa feliz obviedad lo que tumbó al tiranosaurio fascista, demostrando que ya no hay lugar para funcionarios públicos capaces de reivindicar la dictadura. Y muchísimo menos si ni siquiera se cuidan de no usar un lenguaje idéntico al de los genocidas, a punto tal que hubo funcionarios y referentes del macrismo que tomaron distancia de Posse y hasta el mismísimo Macri tuvo que ser tibio al defenderlo. Y no porque piensen distinto, naturalmente, sino por carecer de espacio político para expresarlo. Esa es una conquista invencible de los luchadores imprescindibles. Desde ya, se dan circunstancias en que puede haber retrocesos de desmemoria; como lo muestra, sin ir más lejos, el propio hecho de que Macri haya sido un triunfador electoral, o los índices de apoyo que en su momento tuvieron personajes como Patti, Rico, Seindeldin y algún otro, lo que testifica el irresponsable y vacuo reclamo de mano dura, de “más seguridad” a costa de lo que fuere. Pero ese rasgo fascistoide de una parte de la sociedad no logra contrarrestar la potencia de los memoriosos activos, hasta el punto de que –con excepción de los fósiles explícitos– quienes reivindican al terrorismo de Estado - se ven obligados a guardar silencio público al respecto. Posse nunca aprendió esa bolilla. Como tampoco lo hizo el diario La Nación cuando publicó el artículo de aquél, que desató la andanada en su contra a pocas horas de que asumiera. Esos raptos de soberbia reflejan una falta de inteligencia notable en los voceros y actuantes del conservadurismo, y es reveladora de que no pueden controlar sus nervios. Igual cosa les pasó a los gauchócratas de la Mesa de Enlace, que a lo largo del año se fueron de boca promoviendo una gauchocracia con alguna fraseología de indisimulable tufo castrense y sus pares debieron explicar que no quisieron decir lo que dijeron. Y si de nervios se trata, el año deja también lo inédito y creciente de la virulencia con que TN y Clarín, por boca de Nelson Castro, Morales Sola, Bonelli y hasta Mirtha Legrand atacan al Gobierno, cosa que aun cuando se considere que es una lógica respuesta a los intereses afectados, no deja de ser asombroso que lo hagan de una manera tan desembozada y banal. Esa irritabilidad es indicativa de que hay una puja concreta de poder entre el oficialismo y los intereses de la derecha más recalcitrante y antidemocrática, pero además y junto con ello, o antes, exhibe una sugestiva falta de confianza por parte de las corporaciones económicas hacia la oposición política, que al cabo de la victoria del 28 de junio parecía en condiciones de comerse a los chicos crudos, y terminaron, según lo reconocen ellos mismos, sujetos a la agenda del “gobierno K ” . En ese sentido, aun cuando los severos errores del kirchnerismo hayan mellado su popularidad, la grosera patinada de Macri y el cada vez más crispado discurso de dirigentes como Luis Juez, Lilita Carrió y Gerardo Morales, son una ostensible muestra de los graves problemas instrumentales que enfrenta el proyecto de restauración conservadora. El nombramiento de Posse fue solo un símbolo del nivel de improvisación que rige a la administración macrista y una palmaria demostración de ineptitud y falta de propuestas concretas que exhibe la derecha cuando le toca gobernar. Un conocido editorialista de un medio de derecha, indignado tras el sketch de Posse, se preguntaba si acaso Macri es un político o bien cualquier otra cosa menos eso, vista su carencia absoluta de muñeca para estar al frente de una gestión que apenas si es municipal. Y tiene razón. Pero resulta que es esa misma derecha patética la estimuladora de inventos mediáticos que, como Macri, acaban exponiendo su pericia para que se les escapen todas las tortugas a la vez. Son estos mismos periodistas y politicólogos mercenarios los que denostaron a la política. Los que prometieron que arribaría una nueva forma de ejercerla, y los que llaman a representantes del campo y empresarios millonarios, desde Estela Carnero hasta Francisco De Narváez para que intenten poner a salvo los privilegios de su sector. Los gauchócratas son el mejor ejemplo acerca del tema: consiguen representación parlamentaria, pero guay de encontrarle alguna idea que no sea su constancia militante como hijos de la soja. De todas formas y por las dudas, probablemente conscientes de las patas cortas que eso tiene, entronizan a Julio Cobos sin el menor pudor, sin importarles demasiado que eso signifique clonar a De la Rua. Y si no puede ser de ese modo no está de más que se largue Dualde, que si bien juega su propio juego no se muestra como enemigo. Todo esto parece inconcebible. Para el 2011 falta mucho, pero nunca se sabe. Sobre todo porque ninguna de las figuritas opositoras, por más ganas que tenga, no llega ni por cerca a la necesaria estatura presidencial. Y menos que menos si la economía, a pesar de los escatológicos pronósticos que difunden los medios, sigue con el dichoso viento de cola que permite no sólo pagarle al FMI sino distribuir casi diez mil millones de pesos entre los chicos pobres del país. En este caso cabe la pregunta acerca de qué es, entonces, lo que tanto los molesta o perjudica. Y la única respuesta que surge es que son insaciablemente angurrientos. Todo esto que parece una mala noticia tiene su anverso. Es la política, estúpido. Es la política la que, en el año que se va, volvió a presentar toda su dimensión y que habilita a que no se pueda ser neutral, ascético, so pena de no tener luego derecho a reclamar nada. Fuere que uno crea que es el Gobierno el que nos conduce a un abismo, o que quien lo hace o hará es el rejuntado numéricamente mayoritario pero amorfo de la oposición, de hecho estamos obligados a optar por uno otro bando. Tal vez no sea una opción fácil para discernir, pero por lo menos pasa algo que motiva. Cuando esto no ocurrió, como en la última década de plomo o durante la última década liberal, ya sabemos cómo terminaron las cosas.
