Los sucesos ocurridos en aquella
trágica jornada, de la que se cumple un nuevo aniversario,me fueron narrados por mi hermano mayor y mi
cuñada que presenciaron esa monstruosa matanza, cometida por los “Patriotas” de
la Revolución
libertadora, con la complicidad de la
Curia porteña y algunos conspicuos políticos de partidos
opositores. Fue un crimen de lesa humanidad que la historia y la justicia aún
se empeñan en ignorar. . .
“La masacre de Plaza de Mayo” del
16 de Junio de 1955, por el nivel de violencia y ferocidad ejercidas, marca un
hito en las prácticas represivas del poder en la Argentina contemporánea.
La metralla y el bombardeo sobre la población civil indefensa, dan inicio a un
nuevo ciclo de violencia institucional, que sectores reaccionarios y
antidemocráticos ejecutan como forma de resolución de los conflictos políticos
y sociales. Ciclo que se inaugura con esa tragedia y que se prolonga hasta
principios la década del ’80. Esa masacre es mucho más que una matanza inhumana,
o un aberrante crimen de lesa humanidad, es además un pérfido olvido
maliciosamente perpetrado por una historia oficial experta en cultivar la
desmemoria, sobre todo si esa memoria involucra a sempiternos sectores de
poder.
No por casualidad el cruento
bombardeo a una ciudad abierta, sin que mediara guerra civil o convencional, ni
siquiera conmoción interna, es, inexplicablemente -¿o sí? el gran ausente en la
historiografía argentina. Los simples datos de la masacre -400 muertos y 2000
entre heridos y mutilados- hubieran sido más que suficientes para el castigo y
condena penal y pública de los responsables, tanto en el país, como en el mundo
entero. Si no lo fue, se debió pura y exclusivamente a que los poderosos que
cometieron esta perversidad, -los militares, los partidos opositores y la Iglesia- jamás se
hicieron cargo de este crimen. Admitirlo, aún hoy, implicaría reconocer que la
violencia política de los años setenta no fue producto de un supuesto “demonio
de ultraizquierda” que habría agredido a su contraparte satánica de la
ultraderecha -esta es la falacia de la teoría de los “dos demonios”- sino la
consecuencia obligada del proceso violento iniciado con el bombardeo a la Plaza; el ulterior y cruento
derrocamiento del presidente Perón; los fusilamientos del 9 de Junio de 1956; el
de los basurales de José León Suárez; el robo macabro del cadáver de Eva Perón;
la persecución implacable del peronismo; la confiscación de sus bienes; el
Decreto Nº 4161/55; que prohibía nombrarlo; su proscripción permanente; la
payasada trágica de “Azules y Colorados”; la Noche de los Bastones largos; la masacre de
Trelew en Agosto de 1972; el golpe del 24 de Marzo de 1976; la instauración del
Terrorismo de Estado; el terrorismo económico de Martínez de Hoz; la guerra de Malvinas
y otras mil ignominias más, llevadas a cabo como siempre por nuestras “gloriosas”
Fuerzas Armadas con la complicidad de muchos dirigentes políticos y los poderes
económicos y eclesiásticos que todos conocemos.
Para toda una generación, la
masacre de Plaza de Mayo fue el germen de una era signada por el odio de la
oligarquía hacia los trabajadores peronistas y las clases bajas de la sociedad,
que inevitablemente sólo podía desembocar en formas cada vez más intensas de
rebeldía popular. Desde los “caños” caseros de la “Resistencia” hasta las
“Formaciones especiales” de los setenta. Los futuros rebeldes que entonces eran
jóvenes pletóricos de ilusiones, fueron marcados para siempre por las bombas de
fragmentación y por las balas trazadoras de las “Oerlikón” 20 mm. con que los aviones a
reacción Gloster Meteor de la
Armada, con la inscripción “Cristo Vence” -para que no queden
dudas- como emblema de guerra, ametrallaban a la multitud inerme que llenaba la Plaza Por las imágenes espantosas
del trolebús de la línea 305 repleto de pasajeros y destrozado por las bombas, por
los coches calcinados, por los cuerpos descuartizados, alineados en largas
filas sobre el pavimento y cuya sangre al escurrir se coagulaba en los desagües
de las bocas de tormenta. Bajo la llovizna, el polvo, el clamor de los heridos
y el lúgubre ulular de las ambulancias, mientras los “rebeldes” consumada la
masacre, huían al Uruguay. Esos jóvenes supieron -sin ser adivinos- que los
“Señores” del país, en criminal connivencia, matarían todas las veces que fuera
necesario para preservar sus “sagrados” privilegios.
El manto de olvido que cubre
aquellos cuerpos innominados, fue bordado por los “libertadores” y sus
cómplices civiles -los Zavala Ortiz, los Américo Ghioldiy la Cúpula de la Iglesia porteña- pero también más acá por los
dirigentes del propio justicialismo, que jamás condenaron esa masacre, y que en
junio de 1999, cuando llegaba a su fin el nefasto decenio neoliberal de Carlos
Menem, colocaron una placa de bronce en la
Casa Rosada con esta leyenda: “El Pueblo de
la Ciudad de
Buenos Aires en memoria de los 400 civiles muertos en el bombardeo dePlaza de Mayo el 16 de Junio de 1955, y de
todos los argentinos víctimas de la violencia política vivida en la segunda
mitad del siglo. Para que nunca más la intolerancia divida y enfrente a los
argentinos. Ministerio del Interior – Presidencia de la Nación”.
¡Cuatrocientos muertos y ni un sólo
nombre!Acaso fue una muestra de buena
voluntad en pro de una reconciliación de la sociedad con sus victimarios, que
se trocó en indigna complicidad cuando Menem besó en la mejilla al fusilador
Isaac Rojas, asistió a su velatorio y compartió el ceño cínico y adusto con el
genocida indultado -por él- EmilioMassera
y el obediente-debido represor Alfredo Astiz.
Cuatrocientos es sólo un número,
la muerte de cada uno de los caídos en Plaza de Mayo es la verdadera tragedia.
Fiel a ello, no sólo habrá que restituir la identidad a todos los que se puedan
exhumar de la amnesia inducida, sino que se deberá ir en busca de los
sobrevivientes que quedan y rescatar para las generaciones venideras sus
testimonios, seguramente aún estremecidos por aquel horror.
Por eso, cuando se habla de
violencia, el término no se refiere a un concepto genérico de la violencia. Se
habla concretamente de la que es ejercida impune e históricamente contra el
pueblo, la que se inicia con la Masacre
Patagónica de 1921, sigue con la Década Infame, con el inicuo
bombardeo a la Plaza
y continúa con los regímenes autoritarios que desembocan en el Terrorismo de
Estado de la última Dictadura que planificó y aplicó sistemáticamente, el aniquilamiento
y desaparición de 30 mil personas.
Rescatar la identidad de las
víctimas será el primer paso en el camino hacia la verdadera justicia. A esos
cuerpos transformados en un frío número es necesario sustraerlos del anonimato
y reconocerlos como ciudadanos con nombre y apellido, con una ocupación, una
familia, una identidad social y política. La categoría de “anónimas víctimas
inocentes” estaría justificando la muerte de otros supuestamente culpables.
¿Culpables de qué? ¿De haber concurrido al llamado de un acto en desagravio a
la bandera quemada por activistas de la Acción Católica en el atrio de la Catedral metropolitana?
¿De enfrentar a los aviones con palos, con revólveres y escopetas robadas de
apuro en una armería? ¿Culpables de ser peronistas?Se trata de evitar que esas personas,
eliminadas materialmente, también sean borradas simbólicamente. Se trata de
impedir que nos roben la memoria. Como ocurriría, precisamente, con la
instauración -veinte años después- de la tristemente célebre figura del
desaparecido.
Habría que analizar al mismo
tiempo, hasta qué punto el olvido impuesto sobre aquella infrahumana matanza
del 16 de Junio fue el génesis para que, veinte años después, se pudiera
concretar el horrendo genocidio denunciado y condenado en el juicio a las
Juntas Militares.
