Escribe Benigno Antonio Rins
La política es una de las actividades más nobles, porque apunta a satisfacer las necesidades humanas, por lo tanto tendría que ser una de las más respetadas.
¿Cuáles son los motivos que han generado una corriente inversa? Seguramente las causas son múltiples y concurrentes, pero la “desideologización” partidaria es, sin duda, la mas profunda y, puntualmente, en mi partido la UCR.
Los radicales tenemos la obligación cívica, en un contexto donde lo que impera es la intolerancia y la condena al discenso, de decir todo lo que creemos y, que aun en esta caótica situación que vive nuestro partido, estaríamos en condiciones de ofrecer.
Seria caer en una absurda simplificación, aunque no por ello menos realista, decir que la UCR esta donde esta porque algunos dirigentes no solo que no están preparados para conducir, sino que además están dominados por la intolerancia, los rencores personales, son renuentes a escuchar las voces de los nuevos tiempos y los reclamos del porvenir. Este diagnostico se puede compartir o no, pero es a todas luces insuficientes si queremos pensar en grande. Para ello se debe sustraer al partido de los personalismos y proyectarlo, más que por su referencia histórica (que admiramos), por lo que proyecta como esperanza para millones de argentinos despojados de expectativas.
Tengo para mi (sin excluir otros pensamientos que puedan apuntar al mismo objetivo), que el camino de la recuperación de un rol protagónico de la UCR hacia el futuro (el protagonismo histórico nadie se lo quitan ni se lo discute) vendrá de la mano de la reconstrucción de las convicciones ideológicas adaptándolas a los nuevos tiempos en un debate amplio en que nadie tema a represalias formales por querer expresar su pensamiento. Queda claro que esta propuesta dista muchísimo de la utilización que hace algún sector de la identidad partidaria, en la evocación del pasado en forma especulativa, de los ritos de la marcha, de las frases hechas y del aferrarse, casi alucinadamente, a formalismos y dogmas como expresión de verdad absoluta y objeto de fe inmutable.
Esta etapa de la UCR debe quedar atrás para evitar que algunos “chamanes” partidarios la utilicen como instrumento de purismo formal y de exclusión participativa.
El desafió ahogado por el temor a la represalia interna es “comprender primero y hacer comprender después que los dogmas varían”. Dice José Ingenieros: “Un dogma es un organismo viviente, que nace, se desarrolla, se transforma, envejece y muere cuando le llega la hora la vida se aparta de el sin que pueda retenerla”. Por eso quien dice dogma, se aferra a la invariabilidad, imperfectibilidad, impasibilidad de critica y reflexión...Agrega José Ingenieros: “Los dogmas fuera de su lugar y momentos originarios se presenta como fósiles carentes de la vitalidad que en su origen pudieron prestarles a los hombres que los formularon”.
Replantear los principios filosóficos, base de nuestro partido, adecuarlos a los nuevos tiempos, dejar de hablar y escuchar a todos los que tengan buena voluntad es la formula para hacer un partido moderno, dinámico con una organización ágil para estar a la vanguardia de los rumbos sociales.
“Ideologizar” para el futuro, poner claro hincapié en cual es el pensamiento radical en temas trascendentes como educación, salud, redistribución de la riqueza y justicia social. Hablar de ideas y no de nombres y adjetivaciones. Esta línea de pensamiento a la cual adhieren millones de radicales silenciosos que esperan tan solo una excusa para poder votarnos, lamentablemente se la mira con temor por parte de una dirigencia anquilosada que solo cree en rostros adustos y preocupados para creerse y hacer creer que están resolviendo problemas. La verdad es que sienten temor y que han perdido la capacidad renovadora dentro de las orientaciones ya adquiridas. Hay que abrir mentes y espíritus, convocar sin estrecheces para que, quienes hayan cometido errores puedan redimirse en la base de su esencia política, antes de que el temor a lo nuevo se convierta en suspicacia hostil que haga inarreglable cualquier buen intento.
La consigna para un nuevo tiempo radical debe ser luchar desde las ideas, el dialogo y el respeto, contra los que acuñaron el mas profundo conservadurismo y que al reflejo de sus propios actos prefieren dejar a otros la función de andar nuevos caminos, ya que para ellos siempre hay tiempo de ponerse a la vanguardia si les va bien, dejando para si el tranquilo aprovechamiento de esos resultados.