NUESTRAS CARAS Y EL PROFESOR
No ayudan las caras, las nuestras. Eso es cierto. Somos rostros angustiados, desesperanzados y por momentos nos parecemos a niños en edad escolar. El profesor Segre lo sabe. El, tan acostumbrado al pulpito, a la enseñanza, desarrolla una clase magistral cada vez que sale a defender su propio aumento de sueldo. Utiliza palabras efectistas para acentuar nuestra elemental formación como ciudadanos. Un día dice que no hay aumentos de sueldos, sino una recomposición salarial, otro día, aquí cerquita, habla de la tinellización que hace el periodismo y de una “mala difusión” de la noticia.
Segre es un hombre preparado y esta vez ha osado atacar, aunque con sutilezas, al periodismo local y como siempre, desde que uno lo escucha, también embiste nuestro desvergonzado silencio.
No soy periodista, ni formo parte de la corporación, pero soy, vaya causalidad, un ciudadano que de vez en cuando trata de digerir los atropellos a los que no quiero acostumbrarme.
Sabrá el profesor concejal Segre de que habla cuando aumentarse el sueldo en un 140 por ciento le parece una tinellización. Inquieto, infiero que tal vez este respetuoso hombre esta hablando por un sueño o que vive el sueño dorado de creernos inferiores y miembros de la famosa “gilada silenciosa”.
Alguien me susurra que muchos de la gilada silenciosa están enfurecidos, no tanto por los aumentos sino por la torpeza con que se manejan estos personajes. La gente señala que esta bien que el intendente gane un sueldo respetable, la misma gente, la “tinellizada”, también afirma que es un disparate lo que gana un concejal.
Los Martellas, los Jeremías, las Vaninas, los Arbillagas o los Florios deberían explicar que es una mala difusión y en que se diferencia de una buena, porque hasta ahora, los tinellizados, la gilada silenciosa, entiende que la difusión es o no es y no admite calificativos.
Obviamente, en caso de duda, como nos viene acostumbrando, aconsejo verificar en el pequeño diccionario ilustrado del profesor Segre, allí tal vez encontremos el real significado de algunos términos. La inquietud, por supuesto, debe pulverizar ese precioso prejuicio del que hablamos al principio y por el cual algunas voces se aprovechan de nuestra imagen. Y en eso coincidimos: no ayudan las caras, las nuestras. Y estos políticos lo saben, por eso, a veces hasta parecen reírse de nuestra inocencia.