La masacre de la Plaza perpetrada por
instituciones del Estado contra su propia población desamparada, utilizando
equipamiento bélico de la
Nación, operando con uniformes, insignias y grados
correspondientes, por los medios estatales utilizados en su comisión y la
infraestructura militar usada para esa acción, se encuadra fehacientemente como
delito de Lesa Humanidad.
Al respecto, con las nuevas leyes
aprobadas últimamente por el Congreso de la Nacion, se abren mayores posibilidades
legales para revisar críticamente el pasado. El Senado convirtió en ley el
proyecto de declarar la nulidad de las leyes de Punto Final y obediencia
Debida, que el represor Aldo Rico le arrancara a un claudicante Alfonsín para
asegurar la impunidad. A la vez, recientemente se declaró la
inconstitucionalidad de los indultos menemistas. También se convirtió en ley, con
carácter de rango constitucional, lo dispuesto por la Organización de las
Naciones Unidas, que declara imprescriptibles a los crímenes de Lesa Humanidad.
Si bien es muy cierto que a
aquellos sicarios y sus autores ideológicos ya no los podrá alcanzar el látigo
de la justicia para que paguen su monstruosidad, porque han ido muriendo, no en
prisión como debió haber sido, sino sustraídos a la ley por un carcinoma o un
infarto justiciero. No obstante, una minuciosa investigación con carácter de
Política de Estado, los desenmascararía definitivamente -aunque más no sea post
mortem- para que los argentinos conozcan de una buena vez, quienes han sido algunos
de los tantos verdugos que ha tenido la patria . . . ¡Sí, aunque muchos estén
en el bronce!
El
Espacio Carta Abierta convocó a diversas organizaciones y personalidades para
redactar un documento en común. El pasado sábado por la mañana en la Biblioteca Nacional
se leyó frente a más de 300 personas.
Conmemoramos
el Bicentenario de la
Argentina sin evocar un pasado mítico pero sabiendo que en
los pliegues de su historia persisten memorias de un país para todos, muchas
veces extraviado en su propio laberinto y otras arrojado a los poderes de la
injusticia. De un país que supo de apasionadas escrituras libertarias y que
guarda en sus fibras los nombres propios de los hombres y las mujeres que
buscaron construir, individual y colectivamente, los trazos de otra patria. La
que buscamos en los signos de esta época que ofrece la posibilidad cierta y
urgente de encontrarnos con lo mejor de las tradiciones ancladas en los ideales
de igualdad, libertad, justicia y soberanía. Ése es el mayo que nos urge desde
hace 200 años.
De
la Argentina
de las luchas emancipatorias quedan los rastros de los esfuerzos políticos, de
los trastrocamientos sociales, de la ruptura del orden colonial, pero también
la memoria de lo irresuelto, de las promesas no realizadas, de lo popular sin
redención. Es en los hilos de lo pendiente, en la memoria de las voluntades,
que pronunciamos el nombre de Argentina, en este Bicentenario.
No
lo hacemos en la Argentina
del Centenario, ese espejo virtual que los poderes actuales instalan en el
lugar de Paraíso Perdido. En aquella Argentina un futuro que se imaginaba
dorado, sobre la base de los ganados y las mieles, se proyectaba bajo la égida
de un Estado excluyente, con las mayorías silenciadas políticamente y con un
mundo popular asolado por la desdicha. El Centenario fue oropeles y visitantes
extranjeros, tanto como estado de sitio y lucha callejera. República para pocos
y Ley de Residencia. Un modelo de país agro exportador incapaz de proyectarse
con autonomía del Imperio Británico y de mirarse en otro espejo que no fuera el
de un orden internacional injusto. Jóvenes de clase alta incendiaron un circo
plebeyo para que no altere un paseo tradicional. Esas fogatas prepararon la Semana Trágica y
los fusilamientos de la
Patagonia, expresiones del odio oligárquico que se
descargaría cada vez que el pueblo defendería sus derechos.
No
aceptamos volver a la
Argentina de 1910. No podemos identificarnos con un país de
la desigualdad, el prejuicio y la exclusión. Ni con un país diseñado desde la
lógica de los intereses corporativos, que ha venido rapiñando lo público y
tratando de disolver lo mejor de las creaciones colectivas, que dieron forma a
sistemas de educación y salud equitativos. No es nuestra tradición la que
confunde “nación” con “raza” u origen geográfico ni la que reivindicó como
causa nacional la aniquilación de pueblos originarios y de sus hombres y
mujeres, la servidumbre y el despojo material y cultural, ni estamos dispuestos
a tolerar sus abiertas o embozadas formas de persistencia. No queremos que se
silencien las voces que desde el fondo de nuestra travesía como nación se
expresaron para avanzar hacia una sociedad más igualitaria, ni convertirnos en
espectadores que contemplan cómo unos pocos se complacen en sus riquezas
mientras los que producen los bienes sociales son reprimidos, acallados o
expulsados.
No
queremos regresar a los fastos de ese Centenario que sigue persiguiendo como
una sombra espectral los sueños de emancipación, como lo hizo en el 30, en el
55, en el 66 y en el 76. Nuestro Bicentenario busca reencontrarse con los
trazos que fueron dibujando los sueños de libertad e igualdad del primer Mayo y
que debieron sortear incontables dificultades y las peores pesadillas. Somos
ese país de sueños y de pesadillas. Se trata de recrear, con nuestra fuerza
imaginativa y con inventivas populares, la fuerza emancipatoria del inicio, y
las de las múltiples formas de resistencia que en nuestro suelo fueron
ejercidas desde la Conquista
y la Colonización,
sabiéndonos parte de un destino común, entrelazado con el de los pueblos de
toda América Latina, sin los cuales no puede pensarse un presente ni un futuro.
El
Bicentenario es, fundamentalmente, una conmemoración de esas luchas
emancipatorias que en sus mejores momentos tenían menos un destino local que
una idea de lo americano. Que tiene su punto de inicio en la revolución de los
esclavos haitianos y se consolida recién en 1824. Cuando hoy América Latina
traza acuerdos y composiciones, cuando construye UNASUR y afianza los
compromisos políticos y económicos, cuando procura un destino común, vuelve a
proyectarse sobre el fondo de la unidad anunciada en los primeros gritos
libertarios, y la Argentina
a reencontrarse con el destino que soñó al nacer.
Esta
Argentina tiene en su corazón profundo una vida popular que ha sido gravemente
dañada y que es, así y todo, potente y creativa. El antiguo pueblo del himno ha
sido rehecho por dictaduras atroces, persecuciones violentas, modificaciones
profundas de la economía y el Estado, tecnologías y lenguajes comunicacionales
capaces de generar las condiciones para que un sentido común amasado entre la
dictadura y los años noventa, corroa las fuerzas de nuestra vida social y
cultural e inhiba el diálogo activo con el pasado.
Ha
sido reconfigurado y avasallado el pueblo. Y sin embargo, ha sido y es el sustrato
de las resistencias, la potencia creadora de nuevas formas de vida, de
lenguajes, de símbolos, de modos de encuentro, el horizonte de una real
autonomía simbólica y política de la nación. Ese pueblo tiene múltiples y
heterogéneos rostros políticos, se despliega en organizaciones diversas y en
experiencias no siempre concordantes. Los que aquí manifestamos lo hacemos como
parte de ese pueblo, como parte de las organizaciones en las que se nuclea y se
recrea.
Son
los rostros de los trabajadores asalariados y sindicalizados, herederos de los
que un 17 de octubre del ’45 le dieron forma a sus exigencias de justicia y
dignidad en una novedosa articulación política y que en mayo de 1969 hicieron
temblar la ciudad de Córdoba. Son también los rostros sufridos de los
desocupados que intentan recuperar una trama social devastada por el
neoliberalismo y que en los noventa fueron el alma y el cuerpo de las
resistencias, esa parte de los incontables que hoy marchan en pos de la equidad
y el reconocimiento. Son los rostros de los activistas sociales y de los
creadores culturales. Son los rostros de las militancias por los derechos
humanos y de los pacientes articuladores de los barrios. Son los rostros de los
estudiantes que supieron arrojarse a las luchas populares. Son los rostros de
los empresarios comprometidos con ideales de autonomía nacional y los de los
profesores y maestros que trajinan diariamente por la educación pública. Son
los rostros de los inmigrantes latinoamericanos que han elegido estas tierras
para construir sus propios sueños y de quienes dan testimonio de la expoliación
a los pueblos originarios y de la defensa de sus derechos. Y recuerdan que sólo
una América Latina de nuevas solidaridades podría alojar esas diferencias sin
diluirlas en el relativismo cultural ni trasvasarlas a persistentes racismos.