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//09 de Noviembre, 2009 |
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carlosfernandez a las 02:16, en
Economia |
 "La Argentina no necesita del mercado de capitales. Tiene una tasa de ahorro del 30 por ciento que representa más de 100 mil millones de dólares anuales" Aldo Ferrer integra el llamado Grupo Fénix, formado en 2000 por economistas argentinos que impulsaban un modelo económico alternativo a las políticas neoliberales del “Consenso de Washington” y que, en líneas generales, se aplicaron en el país entre 1976 y 2001. Ferrer forma parte de los directorios de Enarsa y Siderar en representación del Estado y, aunque apoya la política del Gobierno nacional, no deja de señalar lo que considera errores, como el manejo del Instituto Nacional de Estadística y Censos (Indec) y el conflicto con el agro.
–El Indec dijo que se redujo la pobreza en el primer semestre, pero consultoras privadas sostienen que se duplicó. ¿Quién tiene razón?
–No voy a entrar en la polémica de los números. Tenemos realmente un problema de pobreza y la única forma de derrotarlo es con desarrollo económico, con empleo, con políticas sociales que atiendan a los grupos vulnerables. Entonces, es como si tuviéramos un enfermo con fiebre y en vez de discutir cómo curamos al enfermo, discutimos el termómetro. Creo que hay que ocuparse del enfermo. Y lo que tenemos es un problema de pobreza y desigualdad importante que se agravó progresivamente desde 1976, cuando se instala en el país la estrategia neoliberal que destruyó buena parte del empleo, de la capacidad productiva en las Pyme y concentró mucho la riqueza. Esto acumuló marginalidad, pobreza, desigualdad y después tuvimos subidas y bajadas. Nos queda el problema pendiente.
–Pero para resolver el problema hay que tener un buen diagnóstico y no es lo mismo tener 6,1 millones de pobres, como dice el Gobierno, que 12 millones, según los privados.
–Es un problema gravísimo, pero lo que hay que hacer es exactamente lo mismo, ya sean 6 ó 12 millones de pobres. Es empleo, inversiones, políticas sociales, fortalecimiento de la capacidad del país para decidir su propio destino. Lograr que no se vaya la plata, que se invierta, que la gente se convenza que el lugar más rentable y seguro para invertir el ahorro es la Argentina. Y si hacemos eso, tenemos todos los medios para resolver la pobreza.
–¿Y qué tipo de empleos habría que generar para bajar la pobreza? –Creo que surge de inversiones y proyectos de todos los sectores de la economía y también de la capacitación. El empleo tiene problema de capacitación de la gente que trabaja, pero si no hay demanda de esa mano de obra calificada, la gente deja de estudiar o se va del país. Uno de los problemas que hemos tenido nosotros es un sistema educativo que formaba más gente de la que podía absorber un país que se estaba desindustrializando. De acá se ha ido mucha gente valiosa. La semana pasada estuve en Brasil y el jefe del parque tecnológico de Itaipú es un argentino de altísima capacidad.
–¿Argentina tiene que volver a pedir financiamiento al Fondo Monetario Internacional (FMI) para ingresar al mercado de capitales?
–Dicen que les va bien. En primer lugar, no hay ningún país al que le vaya bien que le pida plata al Fondo porque las ideas del FMI son incompatibles con el desarrollo económico. Entonces, ninguno de estos países emergentes que nosotros damos como ejemplo, China, Corea, Taiwán, en algún momento pueden haber hecho un acuerdo transitorio, pero ninguno siguió la política del “Consenso de Washington”. Todos tuvieron estados muy fuertes, se basaron en su ahorro interno, fortalecieron su industria, educaron a la gente y expandieron el empleo. La idea de que la solución está en volver a los mercados y que la solución es el Fondo, es exactamente lo que hicimos durante mucho tiempo. Y eso nos llevó a vender el patrimonio nacional, a endeudarnos hasta el límite de la insolvencia y a sumar el problema de la pobreza, por el achicamiento de la capacidad productiva. Imagínese que en los últimos dos años se han ido del país 40 mil millones de dólares. Esto es eventualmente 30 veces de lo que podría venir de un crédito del Fondo y además tenemos que hacer lo que dicen ellos. Por eso, le digo, tenemos un problema de ADN. Hay que fortalecer los genes patrióticos, abiertos, democráticos y solidarios que son la forma en que se construyen los países.
