Dando por sentado que las reiteradas chiquilladas cometidas por Jure y su equipo, traducidas en su pertinaz titubeo y ambigüedad en las decisiones ya son por todos conocidas; y venciendo un primer impulso de caracterizar su pretensión  de enajenar Gamsur  como un pueril capricho o, lo que es peor, una burda maniobra tendiente a engrosar el patrimonio personal de algunos funcionarios mediante un negociado por cierto escandaloso;  dejando también de lado  consideraciones de  reglamentaristas en torno a SI para consumar la venta sería necesario que el Concejo, por mayoría simple o especial, dictara una ordenanza tal efecto o si bastaría el llamado a licitación por parte del Ejecutivo.  Nos parece sí oportuno y necesario dejar sentada nuestra más firme y decidida oposición a que el servicio de recolección de residuos domiciliarios sea privatizado, basando esta postura primero en razones de índole político-ideológicas y luego en cuestiones de orden fáctico.

Comenzaremos por analizar brevemente algunas consideraciones acerca de ciertos argumentos esgrimidos para justificar la privatización del servicio de recolección de residuos domiciliarios en nuestra ciudad.

• LA EMPRESA MIXTA QUE HOY CUBRE EL SERVICIO ES DEFICITARIA. Argumento este tan falaz y absurdo como sería afirmar que el Teatro Municipal, los dispensarios y comedores comunitarios, entre otros bienes y servicios municipales, también lo son y por lo tanto hay que desembarazarse de ellos.

• EL ESTADO ES INEFICIENTE Y ONEROSO. Habría que recordar aquí que la recolección de residuos en nuestra ciudad ha estado durante la mayor parte de los últimos años en manos privadas, brindando un servicio de muy baja calidad y a un altísimo costo, mientras que Gamsur, con algunas deficiencias fácilmente subsanables, ha venido cumpliendo con esa tarea de manera razonablemente apropiada y a mucho menor costo. 

• VENDER GAMSUR REPRESENTA PARA LA MUNICIPALIDAD UN GRAN NEGOCIO. No se puede aquí dejar de mencionar que hace solo unos meses adquirir la mixta fue, según las propias palabras del Intendente,  “el negocio del siglo”, y que ahora, con casi los mismos argumentos se pretenda venderla son razonamientos que además de imbéciles ponen de manifiesto el más absoluto desconocimiento de qué es el Estado  y cuál es la misión a cumplir por parte de quienes están circunstancialmente al frente de él.

La recolección de residuos domiciliarios es, en esencia, un servicio público directamente vinculado al medio ambiente en general y a la salud de la población en particular, representando de por sí y por añadidura un Bien Social que el Estado tiene la indeclinable e indelegable obligación de  preservar y garantizar, pues transferirlo a manos privadas implica dejar a la población sujeta al arbitrio de una empresa con fines de lucro cuyos avatares pueden llevarla a la inviabilidad económico-financiera, según la lógica de ganancia impuesta por sus propietarios, y así, de buenas a primeras, como ya ocurrió en muchas partes del país y en también en nuestra ciudad,  el Estado, es decir todos notros, la población, se queda si tan vital servicio.

Sin la menor intención de de incursionar en la vana discusión acerca de Invirón SI o Invirón NO, quizá valga la pena mencionar que la propuesta de dicha empresa,  largamente promocionada por el Ejecutivo Municipal con los dineros del pueblo, trae aparejada la exigencia de que el Municipio  debe garantizarle un determinado tonelaje de residuos que hoy la ciudad está muy lejos de poder aportar, con lo cual deberíamos recurrir a poblaciones vecinas quienes, además de sumarse al riesgo que correría Río Cuarto ante el abandono de tareas por parte de la empresa, serían ellas mismas motivo de preocupación para nosotros en el caso de que, por algún motivo, no quisieran o no pudieran aportar sus residuos al “pozo común “ que necesariamente habría que conformar para dar respuesta a las exigencias de Invironn.

La experiencia reciente  nos informa sobre los riesgos que trae aparejado tercerizar los servicios públicos y los cuantiosos daños que causan las empresas privadas encargadas de cubrirlos cuando por un motivo u otro dejan de hacerlo.

Más allá de dogmas ideológicos que puedan inducirnos a afirmar que es el Estado el único en capacidad de garantizar a la ciudadanía el goce de los servicios esenciales, el fracaso de tantas experiencias privatizadoras nos llevan a sostener con el mayor de los énfasis que el servicio de recolección de residuos domiciliarios debe permanecer en manos de la Municipalidad, cuyas autoridades actuales y futuras deben arbitrar los medios necesarios para prestarlo de manera eficiente y al menor costo posible para el pueblo.