Son los rostros de la desdicha, del temor ante el peligro, de la alegría por la
reunión y la voluntad colectiva.
La
conmemoración del Bicentenario no puede desligarse de la consideración de ese
pueblo que encuentra en estos días una remozada capacidad de movilización
callejera y reconocimiento público. El futuro de la Argentina depende de la
atenta vigilia popular, una vigilia hecha de alerta y compromiso, de reacción
frente al peligro y de entusiasmos compartidos. Mucho se ha hecho en estos años
del siglo XXI para restañar la vida popular dañada. Todos deben saber -todas
las dirigencias políticas y sociales- que ningún retroceso es aceptable. Que
este pueblo tiene compromisos profundos con las transformaciones realizadas y
las faltantes y que encontrará en la memoria de sus luchas pasadas y en las
necesidades del presente, la fuerza para resistir cualquier intento de
restauración conservadora. No hay vuelta atrás que pueda resultarnos tolerable.
No hay interrupción que consideremos viable. La Argentina actual, capaz
de enjuiciar los crímenes del pasado y generar políticas de reparación para las
desigualdades contemporáneas, no puede ser suprimida por los agentes de la
reacción.
Deben
ser conjuradas las maniobras de quienes conspiran en las sombras y agitan desde
los espacios mediáticos. Pero también resguardar al país de la corrosión de sus
lenguajes y de una sensibilidad social, cultural y política menguada en sus
capacidades críticas y creativas, como de los condicionamientos en los modos de
vida y de pensamiento impuestos por las culturas imperiales. Sabemos que no se
sale indemne de las heridas infringidas por los poderes de la dominación y que
las diversas formas de la injusticia, la humillación y la fragmentación
marcaron a fuego el tejido social. Pero también percibimos que algo poderoso
vuelve a manifestarse en la patria de todos. En la particular situación de
América Latina en estos inicios del siglo XXI, este pueblo, hecho de memoria y
de presente, escrito su cuerpo por las mil escrituras de la resistencia, las
derrotas y los sueños, tiene la potencia de realizar ese llamado ante los
peligros y la afirmación de su resistencia ante toda forma de la devastación.
El
estado de este pueblo es, hoy, la vigilia: apuesta a la defensa de las
reparaciones alcanzadas y a la perseverante insistencia en lo pendiente. Si es
capaz de mirar al pasado de la nación e inspirarse en la épica americanista de
los revolucionarios de mayo, lo hará porque su realización está en las señales
del presente y en la apuesta al futuro. Tiene ante sí el desafío de dar lugar a
lo nuevo que surge y de contribuir a que se extiendan y fortalezcan los modos
en que los argentinos deciden vivir su libertad para afianzar la de todos. Estamos
convocando a un acto de emancipación, capaz no sólo de enfrentar las trabas que
interponen, ayer como hoy, los intereses poderosos, sino de proponer nuevas
soluciones imaginativas y nuevos objetivos que estén a la altura de una
sociedad enfrentada al desafío acuciante de ser más equitativa. Y a través del
ejercicio de la libertad, de la participación y de la movilización, a llevar a
cabo las grandes tareas pendientes, particularmente las que conducen a
enfrentar las desigualdades sociales que persisten como una llaga que no se
cierra -tareas cuyas señales han sido dadas en estos últimos tiempos-. Un mayo
de la equidad y de la igualdad, un mayo en el que la riqueza sea mejor
distribuida entre todos los habitantes de esta tierra.
Por
todo esto convocamos, con el entusiasmo y la pasión que emanan de nuestra
historia compartida, a emprender las transformaciones estructurales y
culturales que se necesitan para contrarrestar el saldo de décadas de deterioro
y desguace, y avanzar hacia nuevos modos de relación entre los ciudadanos, la
política y el Estado. Somos esos sueños y esas múltiples y diversas
experiencias sin las cuales no podríamos imaginar un futuro. Conmemorar el
Bicentenario implica tomar nota de lo nuevo y convocar lo existente hacia una
profundización de la democracia. Los hombres de Mayo tuvieron ante sí la tarea
de construir una nación despojada de la herencia colonial. Lo hicieron en parte
y la situación de América Latina exige la continuidad de ese esfuerzo. Como
para ellos antes, para nosotros hoy no hay retroceso tolerable y sí un enorme
desafío histórico: la construcción de una sociedad emancipada y justa.
Cierto estado de desconcierto y de impaciencia recorre el
mundo de la oposición mediática-política. Los cálculos
veraniegos auguraban que a esta altura del año
el Gobierno habría entrado
en su definitivo colapso, abrumado por las derrotas parlamentarias, desfinanciado
y privado de herramientas esenciales para pilotear la economía. No era Mercedes Marco del Pont la presidente del
Banco Central que se preveía
para esta altura del año.
En la mesa de arena de la derecha no figuraba la decisión de la refinanciación
de las deudas de las provincias ni el avance del desendeudamiento, obturado por
la descontada anulación de
los DNU que disponían el
uso a esos efectos de una parte reducida de las reservas acumuladas en el Banco
Central. La imagen de la presidenta argentina representando a America latina en el encuentro con la Unión
Europea, ante la presencia de Néstor
Kirchner como autoridad principal de la Unasur, no entraba ni en las peores pesadillas de
quienes pasean por el mundo predicando el aislamiento argentino.
Esta derivación
de la situación influye en
cada uno de los acontecimientos. Los asesores publicitarios de Mauricio Macri,
por ejemplo, hacen bien en recomendarle al jefe de Gobierno que instale su
respuesta mediática a la
crisis político-judicial en
la que esta envuelto en términos de ataque furioso al
gobierno nacional. Si el tema deja de ser la supuesta conspiración kirchnerista y el espacio es
ocupado por la sucesión de
hechos políticos que
desembocaron en su procesamiento, el panorama se oscurece inevitablemente para
el político-empresario. La
tarea de demostrar que no tiene nada que ver con un operativo de espionaje telefónico en el que esta involucrado el comisario que el designo para encabezar la Policía Metropolitana y también su padre (de Mauricio), quien
reconoce haber contratado los servicios de espionaje para perjudicar a su
yerno, parece bastante complicada. Lo mejor, entonces, es politizar el caso,
colocarse en el lugar del acusador y especular con el antikirchnerismo en el
que esta seguro de ser
acompañado por los
principales medios de comunicación.
Pero, claro, el cambio de la situación no lo ayuda. Una cosa es sentar en el banquillo
de los acusados a un gobierno en el pico de su desgaste y aislamiento y otra es
hacerlo en tiempos que hasta sus adversarios mas
enconados reconocen como de un grado importante de recuperación. Macri esta posicionalmente obligado a
asumir el papel de halcón,
cuando buena parte de la oposición
política parece advertir
que el juego del rechazo sistemático
al Gobierno alcanzo su limite y es necesario abandonarlo,
por lo menos provisoriamente. En tiempos de Bicentenario, mundial de fútbol en ciernes y economía creciendo a más del 5 por ciento anual, los
llamados a la desobediencia civil no prosperan fácilmente.
Macri cuenta con tres elementos principales a su favor. Los
medios de comunicación
dominantes lo apoyan; su expectativa electoral sigue siendo relativamente
importante y cuenta con un bloque legislativo que lo ampara de la posibilidad
de un juicio político. Pero
ninguno de esos factores será
inmune a la eventual complicación
que pueda surgir de los elementos probatorios de la causa. Si se produjera esa complicación, no tardara en debilitar su
imagen publica y, en esas
condiciones, ni la fidelidad de las empresas mediáticas
ni la de su tropa parlamentaria podrían
considerarse datos duros e inmodificables. En esa hipótesis, la suerte de Macri pasaría a depender del curso de la
lucha política general:
concretamente de la posibilidad de la oposición
de someter al Gobierno a un vendaval político
de las proporciones que tuvo la disputa en torno de las retenciones móviles. Por eso, Macri no puede
volver a su inocente discurso consensualista y tecnocratico, esta
estructuralmente obligado a ocupar un rol de contestación antigubernamental extremo. Hasta ahora el
Gobierno no le ha facilitado la tarea de autovictimizacion.
