La presidenta va de visita a Cuba. Según parece porque hace apenas unos días festejaron el cincuentenario de la revolución y porque ahora
Cuba está por entrar en la OEA. Pero es una excusa. Mala, pero excusa al fin. Seguro va para comprarse un vestuario caribeño legítimo. Y seguro se hará trencitas “afro” y se va fumar un habano, toda de blanco y con grandes anteojos oscuros (otros, no los que se compró Libia).
Que la presidenta lo piense. No es cuestión de viajar a cualquier parte. Ya se dio el gusto con el norte de Africa. Menos mal que no se le ocurrió ir a Ruanda o al Congo. Y no vaya a ser cosa que ya que anda por el caribe se le ocurra ir a Haiti y aparecerse en bikini, tratando de emular a la nunca igualada María Julia, cuando fue tapa de Gente apenas cubierta por un tapado de visón y nada abajo: Julita es Julita y el visón es visón.
Que visite Holanda, que ahí tenemos casi una reina. Que vaya a Suiza, que ahí tenemos varias cuentas nacionalizadas. Hasta está bien que haya ido a Rusia, que aunque es comunista por lo menos usan gorros de piel de marta, carísimos. Por qué irse a Cuba en lugar de Luxemburgo, que también es un país chiquito, pero rico, lleno de gente de la nobleza que no paga impuestos al Estado para que no se los la malgaste en los pobres. ¿Pero justo Cuba?
Si los Estados Unidos vienen bloqueándola desde hace medio siglo, por algo será. Los Estados Unidos no hacen nada que sea injusto. Bomba que arrojan bomba justificada y la tortura allí no es tortura, es “tarea de inteligencia”.
Lo único que nos falta: que en lugar de estrechar relaciones con los países ricos nos juntemos con los países pobres. ¿ Qué tienen que ver nuestros bifes anchos y nuestras achuras de Brangus de la pampa húmeda, con el arroz con frijoles y el plátano frito? ¿Qué tienen que ver nuestra clase media próspera con los cubanos sin auto y sin horno a microonda, y que ni siquiera pueden ir al shopping? No se entiende esta mala idea de asociarse con Cuba justo para incomodar a los Estados Unidos. Y para que se broten Andrés Oppenheimer, Morales Sola y hasta nuestro muy doméstico Roberto Taffani y empiecen a escribir notas alertando sobre la amenaza que esto significa para Occidente. Ya se lo ve venir a Mario Vargas Llosa, Marcos Aguinis y Nelson Castro indignados, derrochando todo su talento ante este retroceso latinoamericano. El único que va a hablar bien es Bonasso. Y tal vez Pedro Brieguer. Y por supuesto Lula y Chaves. Pero .¡Qué no van a decir Lilita y el resto de la Oposición acerca de esto! ¿Y Luis Juez? Seguro se inventa un cuento verde Aunque sabe tantos que quizá no le haga falta inventar otro.
Quienes toman sol en Punta del Este van a decir con desprecio que el Malecón de la
Habana no tiene nada que ver- ni por asomo- con esos atardeceres preciosos en José Ignacio, comiendo tortillas de algas en platos de conchillas. Y Mirta Legrand se preguntará por qué irse a Cuba en lugar de ir a Mónaco, que también tiene playas bellas y también esta gobernado por una familia, desde siempre, y no desde hace apenas cincuenta años.
Cuba está bien para la rumba, para la trova, para ir como turista y volver con souvenirs del Che Guevara. Y con esa foto que le sacó Korda y traérsela de regalo a los amigos finos para que la cuelguen como broma en el quincho. Pero no está para ser una par de Argentina. Cuba es bastante negra y la Argentina es blanca. Pregúntenle a Delía y a Fernando Peña. Y a De Angeli, que es gringo. Y a la Carrió, que además de rubia no tiene nada de desnutrida.
Que la presidenta consulte mejores itinerarios turísticos. Porque así el futuro nos encontrará desorientados. Unos mirando únicamente hacia arriba, ¿viste? Y otros hacia abajo. Y siempre dudando entre la civilización y la barbarie. Aunque si se mira bien a la civilización, no habría que dudar: nuestra esperanza está en la barbarie.