El chiquillo tiene piernas largas, va a ser bueno en el básquet. Díganle a Obama que deje de fumar, invítenlo a jugar como cuando niño.
Es chiquillo tiene habla larga, va a ser buen abogado. Y si deja de fumar podrá ser presidente.
En Hawai la vida no es fácil, papá se ha ido. Nos ha dejado solos, volvió a Kenia. Esa extraña tierra tan increíble donde los niños dan saltos entre las imprudentes ramas de la selva.
Allí esta papá.
Mamá ama a otro hombre, se llama Lolo y vive en Indonesia. Ahora estamos en un ajeno país. El mundo es cerca.
Saber hablar abre puertas, mas que el básquet. Barack descubre que puede enamorar paredes de marfil y describir con palabras sabias lo que esperan sus seguidores. La universidad es el campo de entrenamiento donde confirma un liderazgo vibrante.
Sufre y goza los viernes. En el bar Robetk se consigue alcohol, marihuana y cocaína. Prueba todo para después confesar que lo ha hecho. Sabe que ese discurso lo humaniza. El mundo ha aprendido a entender que los líderes pueden ser de carne y hueso y necesariamente deben parecerse al resto de los mortales. Sus futuros asesores de campaña se lo han comentado al oído. El los escuchaba cuando saltaba para encestar el primer doble de la noche.
Otra voz, con lentes, ahora susurra que hay que escribir un libro o dos. Caminar las calles de Chicago. Eludir a los Intocables que siguen atacando depósitos clandestinos de alcohol y llegar a Harvard. La Universidad lo sentará en el primer sillón del mundo. Les ha ganado a los rubios. Y los rubios observan con precaución y alevosía.
Barack Obama ha llegado a la presidencia. Los pobres y desprotegidos del mundo festejan en las calles de Chicago. En los suburbios de Londres.En los muros baleados de Bagdad , rostros angustiados vuelven a reír. En Morón alguien pinta una pared donde se funden la rebeldía y la esperanza. En Dublín cantan un rock sacado de las páginas mojadas en Menfhis y en el techo del Andino una gata hace el amor sin domesticar el ruido. La plaza de los referentes está quieta y en silencio. Los poetas escuchan y esperan.
En Guantánamo, en Cuba, en la cárcel de los desequilibrados, los chiflados juegan al pocker con cartas muertas, un aire fresco recorre las celdas abarrotadas de utopías.
Barack , sentado en su alcoba, sabe que ha hablado demasiado. Cerrar Guantánamo, retirar las tropas de Irak, redestinar la ayuda financiera y asegurar la asistencia a los sin cobertura médica. Cuanto que ha dicho. Los rubios lo escuchan. Lo observan con precaución y alevosía. Sus galpones están colmados de armas que deben venderse.
Los mercaderes han tolerado su palabra. Están esperando los hechos. Barack sabe que estos hombres desconfían de la magia negra, de los olores de Kenia y de la sangre impura. En su alcoba alcanza a redescubrir que pese a los millones de votos esta solo. El y sus ofertas. Ellos y su acostumbrado escarmiento. Los hombres rubios acosan con balas y locos preparados para matarlo. Si los hechos por venir se asimilan a las promesas, alguien dirá hay que matar al negro. La orden esta escrita.
Barack juega al ajedrez con la historia. Los reyes saben asesinar y el jaque mate esta tan cerca como sus inmediatos pasos.
Descalzo, el niño de las piernas largas, hilvana pensamientos y estrategias. Sus hijas juegan cerca del vestidor.
Toma el balón para intentar otro doble. Sus niñas lo miran, los rubios también. La pelota vuela en el aire. El juego ha comenzado.