La dura situación
de Macri, en el contexto de la estabilización
política del Gobierno, acentúa el interrogante por el futuro
de la oposición. Si el juego
del rechazo sistemático
comporta el riesgo de la perdida
de credibilidad publica, el
terreno de la construcción
de algún grado de unidad orgánica de la oposición se vuelve resbaladizo. ¿Por que la oposición luce tan débil y desorientada después de un resultado electoral genéricamente tan favorable como el
de junio de 2009? Hay una respuesta fácil
que no por eso deja de ser plausible: no les conviene la unidad porque cada uno
de los lideres esta pensando en su propia
candidatura para las presidenciales del año
que viene. Es así. Pero hay
una cuestión un poco mas profunda que condiciona la
debilidad de la oposición. Podríamos llamarla la imposibilidad
de pasar de la contestación
puntual y episódica a un
planteo consistente sobre el país
al que se aspira. De un modo un poco mas
sofisticado, podría
hablarse de los problemas para construir una hegemonía alternativa. Es decir, la posibilidad de
identificar los intereses de un sector social y político con el bien del conjunto. El punto más alto alcanzado en ese sentido
fue el conflicto con las cámaras
de productores agrarios. En medio de un gigantesco alboroto mediático, surgieron voces que
insinuaron un proyecto político:
el de abrir paso a un modelo económico
estrictamente centrado en la producción
sojera y en el valor agregado que pudiera estructurarse a su alrededor. De modo
que había que dejar de castigar
al campo y a las provincias mas
prosperas, abandonar el
asistencialismo social y apostar al derrame social hacia abajo de la
prosperidad agraria.
No es imposible el triunfo de un proyecto de esa naturaleza.
Después de todo, fue ese el
ambiente de época en el que
el país celebro su primer centenario hoy tan añorado por algunos ante tanta división y crispación social. Pero el avance de ese
proyecto demanda una precondición:
una crisis devastadora que derrumbe al viejo régimen.
De hecho ese es el sueño de los que profetizan tiempos
de hiperinflación. Nadie
puede olvidar que el mas
ambicioso y exitoso programa de reestructuración
neoliberal en la Argentina
necesita del prologo del incendio
hiperinflacionario de 1989. Ahora bien, predicar ese escenario para el futuro próximo no es lo que se dice simpático en términos de opinión
pública. Mucho menos lo es
aparecer fogoneando las condiciones de una crisis. Y peor aun frente a las imágenes de una crisis europea que
tiene mucho parecido de familia con la descomposición de nuestro mundo feliz neoliberal acaecida a
comienzos de este siglo. Hacer causa común
con los fondos buitres en momentos en que el país
renegocia la deuda remanente, apostar a la desfinanciacion del Estado nacional, fomentar el clima
inflacionario con ocultamientos y mentiras es una estrategia políticamente riesgosa. No tanto
para ciertos columnistas y sus patrones, aunque hay que reconocer que ponen en
juego y pierden parte de su alicaída
credibilidad. Pero lo es mucho mas
para políticos que aspiran
al voto popular. Por eso asistimos a una curiosa saga: los comunicadores del
establishment piden más energía a los políticos de la oposición y estos se niegan a inmolarse en el altar del interés de los grandes grupos
concentrados.
El panorama muestra, entonces, a un Gobierno con muchas
dificultades para recuperar una masa crítica
de apoyos que le permita luchar por su continuidad después de 2011 y una oposición que no conforma un proyecto orgánico alternativo. En caso de
persistir esta situación,
el tipo de régimen
electoral argentino deja lugar a dos hipótesis:
un gobierno triunfante ante una oposición
mayoritaria pero fragmentada o una juntura circunstancial de esos fragmentos
que logra imponerse en la segunda vuelta. Pero la política argentina es cualquier cosa menos una imagen
congelada.
Un paso más en el camino hacia un país más justo e
igualitario, que respete los derechos humanos y civiles de todas las personas,
sin importar sus deseos sexuales o amorosos. Con 126 votos a favor, 110 en
contra y cuatro abstenciones, ahora queda el Senado.
Se caen las vacas sagradas. Una de ellas que se presenta
como la matriz de la sociedad argentina, la madre protectora, la que pretende
meterse en la cama de todos los argentinos, me estoy refiriendo a la mayoría de
la jerarquía eclesiástica católica, ha perdido poder.
Eran intocables, no se dignaban a dar un reportaje a ningún
periodista salvo a uno solo, que más que periodista algunos en nuestro gremio
interpretan que oficia de vocero disfrazado.
El cardenal primado de la Iglesia Argentina
no se digna a dar una conferencia de prensa. Está por encima de los mortales.
Construyeron un poder simbólico que los pretendía más cerca de dios que de los
hombres. Entonces inflaron un globo de que nada podía cambiar el país sin la
venia de la Iglesia.
Y parece que se puede: la Cámara de Diputados aprueba el matrimonio
homosexual. Parece Argentina año verde.
¿Pasó algo? ¿Se derrumbó el Obelisco? ¿Estaremos todos
castigados? ¿No se nos dará postre después de cenar? ¿Qué podrá pasar? ¿Tenes
miedo que la Iglesia
nos sancione?
No fue hace un siglo: el periodista José “Pepe” Eliaschev
hace una encuesta televisiva en relación a la importancia del tamaño del pene y
el presidente de la bancada radical de diputados, Cesar Jaroslavsky, inició
querella contra Argentina Televisora Color “por atentado al pudor”.
¿Te acordás del Congreso Pedagógico en la época de Raúl
Alfonsín que la Iglesia
boicoteó?
Están pasando cosas interesantes en nuestro país, que
incluso superan a determinados dirigentes políticos. ¿Por qué no ir por más y
pelear por la legalización del aborto y que se puedan hacer en hospitales
públicos?
Tres dirigentes políticas con representatividad, la
presidenta Cristina Fernández, Elisa Carrió y Gabriela Michetti, las tres
católicas convencidas, están en contra.
Sin embargo la política actual, la coyuntura que vive el
oficialismo, hace que estén dispuestos a jugarse en temas que antes no lo
harían. ¿Por convicción? No tanto. Más bien por pragmatismo. Por saberse ubicar
en el lugar correcto y no quedar superados por la historia.
Reitero: después que Diputados sancionó el matrimonio gay se
cayó el poder simbólico del cardenal Jorge Bergoglio. Entre situaciones antes
impensables el cardenal primado se sintió obligado a escribir un libro para dar
su versión sobre las denuncias que viene haciendo el periodista Horacio
Verbitzky sobre su participación durante la dictadura.
Cierta jerarquía está a la defensiva, tienen pies de barro.
No tienen el poder que se suponía y que ellos se encargaban de agrandar. No son
intocables.
La sanción del casamiento homosexual es un símbolo de que
muchas más cosas pueden cambiar.
Es verdad que falta el voto del Senado, reducto conservador
por excelencia. En ese sentido una fuente de mi confianza me contaba que tanto
algunos senadores y un integrante masculino de la Corte Suprema
afirmaban: “no vale la pena pelearse por estos putos…”
Una parte importante de nuestra sociedad ha dicho que sí:
vale la pena.
El interbloque Nuevo Encuentro Popular y Solidario de la Cámara de Diputados,
encabezado por Carlos Heller y Martín Sabbatella, presentó un proyecto para
modificar la estructura financiera y crediticia del país, y, por lo tanto,
profundizar la distribución de la riqueza.
La actividad financiera en la actualidad tiene como marco
legal la ley de Entidades Financieras dictada el 14 de febrero de 1977, que
lleva las firmas del dictador Jorge Rafael Videla, Martínez de Hoz y del
ministro de Justicia dictatorial, el brigadier Julio Gómez. El proyecto de ley
de Servicios Financieros para el Desarrollo Económico y Social viene a
remplazarla y define que “la actividad financiera es un servicio público”,
percibiendo las necesidades de los usuarios y no de las entidades financieras.
En este sentido, regulará la orientación del crédito hacia las micro, pequeñas
y medianas empresas y las tasas de interés activas.