–¿No cambió el FMI después de la crisis?
–No, el Fondo no cambió, los mercados financieros se siguen manejando exactamente de la misma manera. Y fíjese en un hecho asombroso que está pasando en estos debates del G-20: en un mundo que está lleno de pobres, uno de los problemas principales que se está tratando es el sueldo de los banqueros.
–Para que haya inversiones, ¿Argentina necesita del mercado de capitales?
–Argentina no necesita del mercado de capitales. Argentina tiene una tasa de ahorro del 30 por ciento que representa más de 100 mil millones de dólares anuales de ahorro nacional. Mientras nosotros estamos mandando afuera el 20 por ciento de ese ahorro, qué derecho tenemos de decir que hace falta traer plata de afuera. Si retenemos el ahorro nacional y nos ponemos en marcha, la plata de afuera viene sola, no hay que ir a buscarla.
–¿Por qué no se soluciona el conflicto con el agro?
–Creo que se ha ido acumulando una serie de malos humores y, entonces, es un tema que tendría que resolverse en el sentido de una gran política nacional de desarrollo del campo y de la industria simultáneamente. Hace falta un tipo de cambio para la soja que no es el mismo que hace falta para producir maquinarias, textiles, productos químicos. Se está discutiendo mal la distribución del ingreso y éste es un problema de estructura productiva. Tenemos que tener tipos de cambio diferenciales para darle productividad a toda la producción. Estos malos humores han tenido consecuencias políticas y lo peor es que se ha restaurado la idea de que es posible un país basado en el campo solamente. Y la verdad es que con el campo no podemos tener una población de más de 15 millones porque eso es todo lo que emplea.
–¿Cómo observa la política económica del Gobierno?
–El Gobierno hizo algunas cosas interesantes y, por eso, la economía pudo resistir la crisis internacional sin venirse abajo. Pero ha hecho otras cosas que no han contribuido a fortalecerlo. Ha debilitado un poco la solvencia fiscal, hay un cierto atraso en el tipo de cambio. Con el campo podría haber planteado el debate en otros términos y haberle quitado virulencia.
Acabar con la polémica del Indec
–Usted dice que para mejorar el clima económico hay que terminar con los problemas de las estadísticas. ¿Qué propone?
–Creo que hay que acabar con la polémica del Instituto Nacional de Estadística y Censos (Indec), logrando que el instituto sea autónomo, manejado con la mayor competencia y que nadie sospeche que alguien mete la mano. Así, si le damos independencia al Indec, no estaremos discutiendo sobre si los pobres son 6 ó 12 millones e iremos a la solución de fondo. De todos modos, la economía está bajo control y, desde luego, en ese escenario hay mucha gente que quiere volver a las políticas tradicionales y, por eso, insiste en volver al Fondo Monetario Internacional e ir a los mercados de capitales, cambiando el eje de la situación. En realidad, insisto, el tema es movilizar el ahorro interno que existe y lo de afuera viene solo.
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//09 de Noviembre, 2009 |
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carlosfernandez a las 02:12, en
Politica Nacional |
 No hay ningún reinado mediático del “Mal” que no tenga competencia. En estos días Milagro Sala, una joven militante social jujeña, se ha transformado en revelación piquetera. Tras la mendaz acusación de haber escrachado al jefe radical Gerardo Morales, ha pasado a disputarle a Luis D Elia su maléfico cetro. Es que Milagro Sala, por su género y su currícula no prístinas, parece tener los atributos necesarios como para ingresar en el universo de las estrellas manchas, de las protagonistas sospechosas, y como tal es ferozmente consagrada por la jauría predadora de pobres. O de rebeldes. El otro día, cuando en una entrevista radial que le estaba haciendo Victor Hugo Morales, el periodista Daniel López intervino maliciosamente insinuándole a Milagro un supuesto pasado de adicciones, Víctor Hugo lo paró en seco: “Ese tema”, le dijo, “no tiene nada que ver con la entrevista”. De todos modos y aunque Milagro no eludió la pregunta y la respondió con hidalguía y categóricamente, la contumaz pretensión del periodista de estigmatizar a la militante social enseguida tuvo competencia: No fueron pocos los “periodistas serios” y políticos mediáticos que se sumaron al marrano intento de Daniel López. Es que la bellaquería es lo primero que fluye cuando la crispación domina el estado de ánimo, y fue así como los multimedios y algunos caraduras de la oposición, descubrieron arsenales escondidos y al acecho en las taperas de Jujuy. Y ya que estaban, tambien los detectaron en el conurbano bonaerense, donde, según Elisa Carrió, “los villeros están preparando una emboscada a la gente del campo cuando ésta realice el tractorazo en la Avda. 9 de Julio”. Es que según el relato en escena, un piquetero indócil y travieso equivale a una mezcla de Lobo Feroz y taliban kirchnerista. Esta nueva embestida mediática contra las organizaciones