LA ESPERA
Han pasado tres meses y Juan todavía espera. Dicen los gnomos del poder, que en silencio, en soledad, el niño político planifica asumir en serio.
En el sillón de su casa de la Banda Norte, el que está pegado a la ventana donde perfora el sol de la siesta, Juan analiza los próximos pasos. Relee las declaraciones de Sánchez y se acomoda el pelo una y otra vez. Sus manos intentan además acomodar las ideas.
El teléfono de su hombre de prensa no deja de sonar y soñar. Lo interrumpe, aunque Juan tolera cada informe y se alimenta de ellos. Le preocupa lo que dicen y escriben sobre su gestión.
Mira a Messi y a Riquelme e inmediatamente extraña a los Pumas. Respira el recuerdo del himno de mi corazón que cantaba Pichot en Francia. La guinda se entremete en las manos de Carrizo que despeja el peligro de un puñetazo. Juan se agazapa y se mezcla entre los que lo defienden.
El pibe esta rodeado, siempre hay gente a su alrededor. Siempre está solo. No hay fusibles que protejan su inocencia desmesurada. Nadie le ha avisado que el poder necesita ejercerse con un grito de guerra que vocifera: “aquí estoy, vengo a cambiar las cosas”.
Juan sabe; lo votaron para eso. Le preocupa que a solo cien días ya se evalué su gobierno tan breve como complicado. Ve encuestas tan duras y precipitadas y sufre sin que sus ayudantes entiendan lo que ocurre.
Los fusibles son los pares que deben dar la vida para protegerlo. Juan siente que no los tiene. Alguien debería contarle que va a sufrir una manifestación en su casa, en el living, que tiraran basura en camiones que huelen mal. O que los muchachos de la construcción cascotearan el frente y se llevaran al arquitecto que tiene apellido coherente con su profesión. Partirá Losa(da) y los cimientos sentirán que no todos hacen la mezcla como se debe.
Hay un maquiavelo que lo desvela, es el mismo que intenta dejar en ridículo a los colegas que levantan la mano cuando se da un aumento y declaran que están en desacuerdo si Martella los entrevista. Los concejales no los convencen y no ve a la tropa alineada.
Un hombre de los que piensan me dice: “Juan es un buen tipo y de a poco va a entender que esto no es una aventura, que no se trata de ser el Ciudadano Destacado del Año, que ya paso la elaboración del marketing y que es tiempo de concretar lo que tantas veces charló con los pibes de la franja “.
Otro de los que piensan más interrumpe:”el pibe debe entender rápido, los buitres sobrevuelan. Tiene que rodearse de gente ejecutiva, de tipos que hacen, eso quiere la gente”.
Me quedo callado. No se si el pibe sabrá que es la esperanza de los que creen en la nueva política.Un teléfono lo llama desde Córdoba. Una voz le cuenta un chiste y pide definiciones. Otra llamada proviene de Buenos Aires, el tono propone ayuda a cambio de subordinación y valor.Un vecino golpea a su puerta, está tan a mano la casa de éste intendente. Tendrá que inventar el subsidio que calme la desesperación, el hombre se retirará aliviado. Caen las primeras gotas de una tormenta anunciada. El pibe busca la guinda que descansa sobre el mueble y descarga un drop que intentará ser ganador.Todos lo están mirando. Todos quieren una ciudad mejor. Todos sienten la urgencia y solo han pasado cien días.