El proyecto introduce la existencia de cinco clases de
entidades: bancos comerciales, de inversión, hipotecarios, compañías
financieras y las cajas cooperativas de crédito, que fueron las principales
perjudicadas por la ley de Martínez de Hoz.
Asimismo, establece que el 40 por ciento del crédito sea
destinado a las PYMES y microemprendimientos, al tiempo que fija que ningún
banco pueda concentrar más del 8 por ciento del sistema financiero. El objetivo
es promover el acceso universal a los servicios financieros, fortalecer el
ahorro nacional y proteger los colocados en las entidades financieras, en
particular los correspondientes a los pequeños y medianos ahorristas, así como
también las necesidades de crédito para la vivienda y el consumo. Toda una
novedad.
En el texto parlamentario figura que el Banco Central de la República Argentina
tendrá que monitorear la concentración en las distintas operatorias de la
actividad financiera para resguardar un nivel leal de competencia. Los bancos
nacionales, por su parte, no podrán tener más del 30 por ciento de su capital
en poder de personas físicas o jurídicas radicadas en el exterior.
Los bancos privados, es importante destacar, ha incrementado
sus ganancias exponencialmente, contabilizando utilidades crecientes, hasta
alcanzar los 8048 millones de pesos en 2009, un 70 por ciento por encima de lo
acumulado en año anterior. Asimismo, los mayores cinco bancos privados del país
concentran el 51,4 por ciento de los activos totales privados, según expresa el
texto presentado por Heller que tiene el aval del oficialismo.
El proyecto también fija tasas de interés máximas para
préstamos a micro y pequeñas empresas: “las tasas no podrán superar en una
proporción del 5% a una tasa promedio ponderada del sistema financiero para ese
segmento.” Y encomienda al Banco Central establecer un listado de “Servicios
Esenciales” que las entidades deberán ofrecer dirigidos hacia los sectores de
menores ingresos de la población, para los que se fijarán pautas operativas
determinadas y un nivel máximo de comisiones. En la misma línea, se crea la Defensoría del Usuario
de Servicios Financieros, que estará bajo la orbita del Banco Central, cuya
misión será la defensa y protección de los intereses de los usuarios.
El plazo de adecuación a la norma, algo que a los grupos
económicos concentrados que tienen actividades en empresas de servicios de
comunicación audiovisual ha puesto irritables, en este caso deberá ser en forma
gradual en un plazo máximo de dos años, conforme lo disponga la reglamentación
que deberá dictar el BCRA.
Por último, el proyecto de Servicios Financieros para el
Desarrollo Económico y Social establece la modificación de la Carta Orgánica del
Banco Central, algo que venían reclamando amplios sectores de la sociedad.
En síntesis, lo que este proyecto hace es cambiar el sujeto.
Con la ley del neoliberalismo impuesta a fuego y terror por la dictadura, el
sujeto eran lo bancos; a partir de ahora, de aprobarse, el eje central pasará a
ser el usuario, es decir el trabajador, el pequeño y mediano productor, el
comerciante y los jóvenes que proyectan comprarse una casa, un departamento o
un auto. Para esto, los tres pilares fundamentales son la tasa, el destino y la
regionalidad. El primero, es el precio por el acceso al crédito, cuyo costo se
traslada al precio de los productos. La idea es que los bancos compitan en
bajar la tasa, con el consiguiente aumento de los volúmenes de dinero para
prestar. El segundo, con la ley vigente las entidades financieras pueden
direccionar el otorgamiento de crédito hacia los sectores que deseen, lo cual
no sería posible con el nuevo marco de reglas claras. En cuanto a la
regionalización, los grandes bancos son fundamentalmente urbanos, lo que impide
el acceso al crédito para los individuos alejados de los centros financieros.
La nueva ley incluiría condiciones de territorialidad para asegurar la total
cobertura financiera del país, algo que ha comenzado a estimular el Banco
Central a partir de la asunción de Mercedes Marcó del Pont.
Otro hecho trascendental que incorpora el proyecto, es el
espíritu que lo engloba: suplanta el objetivo de una mayor rentabilidad posible
por el de una mínima rentabilidad necesaria; y la actividad financiera deja de
ser una función de acumulación de capital para ser un servicio público.
La ley de la dictadura liberalizó el negocio bancario,
permitiendo una serie de crisis periódicas, quiebras y estafas a los usuarios,
hasta llegar al extremo del corralito y el corralón, ingeniados por Domingo
Cavallo para dar salida a la ilusoria convertibilidad que él también había
implementado durante el menemismo siguiendo el manual neoliberal de Martínez de
Hoz. La desregulación del Estado, el reemplazo de éste por el mercado, la fuga
de capitales, y todos los mecanismos que posee la “Patria Financiera”, han
encontrado un límite. El pasado lunes el bloque que lideran Heller y Sabbatella
presentaron el proyecto, el martes la Corte Suprema de Justicia de la Nación declaró la
inconstitucionalidad de los indultos de Martínez de Hoz y Videla. Algo ha
cambiado en Argentina, “señal de que estamos cabalgando”.
"Ha surgido un nuevo gorilismo en la era de los K, que consiste en rechazar todo lo que hace este gobierno por considerarlo contaminado y sospechoso. Se trata de un odio irracional, que no se toma el trabajo de analizar cada medida en particular ni de comparar honestamente a esta administración con las anteriores", dice el escritor Guillermo Martínez, uno de los narradores argentinos más traducidos en el mundo. Martínez, que además de escritor es matemático, considera a los Kirchner "la máxima izquierda que puede tolerar la sociedad argentina", aunque aclara que no se siente kirchnerista.
"Como hombre con militancia en la izquierda, reconozco que este gobierno hizo muchas de las cosas que haría un gobierno socialista, pero las alianzas que tuvo que trabar para poder sostenerse en el poder me parecen repudiables y hacen que yo no pueda sentir identificación", explica.
Hace casi un año, uno de sus relatos, "Infierno grande", fue publicado en la prestigiosa revista estadounidense The New Yorker. Martínez se convirtió, así, en el segundo autor nacional, después de Jorge Luis Borges, en lograr ese privilegio.
Se crió políticamente en el PC, más precisamente en la Federación Juvenil Comunista, y en los años 80, tuvo militancia gremial y política. "Cuando hacía política buscaba cambiar el mundo, pero no logré cambiar ni al consorcio donde vivía", ironiza.
Martínez afirma que los ciudadanos comunes tienen la tendencia a creer en las teorías del complot, porque ese mecanismo contribuye a elevarles la autoestima. Dice: "La gente tiende a descreer de las explicaciones más sencillas y lógicas y, en cambio, cree con facilidad en historias de poderes ocultos que conspiran para producirlos. Esa creencia genera la sensación de que uno es un iluminado y no un ingenuo, como todos los que «compran» la versión oficial. Por eso digo que es un mecanismo que está al servicio de elevar la autoestima. Aunque, ojo, a veces los paranoicos tienen razón. Es obvio que las logias existen, pero de ahí a suponer que todo lo publicado es falso hay un trecho largo".
-¿Será por eso que tienen tanto éxito los libros de historia que supuestamente muestran la trama oculta de las versiones políticamente correctas?
-Por supuesto que sí. A la gente le encanta cuando le cuentan que el hombre, en verdad, no llegó a la Luna, o que las Torres Gemelas en realidad cayeron por un autoatentado perpetrado por el FBI.
-¿El momento actual hace que se interese más o menos por la política?
-La política me interesó siempre. Como socialista, observé el surgimiento de este gobierno con escepticismo, pero poco después me sorprendió empezar a tener cierta esperanza. Por ejemplo, cuando se reabrieron los juicios a los militares, que ya nadie pedía; cuando tranquilizaron el desborde social sin matar a nadie y, sobre todo, cuando rompieron el discurso único en el manejo de la economía y dejamos de tener un monitoreo constante sobre nuestros asuntos.
-¿Por qué cree que existe tanto rechazo hacia el kirchnerismo, sobre todo en la clase media?