sociales, o de base, se produce desde la lente de otra cultura, de otros estándares; esos donde la trampa, en lugar de justas reivindicaciones que dejan huellas barrosas, originan injusticias cometidas con guante blanco. Es que ya impotentes, desorientados y temerosos como el cazador que cree haber cobrado una pieza pero cuando va a buscarla no la encuentra, injurian y estigmatizan al más vulnerable socialmente, contando para ello con el sustento político y económico de los poderosos y la aquiescencia de una parte de la sociedad medio pelo y muy estúpida. Un airecillo furioso amenaza extenderse hacia -y contra- las organizaciones y movimientos sociales irreverentes, puntualmente llamadas “piqueteros”. El piquetero es una réplica callejera del gaucho matrero de las Montoneras, la versión moderna del impío descamisado del 45 antes de ser sometido brutalmente por sucesivas dictaduras militares y gobiernos civiles de corte liberal. Los piqueteros no posan de puros. Son morochos y tienen malos modales. Frente al periodismo, su modesto lenguaje puede traicionarlos. No marchan a hacer ofrendas a la virgen de Luján, van a las casas de gobierno y a los ministerios a exigir sus derechos. Sus bombos y tambores no son de teflón ni cantan el himno por cualquier menudencia. Fue el caliente conflicto de Kraft-Terrabusi el que expandió y acentuó la sensación de amenaza proletaria. Y el exquisito pánico burgués afloró si tapujos. Aterrados opositores, crispados, temen que al “caos” por el corte de calles le siga la insurrección antiempresas. Milagro Sala, Luis Delia, Emilio Pérsico, Jorge Ceballos, Edgardo Depetris y tantos otros, junto a algunos dirigentes sindicales de la CTA y la CGT, encajan en ese modelo. Es por eso que a una parte de la sociedad y a los medios no les gustan, y en cambio les encantan los De Angeli, Bussi y los autoconvocados. Y ni que hablar de los Biolcati, el Rabino Bergman y la longeva Mirta Legrand. Y si. Hay gente a la que no le gustan los piqueteros. Tampoco le gustan los cartoneros ni los villeros. Ni los manifestantes, los desocupados y los militantes en las calles. Según el relato de los medios a una parte de la sociedad no le gustan. Tampoco le gustan los gremialistas ni los agremiados; ni los vendedores ambulantes ni los jóvenes que toman cerveza en las esquinas ni los travestis ni las chicas que frecuentan las madrugadas. Tampoco le gustan los hinchas de fútbol y los que viajan colgados de los trenes. Ni los que viven y duermen en los umbrales. No le gustan. Y si. No le gustan los mendigos, los bailanteros ni los inmigrantes pobres. Tampoco las adolescentes embarazadas ni los que aprueban el aborto. No le gustan los que protestan, los que invaden las calles, los que tocan el bombo, los gronchos y los grasas, los morochos y remorochos. Ni los que usan pasamontaña y los que tienen aspecto desarrapado. Ni los estudiantes que hacen sentadas ni los que en vez de estudiar hacen asambleas. Tampoco les gustan los empleados públicos ni los docentes cuando hacen paro. Y si. A cierta gente no le gustan los pobres. Por suerte hay muchos a quienes no les gustan los que tienen el gusto tan refinado
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//02 de Septiembre, 2009 |
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carlosfernandez a las 23:08, en
Politica Nacional |
 Cuando era chico me gustaba el campo. Qué paisaje sereno me parecía. Qué bellos atardeceres; el ombú, el cardo, el maizal, el caballo atado al palenque, las vacas lecheras, los perros echados a la sombra, el croar de las ranas en la charca, el mirlo, la calandria; el humo del fogón encendido, la ronda del mate, el techo de paja del rancho del puestero, la galería colonial del casco de la estancia... ¡Qué lindo me parecía el campo! Cuánto me gustaba. Sentía el olor de la humedad de la mañana y el del pasto fresco. Y hasta me gustaba el olor a bosta en los corrales, porque completaba mi sentir del campo. Pero era chico, y solo comprendía la engañosa y encantadora idea del paisaje de superficie. Además me influían las lecturas mal digeridas de José Hernández, Guiraldes y Payró, que entronizaban al campo con sus leyendas ancestrales. Me ganaba un estereotipo irreal y romántico; era crédulo, inocente, sentía que el campo era más bueno que todo. Me gustaban por igual el rancho del puestero como el palacio del patrón, tal vez porque en aquel entonces ignoraba que ambos extremos se juntaban en la cuenta bancaria de sólo uno de ellos. Pero un chico puede equivocarse. Y también un grande, claro. Pero a mí me gustaba el campo; tanto, que hasta recuerdo haber garrapateado algún verso referido a él. Hoy costaría mucho escribir poesía sobre el campo. Se hizo prosaico, utilitario, y en parte hasta grosero. No rima: “ripia”. No canta: brama. Y hablando de canto y poesía: Quién no escuchó o recitó alguna vez ese versito que dice: “En el cielo las estrellas, en el campo las espinas, y en el medio de mi pecho, la República Argentina”. No sé quién compuso este cuarteto popular, y aunque me