Escribe Delsio Evar Gamboa
Como ya se nos avecina un nuevo mundial, es buena ocasión para rememorar aquel que en 1978 los argentinos “Derechos y humanos”, supieron conseguir a fuerza de corrupción, miseria y desaparición, precisamente de seres humanos.
En medio del derrumbe de la Dictadura militar- y antes del retumbar de sus talones en fuga, luego del fracaso de la irresponsable aventura de Las Malvinas, uno de los penosos espectáculos más singulares era ver cómo se incriminaban recíprocamente aquellas hienas que en Marzo del ’76 se confabularon para asaltar y usurpar el gobierno, convirtiéndose en amos absolutos de la vida y de la muerte de todos los argentinos.
El inefable Juan Alemann -ex secretario de hacienda de los genocidas y corrupto si los había, hermano de Roberto, representante de los intereses ingleses en el país durante la guerra- haciendo honor a su fama de primer violín de la banda -no de música precisamente- que dirigía la batuta de “Joe, el Orejudo” Martinez de Hoz, sacó de la galera datos y circunstancias interesantes que algunos habían sospechosamente olvidado. Justo en el momento en que comenzaban a alzarse cuestionamientos desde todos los sectores que exigían una investigación sobre la escandalosa corrupción que fue una característica relevante, detrás del genocidio que aún se estaba llevando a cabo, y que ya era un secreto a voces.
Con su habitual locuacidad, el hombre se “rascó para afuera” pero no para tirarle las pulgas a los demás, -como hacen los perros diría mi viejo- sino con la indisimulable intención de cargarle el fardo a sus cómplices caídos en desgracia, como responsables directos del despilfarro, de la malversación y de la estafa de quienes tuvieron a su cargo y antojo, el manejo de la cosa pública y sobre todo esa “Gran Inversión” que fue el Mundial de 1978.
Alemann, tiró la piedra y por supuesto escondió la mano. El almirante Lacoste, capo omnímodo del gran evento e involucrado directamente, no quiso hablar. El genocida Massera dijo que Juan estaba loco, y razón no le faltaba, pero no para este caso.
El Mundial 78, ese extraño acontecimiento que según los medios -todos en manos del Estado como ahora de la derecha- había fundado una nueva Argentina, y que se llevó a cabo entre aullidos de dolor y estertores de muerte de los que agonizaban destrozados por la tortura en los Centros de exterminio que rodeaban precisamente el Estadio Monumental, fue para mostrar al mundo que éramos “Derechos y Humanos”
Pero más allá de las denuncias, no queda ninguna duda que más que “La Fiesta de todos” como falazmente se la llamó, fue sin lugar a dudas, la fiesta de los corruptos.
La “Cometa” costó un Perú
La “Coima” con que se quedaron en el “arreglo” del partido decisivo de la selección de Menotti -que se prestó- contra Perú, llamada “Operación mundial” -típica de la jerga militar- a la que se habían destinado algo más de 600 mil dólares, provenientes de los fondos reservados, fue un hecho que se comentó muchísimo off the record, en los medios ligados al fútbol de entonces.
Lacoste cerró el negocio con los peruanos en 250.000 dólares. La diferencia de 350 mil nunca se supo donde fue a parar. Debe haber sido para “Gastos de representación” seguramente. Los milicos tenían la suma del poder público y absoluta impunidad para hacer lo que se les viniera en gana, lo mismo que con los fastos del Mundial. Los cuantiosos gastos que insumió su concreción fueron -como era práctica habitual- sin ninguna obligación de rendición de cuentas.
Sea como sea, lo cierto es que la “Fiesta de todos” nos salió un poco cara, carísimo diría. Cuatro años después los españoles para organizar un mundial mucho mejor y más largo, lo hicieron con 180 millones de dólares. Aquí, según las presunciones de técnicos en la materia, dado que todo lo actuado fue oculto, -razones de Estado, le llamaban- se gastaron 550 millones de verdes, sin contar el costo de construcción y/o remodelación de los estadios utilizados.
La olla que se proponía destapar el farabute de Juan Alemann, si explotaba también lo iba a incinerar a él. Eso, y el temor a la vendetta -porque la pesada de los milicos no se andaba con chiquitas- lo hicieron meter violín en bolsa. Y como corresponde, todo pasó a engrosar la deuda externa y acá no ha pasado nada.
Rescatar esto, aunque haya quedado impune, es un ejercicio bueno para la memoria, -si se le agrega una generosa dosis de “Memorex”, mejor- porque cuando muchos que fueron cómplices, -sobre todo esa blonda señora que integraba entonces la “Justicia” del Proceso, que jura que habla con Dios todas las noches, que no se sabe de qué vive, pero que vive en los estudios de TV de la corporación monopólica de multimedios como integrante de su elenco estable, que la usa para su obsesivo bombardeo mediático contra el gobierno, y desde donde, entre guiños, tics faciales y mohines pero sin ningún pudor, vomita sus “predicciones apocalípticas” que nunca se cumplen, a la vez que excreta aparatosas denuncias que nunca concreta-; cómplices decía, también después de aquel desagio del austral, el ahorro forzoso, la hiper inflación, las vergonzosas privatizaciones de las Empresas públicas, los Peajes, las AFJP, el Diputrucho, el Pacto de Olivos, los súper poderes de Cavallo, el Blindaje, el Megacanje, la Banelco, cierre de Escuelas técnicas, rurales, salitas de 4, Hospitales, Banco Social, rebaja de sueldos, de jubilaciones, confiscación de ahorros -Corralito-, represión, muertos, huida, país en llamas, default, cinco presidentes en una semana, sigo? . . .
Y cuando vemos que son los mismos que hipócritamente hoy se escandalizan por la supuesta falta de institucionalidad, la inseguridad jurídica, el pago de la deuda -que ellos generaron-, el ojo bizcocho de Néstor, que su carótida debió pasar primero por el Congreso, la cartera de Cristina, los modos y tutti quanti, y operan sobre cabezas vaciadas prometiendo volver a lo que nos llevó al borde del precipicio pero que ahora nos conducirá a la gloria. . . . no sé, es como que da un poco de asquito . . . vio?