-Porque la clase media argentina -a diferencia de las clases medias en otros países donde he vivido, como Gran Bretaña o Estados Unidos- es muy ostentosa y sólo se solidariza con las clases más bajas cuando le va mal. ¿Te acordás cuando, en 2001, golpeaban cacerolas? Entonces, en el declive, es cuando la clase media está de acuerdo con un gobierno que impulsa el aumento de los impuestos o el blanqueo de la empleada doméstica. Pero esa alianza se rompe cuando las franjas medias empiezan a mejorar y entonces ya no están tan de acuerdo con los impuestos, porque tocan su bolsillo. Ese fenómeno encarna el nuevo gorilismo que vemos hoy.
-¿En qué consistiría ese neogorilismo del que habla?
-Es un odio irracional a cualquier cosa que haga este gobierno, sin tomarse el trabajo de pensar honestamente si la medida es buena o mala para ellos. O de comparar esas medidas con las administraciones anteriores, que no fueron mejores. Los brotes de felicidad que produjo la enfermedad de Kirchner fueron otro indicador. Lo más elocuente de este gorilismo es que cuando la clase media comienza a mejorar también empieza a mimetizarse con los valores de la clase alta.
-Pero ¿no es este gobierno el que basa su modelo en el aumento del consumo y mide sus logros en función de la cantidad de autos o de electrodomésticos vendidos?
-Sí, claro. Pero habría que recalcar que existe otro sector de la clase media que se enrola en la educación, en los deportes o en las ciencias, que está más volcado a la cultura y que no necesita consumir tanto. Por otra parte, el Gobierno también debería tomar en cuenta los consumos culturales para medir logros, en lugar de deprimirse porque no rompimos un récord de venta de autos. Es curioso observar lo que sucede con los autos y el tránsito en la Argentina, porque son reveladores de nuestra cultura política. Estar al volante es administrar un pequeño poder, que pone a prueba la autolimitación. Y por la forma en que se maneja, es obvio que eso no ocurre. Cómo manejan resume quiénes son los argentinos.
-¿Y la autolimitación no implica, también, renunciar a comprar dos millones de dólares cuando se tiene información privilegiada, precisamente por estar en el poder?
-Desde luego. Por eso siempre creí que haber nombrado la Corte que tenemos fue un momento de iluminación, en el que sí hubo una autolimitación. Fue un milagro.
-Usted señala los vicios de la clase media, pero el escaso apego de los Kirchner a la autolimitación, o sus alianzas dudosas, también socavaron sus lazos con las clases medias urbanas.
-El problema es muy difícil desde la ética política. Es probable que, para poder sostenerse en el poder en la Argentina un gobierno necesite hacer cosas repudiables: aliarse con intendentes impresentables, sindicalistas que chantajean, capitalistas amigos o con ciertos medios que ahora son enemigos, pero que antes eran amigos...
-Usted dice que los K son la máxima izquierda tolerable en la Argentina. ¿Y a Pino Solanas dónde lo ubica, entonces?
-Pino no podría hacer nada. No tendría la fuerza para barrer con viejas estructuras, ni tampoco para enfrentar factores de poder.
-¿Y Pepe Mujica no le gusta?
-Creo que a los gobernantes hay que juzgarlos por sus actos de gobierno. Y no me dio la sensación de que el Frente Amplio pueda considerarse de izquierda, ni tampoco Lula.
Guillermo Martinez
Escritor y matemático Edad: 47 años. Nació en Bahía Blanca, en 1962. Estudios: Doctor en Ciencias Matemáticas. Vivió dos años en Oxford, Gran Bretaña, con una beca del Conicet. Exito: su novela Crímenes imperceptibles fue llevada al cine por Alex de la Iglesia. Premios: en 1982, ganó el Certamen Nacional de Cuentos Roberto Arlt, con La jungla sin bestias. En 1989, ganó el premio del Fondo Nacional de las Artes.
Estas lineas, van para todos aquellos que habitamos este bendito país. Sin
distinción.
La verdad es que creo que un problema recurrente que
sufrimos los argentinos casi desde siempre, es la falta de capacidad que
tenemos para escuchar al otro. Si el otro piensa distinto que yo, ya no merece
la pena que escuche lo que tiene para decirme.Es posible pues, que en cuanto mis interlocutores vean de que va estas lineas, lo borren sin leer.Al contrario
, muchos ni se gastan en escribirles o hablar con el que piensa distinto,
perdiendo de vista ambos, pues, que mucho más puedo aprender, crecer y nutrirme
del que piensa distinto, que del que dice y piensa lo mismo que yo.
Quiero escribir estas palabras, sin ánimo alguno de
confrontar.Y lo hago porque todos los
días recibo dos o tres emails criticando-denostando-puteando a Cristina Fernandez , con notas
periodísticas o con chistes, "que la yegua ésta, que la maneja el bizco,
que son los más corruptos de la historia", etc. etc. etc., y por eso
quiero hacer una reflexión.Y porque
si no hablo parece que estoy de acuerdo, y no lo estoy.Y porque muchos que piensan como yo, han
decidido "callar para no discutir", pero yo aprendí que callar no le
hace bien a nadie. Ni a los otros, ni a nosotros.
Creo tener autoridad moral para hablar de "los
políticos", porque me sumé a la militancia política a los 14 años, en lo
que yo llamo la izquierda del radicalismo. Digo la izquierda, porque lo primero
que me dieron para leer, en aquel entonces, fue un manifiesto llamado " La Contradicción Fundamental
: Pueblo y Antipueblo", y un par de libros de Jauretche, que marcaron mi
ideario y mis sueños.Aunque después me
haya tenido que ir del Radicalismo, para no traicionarme.
CREO QUE TODOS SABEN QUE YO NO VOTE A CRISTINA: de hecho
voté a Pino Solanas.Pero estuve
haciendo un balance del accionar del gobierno de Cristina Fernandez,
concretamente, (no el de Kirchner). De hecho, pensaba acerca de algunas medidas
que me hubiera gustado que el gobierno de Alfonsín,( al que defendí, y por el
cual trabajé), hubiera tenido el coraje de tomar, y con las que estoy profundamente
de acuerdo:
*Estoy de acuerdo
con tener una Aerolínea de bandera estatal y no privatizada, NO IMPORTA QUE DE
PÉRDIDAS. Aerolíneas Argentinas está para garantizar la conectividad, allí
donde los privados no quieren ir porque no les conviene, no está para hacer
negocios. Argentina no termina en la Gral. Paz.
*Estoy de acuerdo
con la Nueva Ley
de Medios. Obviamente.
*Estoy de acuerdo
con el modo en que se enfrentó la crisis económica internacional del año 2009.
(Mantener los vínculos laborales, aunque sea subsidiando empresas, promoviendo
el consumo, impulsando obra pública y construcción, que son industrias madres.
)De hecho estamos de pie a pesar de la
crisis, y otros países a los que muchos pretendíamos huir -España, por
ejemplo- están escupiendo sangre.
*Estoy de acuerdo
con la Derogación
de la fiesta negra de las AFJP.Soy
coherente en esto: nunca me afilié a una. Siempre me quedé en el sistema de
reparto.
*Estoy de acuerdo
con la Asignación
Universal por Hijo de $180, que es de $720,- para el caso del
hijo discapacitado, y nadie lo dice, ni siquiera el gobierno.
*Estoy de acuerdo
con el Plan neokeynesiano de obras públicas, y la promoción de micro
emprendimientos cooperativos para construcción de viviendas, en lugar de licitarlos
para que se lo repartan entre Roggio, Techint y sus amigos.
*Estoy de acuerdo
con la Ley de
movilidad jubilatoria: es cierto que es poco, pero ahora los aumentos no
dependerán de la voluntad de los gobernantes, ni de que sea o no año
electoral.Poco, siempre es más que
nada, que es lo que hasta ahora tenían.
*Estoy de acuerdo
con la política de Derechos Humanos. Disfruté cuando bajaron el cuadro de
Videla. JUICIO Y CASTIGO A TODOS LOS GENOCIDAS EN CÁRCELES COMUNES.
*Estoy de acuerdo
con modificar la carta orgánica del Banco Central para que constituya una
herramienta del Estado y no un poder aparte cooptado por el poder económico.
*Estoy de acuerdo
con la plata que maneja Milagro Sala, que por lo visto, está muy bien manejada.
Estoy de acuerdo con que les construya casas, polideportivos y piletas de
natación a los changuitos,que allí no
tienen que pagar la entrada.