resultaba simpático y fácil de recitar, nunca entendí eso de atribuirle al campo únicamente las espinas. Porque el campo tiene otras cosas: Al gaucho ya no, porque el gaucho ha pasado a ser una creación literaria, una fotografía de Aldo Sessa, los almanaques de Molina Campos y en todo caso, algún festival de doma y flolklore. Pero tiene el ganado, el cereal, los silos bolsa y de los otros, las cuatro por cuatro, los arrendadores y los arrendatarios. ¡Y los pool de siembra! … y tambien tiene la queja eterna. Porque él es siempre una lágrima, un rezongo, un descontento. Cuando no es por la vaca es por la leche, cuando no es por la sequía es por el granizo, cuando no es por el dólar es por el peso, cuando no es por el gobierno de acá, es por los gobiernos de allá. El campo nunca está saciado, nunca satisfecho. No hay mate ni champan que lo contente; no hay cosecha que lo engorde ni puertos del mundo que lo enriquezcan a gusto. Y no hay cielo estrellado que le quite la queja. ¿Qué habrá que hacer para que el campo, aunque sea de vez en cuando, deje de quejarse y reconozca una porción de felicidad como cualquier otro argentino? Porque lo normal, es llorar y reírse, quejarse y gozar alternadamente, y nó vivir escondiendo el goce en una queja por la angurria de no querer compartir la suerte. Porque eso es como si una histeria insaciable, vasta como la pampa húmeda, se lamentara eternamente insatisfecha. Para consolar al campo argentino no hay terapeuta ni ecosistema ni demanda global que valgan. No le basta el privilegio de la naturaleza que le tocó en la lotería del planeta. ¿Nuestro paciente y tolerante destino, será seguir oyéndolo quejarse siempre, por los siglos de los siglos? Curiosamente el campo, que es tan grande, modestamente prefiere llamar a las cosas en diminutivo: patroncito, peoncito, asadito, ponchito, matecito, chequecito, viajecito a Europa, y ahora pequeño productor. Lo único que al campo le parece grande son los impuestos que se le cobran. Lo cierto es que ya no siento nostalgia del campo que tanto me gustaba. Los dorados trigales de enero fueron reemplazados por el marrón verdoso de la dañina soja transgénica. Las vacas ya no pastan en el fresco verdor de la alfalfa, ahora sufren y se angustian en el amontonamiento de los fit-lot. Y lo que es peor, las nobles caras rústicas y aindiadas de Martín Fierro y Atahualpa Yupanqui, fueron forzadas a sufrir crueles mutaciones genéticas. Y si nó miren las de los de la Mesa de Enlace: Se las ve crispadas, abotagadas, alineadas en fila y como acuarteladas. Es que la codicia transgénica finalmente acaba produciendo las caras que se merece. La fotografía de los heraldos de la soja y el fit-lot, en La Rural, con los brazos en alto, celebrando una gesta de mezquinos intereses y generosas ganancias, y cantando el himno nacional, que milagrosamente sale indemne de cualquier boca por bocaza que sea, me cambiaron el gusto.
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//10 de Agosto, 2009 |
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carlosfernandez a las 14:23, en
Politica Nacional |
 Leída por el autor en su micro “Puntos de vista” , del programa “La minka” que se emite por Radio Gospel (102.9) Los domingos de 9 a 12 Hs. Resulta que últimamente todos quieren la justa distribución de la riqueza. La quieren los peronistas oficialistas, los peronistas disidentes y lo titubeantes; los radicales “puros”, los radicales K y los que no saben para donde agarrar. Naturalmente la quiere la Iglesia, antes con el Padre Mujica y los curas del Tercer mundo y hoy con el cardenal Bergoglio y el padre Grassi. Todos ellos siempre la quisieron más allá de los resultados obtenidos. Pero la justa distribución de la riqueza, se ha convertido ahora en un canto general que cunde en todas direcciones. Es gratuito y se derrama espiritualmente por doquier; aunque raramente hace realidad el beneficio que pregona. Lo que era un reclamo exclusivo de los movimientos populares, ahora ha sido incluido en el mensaje de los ortodoxos, a pesar de que les repugna el Estado y sienten una loca pasión por el capital privado. Es que resulta tan fácil expandir ese filantrópico mensaje que cualquier explotador, con el látigo en una mano y la maquinita de remarcar precios en la otra, se lamenta que la inflación afecta especialmente a los pobres y despotrica contra el gobierno por no echar al funcionario que según parece es quien la provoca. A la justa distribución de la riqueza, de pronto la reclaman tanto algunos dirigentes de movimientos sociales como la Mesa de Enlace, siendo que no cosechan en el mismo campo ni extensión de cultivo. También la reclaman Lilita Carrió, Macri, el millonario colombiano De Narvaes y sus amigos, los economistas del stablishment, las calificadoras de riesgo y los grupos de inversión que odian el gasto público. A ellos se suma el reclamo de la izquierda dogmática, que por tener el mate lleno de ilusiones no les vendría bien ni Marx y el Che Guevara resucitado Todos vienen a coincidir hoy en querer la justa