Escribe Mirtha Muragua
A Néstor no se lo entierra, Se lo siembra, decía Hugo Chávez
al llegar.
Pensé en Evita que partió
para volver en millones y entre
ellos, Néstor.
Ambos se inmolaron. Evita en seis años. Néstor en siete.
Ambos eran dueños una mística flamígera. Nos es casual que
los jóvenes tomen sus ejemplos.
Ambos provocaron amor y odio pero, lo que importa, es
que el
Pueblo los sintió propios.
A Evita no le perdonaron ser fiel a los de su clase y
jugarse por ellos; no amoldarse al papel tradicionalmente asignado a la mujer,
que la limita y margina de los grandes problemas.
A Néstor no le perdonaron volver a ubicar a la política como
la ciencia de todas ciencias, aquella que prevalece sobre las otras, rescatándola
del desván donde se arrojan los trastos inútiles, al que la habían condenado
los intereses económicos golpistas del 76 y lobystas en los gobiernos democráticos.
A Evita la acusaban de fanática, a Perón de autoritario y a
Néstor de confrontativo.
Sin embargo, ellos se
dedicaron a resolver los conflictos creados por otros.
La subordinación
económica a Inglaterra, investigada y ventilada por FORJA, o al FMI
denunciada por Olmos, la descalificación
y el aislamiento internacional por tener dictaduras genocidas o endeudamientos
extremos, las enfermedades por falta de comida en la olla, la fragmentación del
tejido social y sus violentas consecuencias, la derrota cultural que conlleva
considerar a la educación un gasto y al individualismo una virtud, la desindustrialización
que condena al país a mero proveedor de
materias primas, y a su población a estar de brazos cruzados, cuando todo esta
por hacerse, fueron conflictos creados por los enemigos de los tres y que tanto
Perón, Evita y Néstor tuvieron, por mandato popular, que confrontar para
resolverlos.
Perón y Néstor, además de presidentes autoritarios, fueron
acusados de populistas por quienes aman el statu quo de la ubicación
privilegiada y el estado ausente.
Ambos implementaron
la distribución de la renta nacional con criterios de racionalidad,
buscando la igualdad de oportunidades para todos y compartieron su poder con el
Pueblo en una dialéctica propia de los líderes.
Perón ante un pueblo políticamente virgen, excluido por
los eurocentristas; Kirchner ante un pueblo desapoderado, engañado,
desestimado y descreído.
Pero a Néstor hay otras cosas que no le perdonan: Haber
sacudido el tronco, hasta hacer temblar las raíces, de las estructuras que a lo
largo de la historia fueron montando para apartarnos de las decisiones sobre
nuestro destino.
El divorcio entre una dirigencia liberal laica y la
jerarquía clerical fue superado por el golpe de Uriburu, dando lugar al Estado
funcional a los adueñados de las tierras.
Las Fuerzas Armadas se incorporaron así como un actor
político trascendente hasta en la
llegada al poder de Perón, quien acentúo el espíritu industrialista que animaba a los Savio, Mosconi, Baldrich… y
sin embargo no pudo evitar que la cizaña liberal alineara a los mandos para
derrocar a su gobierno impuesto por el voto popular.
Tampoco nosotros pudimos evitar que el partido militar
instalara y derrocara gobiernos a pedido de los intereses económicos, con los
que se asociaba por decisión propia o
cuando alguien golpeaba la puerta de sus cuarteles.
Néstor Kirchner, que le devolvió a la jerarquía presidencial
la autoridad perdida desde la muerte de Perón, también le devolvió a las
Fuerzas Armadas la especificidad del manejo de los recursos militares de la Nación , quitándoles la
ominosa tarea de ensuciarse las manos con sangre de compatriotas para preservar
los privilegios económicos de unos pocos,
tarea a la que habían sido degradadas por genocidas a los que la Justicia juzga
otorgándoles las garantías del debido proceso, que ellos negaron a otros
argentinos mientras sufríamos, por 1ª vez en la historia, la derrota militar a
manos de Inglaterra.
El fin de la impunidad iniciada con los bombardeos a civiles
en Plaza de Mayo en 1955 y pactada entre los militares golpistas del 76 y los
gobiernos que les sucedieron, fue una decisión
política de Néstor Kirchner
trascendental, que pone fin a décadas
de inestabilidad institucional consolidando a la democracia como única forma de
gobierno.
Las primigenias ideas de unidad suramericanas de San Martín
y Bolívar, intentaron ser desarrolladas por el ABC pergeñado por Perón, en un
contexto de post guerra que las interrumpió violentamente.
Medio siglo después, es reconocido Kirchner por la corajuda determinación con la que en Mar del Plata, sello la ansiada integración regional
que alejo al ALCA, la misma que amplio
los objetivos del MERCOSUR y dio vida a la UNASUR , genuina y eficiente herramienta política
del bloque, que lo nombro su Secretario Ejecutivo, lugar desde donde evito una
guerra entre pueblos hermanos.
Perón y Evita con su
entrega nos legaron un Movimiento de Liberación Nacional, en cuya identidad
pudimos reconocernos, libar en su doctrina, buscarnos, resistir y reagruparnos,
pero después de tantos años de extravío
y debilidad, fue Néstor quien rescato los altos ideales del peronismo y los
inculco en los mas jóvenes a fuerza de trabajo, ejemplaridad y convicciones
sólidas, intactas, profundas.
Evita, Perón y Néstor fueron agraviados y descalificados por
las corporaciones y sus voceros mediáticos y burócratas.
El Pueblo que desoyéndolos celebro su presente y los
doscientos años de la Patria
, reapareció para llorar la muerte de Néstor temprana, injusta, deseada por los
mismos que vivaron el cáncer de Evita.
Apareció para ubicarlo a Néstor Kirchner en el Olimpo donde
están Perón y Evita.
Donde al decir de los curas de los pobres: el Pueblo
reafirma su fe en ellos, da por sentada la infalibilidad de sus procederes para
defender los intereses de la
Patria y proyecta sus esperanzas de triunfo.
Apareció desde todos los rincones del país como en aquel 17
de Octubre, para rodear a Cristina su
amada Compañera, la
Presidente Coraje , con fervoroso y leal amor mientras
que con infinito dolor ubicaba a Néstor
en el Olimpo, donde al decir del Secretario General de la CGT están Evita y Perón.
Mientras que a los otros, a los mediocres, a los ausentes, a
los presentes solo por protocolo, a los farsantes, a los rapaces que claman nuestra
claudicación les esta reservado el repudio y el olvido.
A nosotros,
integrantes del colectivo del Pensamiento Nacional y Popular, nos queda
el mandato de sumar y sumar voluntades, de organizarnos sin sectarismos para
continuar la ciclópea tarea de lograr la felicidad del Pueblo y la grandeza de la Patria.