*No me parece pecado
que el Estado quiera recaudar. Para hacer obras, se necesita de recursos. Eso no es
"hacer caja".
*Estoy de acuerdo
con la lucha contra los monopolios, comenzando por Clarín, que ya da vergüenza
lo tendencioso y malintencionado de sus informes.Y la mala leche permanente de sus
comentarios.
*Me parece de un
machismo repugnante procurar permanentemente hacer quedar a la Presidenta como una
boluda, sugiriendo que co-gobierna con el marido, cuando ha dado cabales
muestras de tener once veces más pelotas que él.
*Estoy de acuerdo
con las retenciones móviles para el campo, porque creo que cuando nos va bien,
está bueno. Y cuando nos va MUY BIEN, es una obligación moral compartirlo con
quienes han ayudado a que me vaya muy bien, que son todos los empleados que
tengo laburando en negro en el campo, que no tienen agua potable, ni les pago
jubilación, y que mientras yo hacía "paro" y cortaba la ruta seguían en mi campo con el lomo al sol,
levantando la cosecha.Y me dolió que,
como dijo José Pablo Feimann, el gobierno casi se cae con el apoyo de la clase
media, porque este es un país donde se le quiere sacar un 3% a los
terratenientes más poderosos y no se puede.
* Me parece notable que se usen con Cristina los mismos
insultos que se usaban con Evita. Y lo digo como hija de una familia de
gorilas, que creció escuchándolos.
* SI NOS TOMAMOS EL TRABAJO de entrar a la plataforma
electoral del Frente para la
Victoria , (yo me lo tomé) casi todas estas medidas estaban
allí escritas y propuestas. O sea que eso de prometer y no cumplir no aplica en
este caso. El que la votó y ahora la putea debió haber leído antes de votar. Y
si no leyó, ahora sea responsable y bánquesela.
* No le envidio la cartera, ni el coiffeur, ni las carteras,
ni los zapatos.
*Si la enganchan en
una agachada, o en un acto de corrupción,deseo fervientemente que le den con un caño, porque habrá echado por
tierra la esperanza y los sueños de un país mejor de mucha gente.Pero si el dato proviene de TN, me van a
disculpar, pero no le voy a creer. Por aquello de Pedro y el Lobo, vio?
No soy kirchnerista, ni peronista, pero la verdad que estoy
de acuerdo en un montón de cosas que hace este gobierno. Tengo la necesidad de decirlo públicamente
para compensar todas las puteadas que circulan, y porque como mi laburo es
inestable, hace dos años que no me puedo pagar el psicólogo, pero el me
enseño, al igual que mi tía beba, que las cosas hay que sacarlas para
afuera!!!que tanto!
"El peor analfabeto, es el analfabeto político. Él no
ve, no habla, no participa de los acontecimientos políticos. Él no sabe que
el costo de la vida, el precio del pescado, de la harina, del alquiler, del
calzado o del remedio dependen de las decisiones políticas. El analfabeto
político es tan burro que se enorgullece e hincha el pecho diciendo que odia la
política. No sabe el muy imbécil, que de su ignorancia política nace la
prostituta, el menor abandonado, el asaltante y el peor de los bandidos que es
el político corrupto y el lacayo de las empresas nacionales y multinacionales.
PD:y si se lo van a
reenviar a alguien... háganme caso...no
lo manden al que piensa como yo...envíenlo al que piensa distinto. Con el acuerdismo no nos fue bien. El
que piensa distinto me ayuda a crecer
Casi
en el mismo momento en que la
Argentina lograba en la Cumbre del Grupo Río (realizadaen Cancún, Méjico) el apoyo irrestricto de 32
países latinoamericanos para rechazar la decisión unilateral de Gran Bretaña de
comenzar a explorar petróleo en las inmediaciones de las Islas Malvinas, y se
conocía el enérgico alegato del presidente Lula a las Naciones Unidas,
exigiendo el cumplimiento de las resoluciones sobre la descolonización del
archipiélago usurpado, un grupo de políticos argentinos visitaba el Foreign
Office (Ministerio de Relaciones Exteriores) de Inglaterra.
Además
del legislador de la UCR, Oscar
Aguad, integraron la comitiva los diputados nacionales Adrián Pérez de la Coalición Cívica, Paula Bertol del PRO, y el miembro del PJ disidente de Santa Fe Walter Agosto, que responde al senador Carlos Reutemann. También participó la
presidenta provisional del Senado mendocino, Miriam Gallardo.
Luego
de entrevistarse con el subsecretario de Estado Rankin, lo hicieron con el
subsecretario de Estado Parlamentario de la Cancillería británica,
Chris Bryant, quien les reiteró la posición del Reino Unido sobre las Islas
Malvinas, a las que llamó una y otra vez Falklands. Expresión que nuestros
dirigentes asintieron sin abrir la boca.
Lo
podrían haber corregido:Malvinas Sir . . . Malvinas. O Aguad
debió decirle que era íntimo de Menéndez -tiene fotos con él y todo- No, el “pintado”
ex gobernador de las Islas no . . . su primo Luciano Benjamín. A lo mejor caía
bien. Ya se sabe que:Entre piratas y asesinos/ siempre hubo buenas
migas/ la distancia los separa/ y la maldad los arrima . . .
Y no lo podrán negar, porque hay una foto así de grande en la que también
aparecen los súbditos de su Graciosa Majestad, que los deschava y va
directamente al prontuario.
A
todo esto, nuestros grandes medios de comunicación pertenecientes al monopolio multimediático,
así como ocultan el procesamiento, casualmente de Oscar
Aguad -antes de que prescriba la causa- por el faltante de 60 millones de
dólares que administró cuando era interventor con Ramón Mestre en Corrientes
durante el gobierno de de la Rúa,
también,como no podía ser de otra
manera,ignoraron maliciosamente todo lo referido a este
sospechoso viaje, llevado a cabo entre gallos y medianoche, y pagado por la Embajada británica. Ahora
lo sabe: ¡Saque Ud. sus propias conclusiones!
Este
gravísimo hecho, ocurrido en el momento de mayor tensión entre nuestro país y
los ingleses desde la Guerra
de Malvinas, demuestra irrefutablemente que estos “políticos” nuestros con esa
subrepticia visita a Londres, fueron a darle su implícito respaldo y a la vez, desacreditar la activa política exterior
argentina, apoyada por 32 países de Sudamérica, Centroamérica y el Caribe. Algo
que jamás en la historia de nuestros reclamos se había conseguido.
Por más que algunos consensuadores sólo lo califiquen
de “políticamente incorrecto” y por muchas disquisiciones o elucubraciones que
se hagan al respecto, esto no tiene otra lectura: es una operación política contra la soberanía argentina. Fueron a
decir “cuenten con nosotros”. Como
siempre lo ha hecho nuestra derecha vernácula, y no gratarola precisamente.
Lo que no es casual, porque viene a sumarse a la actitud
de la Sra Carrió que envió
cartas a todas las Embajadas extranjeras, convirtiéndose en el único caso en el
mundo en que una diputada nacional denuncia por esa vía a su propio país donde,
según ella, reina el autoritarismo, la represión y es violada la Constitución. Y
en las que, además, este obeso remedo de un patético Nostradamus Siglo XXI
vuelve a predecir, por enésima vez, los cataclismos que tanto desea. A más de acuseta . . . ¿les habrá
dicho también en la nota que ella tiene que ser presidenta porque habla con
Dios todas las noches?
Quizá
muchos se estén preguntando: ¿Estos no son los mismos que vemos en la Tele a toda hora hasta el
hartazgo predicando el patriotismo, el bien común, la ética como valor
intangible y todo eso que suena a música en los oídos? Y sí, son los mismos,
pero lo peor es que tienen pretensiones presidenciales . . . Si ahora fueron
con los pantalones y las polleras a medio bajar . . . ¿Se los imagina
gobernando?
Por
eso, sería un buen ejercicio de responsabilidad ciudadana retener y registrar muy
bien los nombres de estos personajes, para cuando tengan la desfachatez de
presentarse ante el electorado como adalides de los intereses nacionales, se
les recuerde que la sangre de los que quedaron en Malvinas defendiendo con su
vida el legítimo territorio de los argentinos, no será negociada por nada,
menos por un puñado de libras esterlinas.