distribución de la riqueza. Se ha puesto de moda. Ha pasado a ser políticamente correcta y se ha convertido en una alternativa dialéctica de la filantropía: Cunde un fantástico fenómeno de trasvasamiento cultural que pretende convencer a los hipotéticos beneficiarios de que los filántropos están en todos los partidos y de que la justa distribución de la riqueza ya no tiene ideología. Es que a la derecha ya no le alcanza con poseer solamente la derecha, y adueñada del centro ahora intenta apropiarse también del progresismo. ¡Pobres los pobres que largamente fueron instigados con insidias a enfrentar a los ricos!. Esa es historia antigua. Ahora los pobres ya tienen quien les cante. Hoy son los ricos quienes se empeñan en salvarlos. ¡Pobres venid a mi! clama Hugo Biolcatti desde el Coliseo fundado por Martinez de Hoz. Insólito acto de filantropía y solidaridad que no nace en un arrabal del fracaso, sino en un latifundio de poder, de fortunas y estancias inconmensurables camuflados de Martín Fierro y vestuarios de carpincho y vicuña. La soja, el feed lot y la cuota Hilton son los nuevos “descamisados” de la época. Hoy, ¡al fin!, la pobreza argentina se reencuentra con sus redentores históricos del surco y la gleba. El presidente ruralista, la Mesa de Enlace y desenlace y los campestres gourmets del ojo de bife, que fueron y son los arrendatarios de la patria de diseño privado, se autoproclaman los mensajeros del bien que acabarán con la pobreza. Pero si los apropiadores de la riqueza se apropian ahora de la pobreza, si una palabra logra hacer piadosa a la voz más saqueadora, y si hay pobres tentados a convencerse de este nuevo regalo de los ricos, quienes seguirán perdiendo seran, como siempre, los pobres pobres. Y ya no es un problema de comunicación intencionada, oblicua o capciosa. De si un diario es “sojerista”, una radio es el campo o si un periodista es rentado por Monsanto, Grovocopatel o Delfor Maldonado. Tampoco de si un gobierno es competente o incompetente, o de políticos cautivos de su narcisismo y su mutación ideológica. La naturaleza nos concede el instinto. Lo tienen desde el insecto al homo sapiens. Y quien deja que le birlen el instinto es libre de merecer el vaciamiento. Peones y obreros, excluidos y jornaleros, pónganse todos el poncho. Pónganse tambien la escarapela y si quieren, canten el himno y la marcha peronista con Biolcati, pero si los gana la soja, no chillen luego cuando, como los chanchos chinos, se vean obligados a comer solo soja.
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//27 de Julio, 2009 |
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carlosfernandez a las 09:05, en
Politica Nacional |
 Aparte de desaprobar todas sus propuestas y aparte de decirle que “no” a todo cuanto intente hacer, ¿qué otras cosas habría que hacerle? No me digan que cerrar la fábrica de carteras Vuitton porque ese recurso no daría resultado: la presidente ya se las compró todas. Tampoco sería útil fundar escuelas exclusivas de periodistas opositores: Se hacen opositores solos, por vocación o cuando empiezan a trabajar en un medio “importante”. Al resto, a los que trabajan en medios más chicos, tampoco hace falta enseñarles nada: copian. Lo original sería una escuela de periodistas imparciales, pero nunca van a tener el éxito porque oponerse da mayor status y es más rentable.
Hay que hacer algo nuevo. Alentar la creatividad. Por ejemplo acaba de idearse un recurso mediático interesante: las madres del dolor, y las que no sufran ningún dolor pero se sumen a ellas “espontáneamente”, llevarán en la cabeza pañuelos negros en lugar de blancos. Es un burdo plagio, pero el mercado igual lo consume. Para las marchas contra el sistema de jubilación estatal, sería ingenioso que todos los jubilados privados manifestaran en bermudas y sandalias llevando en la mano un pasaje vip a Cancún, paraíso al que pueden ir cuando se les ocurra gracias a la fenomenal jubilación en dólares que reciben de las AFJP.
En línea con las marchas prósperas, podrían hacerse algunas en favor del segmento más rico de la población: Se concentrarían frente a los countries, con sus contadores y abogados, mostrando en vivo ante las cámaras el esfuerzo que les demanda maquillar el pago de impuestos para no ser robados por el gobierno, haciendo notar que el “robo” comenzó con los gobiernos K. En las marchas contra el crimen, se podrían pasar en pantalla gigante escenas de Afganistán e Irak donde son destripados inocentes porque los terroristas se esconden y alguien la tiene que pagar. Un niño musulmán muerto, abrazado a un osito de peluche, sería una asociación sensata para comparar con lo que se dice que está pasando acá. Las protestas “campestres” deberían renovarse. De Angelis se repite, en la pantalla da demasiado rabioso y la cara de santo que pone el rabino Bergman no compensa: Tiene el rictus del gestor de una sinagoga que nunca recibe donaciones. Una buena idea seria hacer huelga a la japonesa y poner a lo peones en blanco. (Ojo, blanquear la soja sería exagerado).
Y faltan aún tres años que parecen trescientos. “Desgastar” al Gobierno, de manera sana y bienintencionada.
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//06 de Julio, 2009 |
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carlosfernandez a las 20:05, en
Actualidad Local |
 La formalidad periodística de los análisis políticos impone la temporalidad, y en esto un año de gestión es, sin dudas, un icono para intentar perfilar cuales son los caminos elegidos que pondrán el sello distintivo a un gobierno. La verdad que en el caso de Río Cuarto desentrañar estas acciones para intentar conocer los rumbos de este gobierno es muy difícil por lo errático de las decisiones o mejor dicho por las indecisiones a que nos tiene acostumbrado este intendente al que le cuesta identificarse ideológicamente quedando siempre la sensación de que resuelve más por presiones que por convicciones, las idas y venidas en temas que acapararon la opinión pública en todo este año así lo demuestran. Cuando al inicio de la gestión se decidió un aumento a los funcionarios políticos el Concejo Deliberante tubo que soportar el peso de las tribulaciones del intendente ,esa quizás, fue la primera perla de un largo collar de titubeos, la ultima que conocemos es la de los matrimonios gay con un veto del ejecutivo cuyos fundamentos harían sonrojar a la propia Inquisición, pero hay otras que son imperdibles como por ejemplo; en medio del remanido recurso de cargar contra las gestiones anteriores por la situación financiera, decidir la creación de nuevas Secretarias y Subsecretarias, reconocer mayores costos a la empresa de recolección de residuos, aumento de los recursos humanos, incremento de sueldos no programados, aumentos de viáticos etc., etc. ,todos ellos con un impacto letal para las rentas municipales y con el agravante de que algunas de estas decisiones se sustentan en practicas políticas conservadoras y populistas. Cuando se ha tenido que ubicar ideológicamente las decisiones han sido también muy erráticas y han respondido a un criterio geográfico haciendo Kirchnerismo en Bs. As Radicalismo Conservador en Córdoba Capital y abrevando en el Frente Cívico y Social en Río Cuarto. En materia de promesas de campaña, el boleto estudiantil, el nuevo código de planeamiento, la doble escolaridad y la integración del vecinalismo todavía esperan, mientras el intendente declara que en las elecciones del 28 se plebiscita su gestión, eso si, no hace campaña porque tiene que gobernar y aclara que como su gobierno es del Frente Cívico los votos de Juez y de Mestre los cuenta como propios (sic). Muchos riocuartenses tienen la sensación de que el cargo le ha quedado grande. |
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//02 de Julio, 2009 |
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carlosfernandez a las 02:05, en
Politica Nacional |
 No son pocos los que opinan que el domingo pasado hubo un plebiscito en el que el gobierno de CKF salió derrotado. Muchos, no hay por qué dudarlo, lo hacen desde sus propias convicciones y se fundan el lo que para ellos son datos de la realidad, pero los hay también que lo dicen sólo desviar la atención, disimular sus propias derrotas y tener así algo para festejar. Otros, por su parte, dicen que, tal como se acostumbra por acá, cada dos años se renuevan las cámaras legislativas y ese, y no otro, fue el propósito de las elecciones del 28 de junio pasado. Lo cierto es que el pronunciamiento popular fue inequívoco y nadie debe sustraerse a leer lo que dijo la ciudadanía. Sin el ánimo ni la pretensión de que esta sea una conclusión incuestionable y definitiva, puede decirse que el kirchnerismo, más que el “gobierno” o el “modelo”, sufrió una grave derrota y el presidente del PJ tuvo su peor día en seis años. Eso sin contar que varios gobernadores aliados a él triunfaron en sus respectivos distritos, algunos con carradas de votos, y es dable pensar que pedirán cambios de las reglas de juego en el reparto del poder. Al Gobierno le queda hacer un acto de introspección, mirarse al espejo, reconocer errores, ser dúctil para negociar y hábil para conceder tratando de sostener lo sustancial de su “modelo”. Los agoreros del fraude fracasaron, varios encuestadores hicieron sapos formidables, la gente de a pie votó en un contexto de tolerancia. Los ganadores festejaron, pero deberían registrar que aún no dan la talla, que tienen enormes tareas pendientes. Entre ellas sosegar a sus aliados destituyentes del campo y de la industria. Su deber es no desestabilizar con malas artes a un gobierno groggy, aunque su idiosincrasia los inclina a lo contrario. Reutemann sobresale entre varios justicialistas que piensan tener el bastón de mariscal. Dos veces gobernador de una provincia grande, dos veces senador, valorado por el establishment empresario y mediático, es el mejor prospecto de presidenciable. Sus aliados más afines, Juan Schiaretti y Jorge Busti hicieron sapo en sus distritos, pero el parco Lole tiene ahora en ciernes un millón de amigos. Aunque con réditos distribuidos de modo dispar, el resto la oposición tuvo