Y
ahora que está a punto de conmemorarse un nuevo aniversario de aquella gesta
heroica, esta deleznable actitud no es precisamente el mejor homenaje que se le
pueda tributar a nuestros inolvidables héroes.
Porque
aquí o en la China,
eso se llama Traición a la Patria. Y
si por sus fueros legislativos la justicia no los puede tocar, . . . ¡La
ciudadanía, la historia y nuestros mártires, los van a juzgar!
Ante la elevación a juicio de la llamada “causa de los criollitos” en contra del concejal Gustavo Segre y la funcionaria Verónica Abasolo, PUCARA se ve en necesidad de analizar la situación de la siguiente manera:
*La sola elevación a juicio de la causa es mas que suficiente, tanto por el art. 143 de la Carta Orgánica Municipal como por la transparencia que debe ofrecer la actuación de los funcionarios electos por el Pueblo, para que el concejal implicado pida licencia o sea suspendido en sus funciones sin goce de sueldo hasta que exista sentencia definitiva, lo que no implica –en lo penal- violentar el principio de inocencia de que el funcionario goza.
*Más allá del hecho a ser probado o no en el juicio, esto es: más allá de que se condene o absuelva al imputado, es un hecho probado que en el Concejo Deliberante de nuestra ciudad, el Bloque Oficialista come criollitos día a día con dineros procedente del erario público, es decir con dinero de los contribuyentes. Y eso es absolutamente reprobable e inaceptable. Los concejales pueden comer todos los criollitos que quieran, pero en la medida en que los paguen con sus dineros y no con cargo al presupuesto público. Y esto no está en la discusión pública: nadie ha hecho hincapié en esta circunstancia, que es la fundamental, sea $12 o $ 312 lo gastado.
*Este razonamiento nos lleva a preguntarnos, si los otros tres bloques del Concejo Deliberante también comen criollitos a cargo del presupuesto municipal. Y los responsables de esos tres bloques deben salir a aclarar este punto para que los ciudadanos sepamos qué se hace con el dinero municipal, cosa que hasta el momento ninguno a hecho.
Como ya se nos avecina un nuevo mundial, es buena ocasión para rememorar aquel que en 1978 los argentinos “Derechos y humanos”, supieron conseguir a fuerza de corrupción, miseria y desaparición, precisamente de seres humanos.
En medio del derrumbe de la Dictadura militar- y antes del retumbar de sus talones en fuga, luego del fracaso de la irresponsable aventura de Las Malvinas, uno de los penosos espectáculos más singulares era ver cómo se incriminaban recíprocamente aquellas hienas que en Marzo del ’76 se confabularon para asaltar y usurpar el gobierno, convirtiéndose en amos absolutos de la vida y de la muerte de todos los argentinos. El inefable Juan Alemann -ex secretario de hacienda de los genocidas y corrupto si los había, hermano de Roberto, representante de los intereses ingleses en el país durante la guerra- haciendo honor a su fama de primer violín de la banda -no de música precisamente- que dirigía la batuta de “Joe, el Orejudo” Martinez de Hoz, sacó de la galera datos y circunstancias interesantes que algunos habían sospechosamente olvidado. Justo en el momento en que comenzaban a alzarse cuestionamientos desde todos los sectores que exigían una investigación sobre la escandalosa corrupción que fue una característica relevante, detrás del genocidio que aún se estaba llevando a cabo, y que ya era un secreto a voces. Con su habitual locuacidad, el hombre se “rascó para afuera” pero no para tirarle las pulgas a los demás, -como hacen los perros diría mi viejo- sino con la indisimulable intención de cargarle el fardo a sus cómplices caídos en desgracia, como responsables directos del despilfarro, de la malversación y de la estafa de quienes tuvieron a su cargo y antojo, el manejo de la cosa pública y sobre todo esa “Gran Inversión” que fue el Mundial de 1978. Alemann, tiró la piedra y por supuesto escondió la mano. El almirante Lacoste, capo omnímodo del gran evento e involucrado directamente, no quiso hablar. El genocida Massera dijo que Juan estaba loco, y razón no le faltaba, pero no para este caso. El Mundial 78, ese extraño acontecimiento que según los medios -todos en manos del Estado como ahora de la derecha- había fundado una nueva Argentina, y que se llevó a cabo entre aullidos de dolor y estertores de muerte de los que agonizaban destrozados por la tortura en los Centros de exterminio que rodeaban precisamente el Estadio Monumental, fue para mostrar al mundo que éramos “Derechos y Humanos” Pero más allá de las denuncias, no queda ninguna duda que más que “La Fiesta de todos” como falazmente se la llamó, fue sin lugar a dudas, la fiesta de los corruptos. La “Cometa” costó un Perú La “Coima” con que se quedaron en el “arreglo” del partido decisivo de la selección de Menotti -que se prestó- contra Perú, llamada “Operación mundial” -típica de la jerga militar- a la que se habían destinado algo más de 600 mil dólares, provenientes de los fondos reservados, fue un hecho que se comentó muchísimo off the record, en los medios ligados al fútbol de entonces. Lacoste cerró el negocio con los peruanos en 250.000 dólares. La diferencia de 350 mil nunca se supo donde fue a parar. Debe haber sido para “Gastos de representación” seguramente. Los milicos tenían la suma del poder público y absoluta impunidad para hacer lo que se les viniera en gana, lo mismo que con los fastos del Mundial. Los cuantiosos gastos que insumió su concreción fueron -como era práctica habitual- sin ninguna obligación de rendición de cuentas. Sea como sea, lo cierto es que la “Fiesta de todos” nos salió un poco cara, carísimo diría. Cuatro años después los españoles para organizar un mundial mucho mejor y más largo, lo hicieron con 180 millones de dólares. Aquí, según las presunciones de técnicos en la materia, dado que todo lo actuado fue oculto, -razones de Estado, le llamaban- se gastaron 550 millones de verdes, sin contar el costo de construcción y/o remodelación de los estadios utilizados. La olla que se proponía destapar el farabute de Juan Alemann, si explotaba también lo iba a incinerar a él. Eso, y el temor a la vendetta -porque la pesada de los milicos no se andaba con chiquitas- lo hicieron meter violín en bolsa. Y como corresponde, todo pasó a engrosar la deuda externa y acá no ha pasado nada. Rescatar esto, aunque haya quedado impune, es un ejercicio bueno para la memoria, -si se le agrega una generosa dosis de “Memorex”, mejor- porque cuando muchos que fueron cómplices, -sobre todo esa blonda señora que integraba entonces la “Justicia” del Proceso, que jura que habla con Dios todas las noches, que no se sabe de qué vive, pero que vive en los estudios de TV de la corporación monopólica de multimedios como integrante de su elenco estable, que la usa para su obsesivo bombardeo mediático contra el gobierno, y desde donde, entre guiños, tics faciales y mohines pero sin ningún pudor, vomita sus “predicciones apocalípticas” que nunca se cumplen, a la vez que excreta aparatosas denuncias que nunca concreta-; cómplices decía, también después de aquel desagio del austral, el ahorro forzoso, la hiper inflación, las vergonzosas privatizaciones de las Empresas públicas, los Peajes, las AFJP, el Diputrucho, el Pacto de Olivos, los súper poderes de Cavallo, el Blindaje, el Megacanje, la Banelco, cierre de Escuelas técnicas, rurales, salitas de 4, Hospitales, Banco Social, rebaja de sueldos, de jubilaciones, confiscación de ahorros -Corralito-, represión, muertos, huida, país en llamas, default, cinco presidentes en una semana, sigo? . . . Y cuando vemos que son los mismos que hipócritamente hoy se escandalizan por la supuesta falta de institucionalidad, la inseguridad jurídica, el pago de la deuda -que ellos generaron-, el ojo bizcocho de Néstor, que su carótida debió pasar primero por el Congreso, la cartera de Cristina, los modos y tutti quanti, y operan sobre cabezas vaciadas prometiendo volver a lo que nos llevó al borde del precipicio pero que ahora nos conducirá a la gloria. . . . no sé, es como que da un poco de asquito . . . vio?