una jornada festiva. Los ganadores, que no son un colectivo coherente, deberán procesar sus internas y formalizar liderazgos. La competencia electoral desnudó sus flaquezas, su relativa insolvencia y la falta de afectio societatis. No hay unidad allí, salvo en el cuestionamiento al oficialismo y en el “apoyo al campo”, que aun cuando sea más una consigna electoral tendiente a ganar votos que una verdadera avanzada contra las retenciones, es una bomba de tiempo que puede activarse en cuestión de días. Un multimillonario sin pedigree político y una instrucción escolar primitiva, desembarcó en ligas mayores: De Narváes derrotó a Kirchner-Scioli, hace rato que relegó a Solá y ayer opacó a “Mauricio”, toda una proeza a la luz de sus antecedentes y de la vacuidad de su discurso. Cabe suponer que sus dos puntos fuertes fueron su costosísima campaña y la cantidad de errores de sus adversarios que orbitaron en su torno, dotándolo de una centralidad que lo favorecía. El kirchnerismo, incentivó la polarización que engordaba al Colorado. El Acuerdo Cívico y Social fue un fiasco. Solo puede festejar triunfos ajenos. Carrió cometió varios errores, quizá por omnipotencia. El mayor fue no hacer lo obvio, encabezar la lista: la distancia entre su carisma y el de sus allegados es sideral. El segundo fue lanzar a Alfonso Prat Gay, un economista ultra liberal, sin cintura ni recursos políticos primarios, de casi nulo conocimiento público. El tercer puesto, en la ciudad que siempre la mimó es un revés fuerte para Carrió, máxime porque subraya sus malas decisiones. Y porque sus competidores aliados se lo harán pagar. Cobos, amén de ser la fantasía destituyente de una derecha rural que hoy se debe estar afilando las uñas, sigue en ascenso desde esa jornada asombrosa del voto no positivo. Arrasó en Mendoza (un resultado cantado que sólo la ceguera de un par de operadores de Olivos podía ignorar) y eso lo coloca en la pole position entre los presidenciables del radicalismo. Para mejor, UCR hizo una aceptable elección en varias provincias, especialmente en los distritos en los que no fue conducida por Elisa Carrió. La líder de la Coalición Cívica, la contracara de Kirchner, su más antagónica rival fue (dato digno de mención) otra perdedora de la jornada Pino Solanas fue un cabal ganador. Irá a la Cámara de Diputados con otros dos compañeros. Su presupuesto de campaña fue irrisorio. Se suplió con recursos genuinos, a pulmón. Con un discurso político pleno de contenido, Pino propuso una agenda ambiciosa, de raigambre nacional-popular y estatista. Su bagaje incluye también una trayectoria coherente de más de medio siglo como cineasta, como ciudadano y como dirigente. Sus propuestas pueden ser controvertidas, sus metas tildadas de utópicas. Pero los temas que lleva al Congreso son sustanciales: el patrimonio público, las empresas estatales, la energía, el sistema de transporte. Su fuerza tiene escasa expansión nacional. Hoy por hoy sólo propaga algo a la provincia de Buenos Aires, pero se le abre la oportunidad de competir por la Jefatura de Gobierno sin mengua de su programa nacional. Martín Sabbatella, valorizado por años de gestión municipal en Morón, pudo hacerse un lugar en medio de una polarización enorme. Su banca lo posiciona en el escenario nacional. Lo logró con armas nobles: se mantuvo fiel a sus principios. En teoría, demasiado oficialista para los contreras, demasiado contrera para el oficialismo, demasiado tibio para el clima caldeado. Eso sí, fue sincero y coherente con sus ideas y con las actitudes de sus últimos años. Produjo dos pequeños milagros. El primero, aglutinar a toda la CTA en un espacio político. El otro, una parva de votos; más de un cinco por ciento, una cifra sideral en valores absolutos y que le valdrá más de una banca. Con la foto de hoy, tenemos un gobierno debilitado; conserva buen control de las variables económicas y una supuesta primacía en el Congreso, aunque sería ingenuo presuponer la lealtad de la mayoría de sus legisladores que, peronistas al fin, son verticales sólo al éxito. El resultado de las elecciones es un parate y un giro a derecha cuyo alcance dependerá de la muñeca de una clase política poco dada a la sutileza. Quizá haya sido castigo excesivo para un gobierno que si bien en los últimos tiempos perdió sintonía con la sociedad, acumuló méritos interesantes y mantuvo firme el timón de la economía en estos años. Como fuera, el veredicto popular forzó un escenario y está en los actores hacerlo más funcional a los intereses de las mayorías. No será sencillo. Cuesta imaginar que los protagonistas en acción se avengan a ello, pues exige dosis poco usuales de templanza, responsabilidad y sangre fría, pero es necesario para mantener la estabilidad constitucional, para honrar los plazos de los mandatos y, sobre todo, para no acentuar la debilidad del poder político justo cuando las corporaciones empresarias del agro y de la industria se disponen a cargar sobre los hombros de los que menos tienen el costo de la debacle financiera internacional.
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